jueves, 3 de diciembre de 2009

Las Revoluciones de 1955

“El análisis histórico de la vida es insuficiente y lo es, en mi opinión, porque no admite el misterio y porque aunque nos aproximemos al qué, al como, al donde y al cuando, no traspasa el umbral del quien, porque el misterio no suele dejar certificados”

Pedro Villarejo O.C.D.
“Que voy de vuelo”, biografía literaria de San Juan de la Cruz


Nota del Autor

Estos relatos de los hechos que condujeron a las revoluciones de 1955, la cronología de los episodios de junio y septiembre de dicho año y el claroscuro de la actuación de sus principales jefes militares no constituyen propiamente una investigación histórica, pues para hacerlos no he entrevistado a ningún protagonista superviviente, ni he consultado archivos, documentos, cartas o diarios de la época. Se trata tan solo de la presentación de ciertos hechos y conclusiones extraídos a partir de la cuidadosa lectura y relectura de once libros que tratan de los mencionados episodios históricos, ya en forma exclusiva, ya en el marco de investigaciones más amplias sobre aquel período de nuestra historia[1].

Demás está aclarar que la descripción de los hechos y conclusiones expuestas tienen la inevitable carga de la subjetividad de todo ensayo histórico, además de padecer de la imposibilidad – como tan bien lo expresa el sacerdote dominico Pedro Villarejo en la frase arriba citada[2] – de penetrar en el misterio profundo de las mentes y corazones de los protagonistas.

El trabajo está organizado de la siguiente manera:

1. Prolegómenos y antecedentes hasta 1954
2. La conspiración y el golpe del 16 de junio de 1955
3. Los oscuros días de julio y agosto de 1955
4. Septiembre de 1955: Cronología de la Revolución Libertadora
5. Luces y sombras: Los jefes militares de la Revolución Libertadora


Notas

[1] “Dios es Justo – Lonardi y la Revolución”, Ernesto Lonardi, Ediciones Francisco E. Colombo, 1958; “Crónica Interna de la Revolución Libertadora”, Bonifacio del Carril, Emecé Editores, 1959; “Mi padre y la Revolución del 55”, Marta Lonardi, Ediciones Cuenca del Plata,1980; “El ejército y la política en la Argentina 1945-1962 – Tomos I y II”, Robert A. Potash, Editorial Sudamericana, 1980; “Poder militar y sociedad política en la Argentina 1943-1973 – Tomos I y II”, Alain Rouquié, Emecé Editores, 1983; “Perón – Tomos I y II”, Joseph Page, Javier Vergara Editor, 1983; “La Revolución del 55 – Tomo I: Dictadura y conspiración y Tomo II: Como cayó Perón”, Isidoro Ruiz Moreno, Emecé Editores, 1994. “Teniente General Julio Alberto Lagos: Un militar y sus épocas”, Comisión del Arma de Comunicaciones Arcángel San Gabriel, 1997; “Juan D. Perón”, Bonifacio del Carril, Emecé Editores, 2005; “Aramburu, la biografía”, Rosendo Fraga y Rodolfo Pandolfi, Javier Vergara Editor, 2005; “La Libertadora”, María Sáenz Quesada, Editorial Sudamericana, 2008.

[2] Debo esta cita a mi mujer, María Virginia Pirán, con quien leyendo y escribiendo nos hemos enriquecido mutuamente a lo largo de cuarenta años de matrimonio.

1. Prolegómenos y antecedentes hasta 1954


La cuestión principal: El totalitarismo peronista

Desde su acceso al poder en 1943 Perón impulsó políticas de Estado favorables a los grupos o sectores más postergados de la sociedad: Asalariados, inquilinos, arrendatarios y, en general, los grupos sociales carentes de propiedades. Siguiendo una tendencia mundial, la dirigencia argentina anterior a Perón había venido introduciendo políticas “sociales” (como comúnmente se las conoce) de manera gradual. Pero al generalizar y acelerar las reformas y presentarlas no ya como ventajas “concedidas” por las clases gobernantes, sino como la reivindicación de derechos de los desposeídos y de las organizaciones que los representaban (los sindicatos), Perón logró un fenomenal apoyo popular (en 1945) y electoral (en 1946), quitándole una gran parte de sus bases de votantes a los partidos conservador, radical y socialista.

Además de impulsar políticas sociales, Perón redobló – siguiendo también una tendencia mundial extendida después de la depresión económica de los años 30 – la aplicación de políticas “estatistas”, satisfaciendo así a muchos grupos de pensamiento “nacionalista”, que cuestionaban el rol que los capitales extranjeros habían jugado en el crecimiento económico del país.

En esa etapa de su historia la Argentina podía tolerar – incluso necesitar – una aceleración y profundización de sus políticas sociales y una mayor involucración del Estado en la economía, pero esa reformas debían ser impulsadas por dirigentes inspiradores, probos y con mucha perspicacia.

De hecho, con el apoyo popular y electoral obtenido con las dosis de nacionalismo y populismo aplicadas inicialmente, Perón y sus colaboradores pudieron haberse mantenido en el poder durante muchos años en un contexto democrático (es decir, donde el poder lo ejercen las mayorías), pero a la vez republicano, palabra que es sinónimo de división de poderes, gobierno limitado y respeto de la oposición. En absoluto era necesario silenciar y reprimir a críticos y opositores, ni agitar el resentimiento contra los pudientes y los patrones (con aquel latiguillo de la “oligarquía terrateniente”), ni destruir la ética del trabajo, del ahorro, del esfuerzo y de las obligaciones.

No fue así, sin embargo. Perón buscó halagar a los desposeídos y beneficiarse políticamente azuzando sus resentimientos. Mucho más grave aún, optó por la vía “totalitaria” de ejercer el poder, es decir: La búsqueda del control total de los poderes del Estado y la imposición obligatoria y absoluta de su “doctrina peronista” o “doctrina nacional” a todas las personas y órdenes de la vida social.

Las purgas de personas consideradas opositoras comenzaron incluso antes de convertirse él en presidente de la Nación (el 4 de junio de 1946). Y alcanzaron a todas las áreas importantes del Estado y de la sociedad: La administración, la justicia, las universidades, los medios de prensa, las diversas manifestaciones de la cultura, el mundo del deporte y, por supuesto, las fuerzas armadas y de seguridad.

Muy pronto a las purgas le siguieron detenciones de opositores, amenazas y presiones contra los medios de prensa independientes y, para no dejar dudas respecto de su totalitarismo, mediante un juicio político votado por las mayorías peronistas de ambas cámaras legislativas, en 1947 se destituyó – por primera vez en la historia – a la totalidad de los ministros de la Corte Suprema, suplantándolos por jueces afines. Dos años más tarde, en 1949, tuvo lugar la derogación de la Constitución Nacional centenaria y su reemplazo por otra, redactada a la medida de la “doctrina peronista” y que incluía la posibilidad de la reelección del presidente.

Al estilo confrontativo y totalitario de Perón se le unió a) la actuación pública de su segunda esposa, permanente instigadora de mensajes de resentimiento contra las clases pudientes y b) un elenco de colaboradores (ministros, legisladores, gobernadores y jefes militares) que hacía gala de una descarada obsecuencia al “líder”, rivalizando entre ellos en manifestaciones de culto a la personalidad del Presidente y de su esposa.

Estos fueron, en apretadísima síntesis, los motivos que fueron llevando a muchas personas y miembros de la Fuerzas Armadas a concluir que el de Perón no era solo un gobierno populista o nacionalista, sino un régimen despótico y totalitario, que – más allá de la justicia o de la necesidad de sus políticas económicas y sociales – solo podría ser desalojado del poder mediante el uso de la fuerza.


1949/50

En la completísima investigación volcada en el libro “La Revolución de 55” (Tomos I y II), Isidoro J. Ruiz Moreno identifica a dos grupos distintos que en estos años comenzaron a conspirar para provocar la caída de Perón antes que fuera reelecto.

Un grupo era encabezado por los coroneles José Francisco Suárez y Bartolomé Gallo, secundados por los oficiales de igual graduación Urbano y Agustín de la Vega, Ojeda y Mascaró y los tenientes coroneles Pomar y Toranzo Montero. Se les unió más tarde el general Giovanelli y los capitanes de navío Estévez y Kolungia, el capitán de fragata Poch, los capitanes de corbeta Mejía y Beláustegui y los vicecomodoros Martínez y Manni, además de dirigentes de diversos partidos políticos. El grupo planeaba detener a Perón mediante un golpe de mano y luego poner en marcha una contrarreforma de la Constitución, para culminar con un nuevo llamado a elecciones. Una delación provocó la detención del coronel Suárez y la temporaria disolución del grupo.

Un segundo grupo conspirador estaba compuesto por oficiales nucleados en la Escuela Superior de Guerra. Pronto se puso al frente del mismo el entonces coronel Pedro Eugenio Aramburu, subdirector de la escuela, participando también el director, general Colombo y los profesores, coronel Lorio y tenientes coroneles Labayru, Leguizamón Martínez y Bonnecarrere.


1951

La designación de Aramburu como agregado miliar en la Embajada Argentina en Brasil en enero de este año (destino en el cual conocería al entonces capitán de navío Isaac Francisco Rojas, que se desempeñaba como agregado naval) lo apartó del grupo conspirador de la Escuela de Guerra. Pronto se incorporaría el nuevo subdirector, coronel Salinas, y algo después, a propuesta de teniente coronel Labayru, el coronel Lorio comprometió al general de división Eduardo Lonardi, por entonces comandante del 1er Ejército con sede en Rosario. Aceptado el desafío de liderar la conspiración, Lonardi comenzó a reclutar a otros oficiales, entre ellos al coronel Arturo Ossorio Arana.

La investigación de Ruiz Moreno sugiere que a cierta altura de 1951 el general Benjamín Menéndez, oficial de renombre del arma de caballería, retirado desde 1942, pero que también conspiraba, comenzó a mostrar impaciencia y a comportarse de manera independiente de Lonardi, haciendo sus propios contactos con oficiales de las tres fuerzas y dirigentes civiles[1].

Por carecer de suficientes efectivos comprometidos, Lonardi se vio obligado a postergar la primera fecha fijada para el alzamiento: El miércoles 15 de agosto, una semana antes del día en que se proclamarían las candidaturas de Perón y Evita para los cargos de presidente y vicepresidente de la Nación. Aunque días después Evita desistió de su candidatura[2], Lonardi – en un gesto destinado a provocar la reacción de la oficialidad y facilitar su tarea conspiradora – pidió (el lunes 27/8) su pase a situación de retiro, expresándole al Ministro de Guerra, general Lucero, su desacuerdo con la adhesión al gobierno que se le exigía a los oficiales en actividad.

Tras cumplir un breve arresto motivado por los términos empleados en su solicitud, Lonardi mantuvo – alrededor del 10/9 – una reunión con Menéndez. En el curso de la misma este le manifestó su intención de lanzarse a la acción no bien considerara que tenía los elementos necesarios: Menéndez haría “su” revolución, no ya la de Lonardi.

Fue así como Menéndez lanzó el golpe en la madrugada del viernes 28/9, sin siquiera avisarle a Lonardi, contando con algunos blindados de Campo de Mayo (Escuela de Caballería y Regimiento de Tanques 8), pero con la adhesión de un buen número de oficiales del Ejército, de la Fuerza Aérea (liderados por los brigadieres Zinny y Guaycochea y el vicecomodoro Rojas Silveyra) y de la Aviación Naval (al mando del capitán de navío Baroja).

Dominado en pocas horas[3], ese golpe le dio a Perón la excusa perfecta para declarar un inédito “estado de guerra interna”, figura que pese a no estar contemplada por la Constitución Nacional, fue avalada tanto por el Congreso, como por la Corte Suprema y que le permitiría intensificar la persecución y represión de sus opositores hasta límites insospechados.

Derrotada la intentona, condenados a largas penas de prisión ciento once oficiales participantes (que cumplirían en el penal de Río Gallegos) [4], una apoteótica celebración del “Día de la Lealtad” (el miércoles 17 de octubre) y una victoria arrolladora de la fórmula Perón-Quijano (62% de los votos obtenidos en las elecciones del domingo 11 de noviembre, en las que, por vez primera, votaron las mujeres), Perón parecía hallarse en el pináculo de su poder.

Paradójicamente, un beneficiado por la intentona del 28/9 fue el coronel Suárez, liberado de su detención el martes 6 de noviembre[5]. Como temía ser detenido nuevamente merced al “estado de guerra interno”, Suárez se dedicó desde la clandestinidad a reactivar el complot que había planificado antes de su larga detención, volviendo a explorar la idea de un golpe de mano para detener a Perón y a los principales jefes militares y ministros del gabinete, llevándolos a buques de la Armada fondeados aguas afuera del puerto.


1952

La indignación provocada por las condenas y las nuevas purgas de oficiales resultantes del golpe del 28/9/51 obligó a Suárez a calmar varias veces a sus camaradas conspiradores. No pudo, sin embargo, evitar una nueva infiltración de su grupo por la inteligencia militar, que, el 3 de febrero de 1952 (centenario de la batalla de Caseros), dio lugar a una redada de detenciones, incluyendo la del mismo Suárez.

Si bien Suárez se negó a delatar a los demás implicados (pese a haber sido salvajemente torturado y picaneado) alrededor de 600 personas “sospechosas”, entre militares y civiles, fueron detenidos en las semanas siguientes, entre ellos el general Lonardi y el coronel Lorio, que si bien habían conspirado el año anterior, no tenían relación con el complot de Suárez.

Desde la prisión, Lonardi – ahora retirado y con la frustración que le había dejado la prematura salida de Menéndez – siguió manteniendo contacto con los militares y civiles a quienes había comprometido el año anterior. Cuando estos le reclamaron la dirección de un general en actividad, Lonardi pensó enseguida en Aramburu, quien, regresado del Brasil, había ascendido a general. Aprovechando que Aramburu concurría con frecuencia a la prisión porque actuaba como defensor militar del coronel Lorio, Lonardi le pidió a su esposa, Mercedes Villada Achaval, que le trasladara su inquietud. Pero la respuesta de aquel fue que ese momento (1952) y vista la experiencia del movimiento de Menéndez, era prematuro lanzar una nueva revolución. No sería esta la última vez que Aramburu eludía a Lonardi como co-conspirador.

El 18/4 – pocos meses antes de asumir su segundo mandato el 4 de junio – Perón suscribió una orden general secreta que encomendaba aniquilar a las fuerzas adversarias en caso de producirse un atentado contra el Presidente. A tal efecto se confeccionaron extensas listas de instituciones y personas que debían ser suprimidas sin más, en caso de ocurrir tal evento. Incluía también precisas instrucciones para “depurar” a la administración pública y fuerzas armadas y de seguridad de elementos opositores e incluso indecisos y la obligación de “delatar” a los sospechosos. Fue en una nota manuscrita acompañando la copia de esta orden dirigida a unos de sus ministros, en la Perón escribió la frase “al enemigo, ni justicia”.

La muerte de Evita el 26/7 generó otra ola de obsecuencia, esta mucho mayor que la que había provocado el fallido golpe de Menéndez. La obligación exigida a los oficiales militares de adornar las empuñaduras de sus sables con cintas de luto provocó nuevos rechazos y tensiones.

Como un hecho destacable en otro orden, cabe señalar el viaje que en ese año hizo a Roma el Dr. Manuel V. Ordóñez, jurista destacado y hombre cercano a la jerarquía católica del país. Tras hacerle conocer al Papa Pío XII la verdadera situación argentina, Ordóñez entrevistó al Secretario de Estado del Vaticano, Cardenal Giovanni Montini (futuro papa Pablo VI), a quien le advirtió que no se equivocaran sobre la actitud amistosa de Perón respecto de la Iglesia: “Por su ideología va a terminar persiguiéndola”, le dijo.

A fines del año recuperan su libertad los oficiales a los que no se les pudo probar que hubieran conspirado, entre ellos, Lonardi.


1953

La exigencia de dictar en las unidades militares cursos sobre la “Doctrina Nacional” no hizo sino ahondar las diferencias: Muchos oficiales se resistían, otros padecían la confusión entre la natural subordinación que el militar debe a las autoridades constituidas y la percepción de estar siendo adoctrinados para el partido en el poder, y en un tercer grupo – sobre todo en muchos suboficiales – alimentó el servilismo y la obsecuencia. Los del primer grupo y muchos del segundo constituirán, en los próximos años, los núcleos proclives a la revolución.

Los ministros militares (General Franklin Lucero en el Ejército, Almirante Aníbal Olivieri en la Marina y Brigadier Juan Ignacio de San Martín en la Fuerza Aérea) se definían como peronistas, pero su grado de adhesión era diverso. Lucero no ocultaba su admiración por Perón y usó las directivas del adoctrinamiento para ir detectando las distintas actitudes de la oficialidad y depurar a los que tendrían mando de tropas, sobre todo en Buenos Aires. Olivieri aprobaba las políticas sociales de Perón, pero trataba de mantener a la Marina ajena a la política. Exigía disciplina a cambio de no imponer el adoctrinamiento que se hacía en las otras dos fuerzas. San Martín era todavía más obsecuente que Lucero, llegando a decir en una formación: “¡Al primer piloto que deje de cumplir una orden, el suboficial saca su pistola y lo mata…!”

En abril de ese año estalló el escándalo de corrupción en la Casa Rosada que terminó con la vida de Juan Duarte, hermano de Evita. Suicidio, según el gobierno, asesinato, según la oposición.

En medio de ese escándalo y como manera de reafirmar el poder de Perón, la CGT convocó a una concentración masiva de apoyo al líder. Sería el miércoles 15 de abril de 1953. Durante el discurso del presidente estallaron dos bombas que provocaron corridas y dejaron cinco muertos. Entonces Perón radicalizó el lenguaje instando al pueblo – que le pedía “leña” – a que la diera por su cuenta. No hizo falta más para que esa noche ardieran – ante la pasividad de policías y bomberos – las sedes de los partidos Socialista, Radical y del Jockey Club.

Días más tarde, el 7 de mayo, Perón dijo desde la Plaza de Mayo: “Yo les pido que no quemen más, ni hagan nada más de esas cosas, porque cuando haya que quemar ¡voy a salir yo a la cabeza de ustedes a quemar! ¡Entonces, si fuera necesario, la Historia recordará la más grande hoguera que haya encendido la humanidad hasta nuestros días!” Acto seguido, otra gran redada llevó a la cárcel a los principales dirigentes de todos los partidos opositores.

Fue por esos meses que el aviador naval, capitán de fragata Jorge Alfredo Bassi, tras estudiar en detalle el ataque japonés a Pearl Harbor, logró entusiasmar a otros pilotos (entre otros, a los capitanes de fragata Antonio Rivolta y Néstor Noriega) y a algunos oficiales “barqueros” (como los capitanes de fragata Francisco Manrique y Recaredo Vázquez) en el proyecto de emplear la aviación de la Base Aeronaval Punta Indio (ubicada a unos 150kms al sudeste de Buenos Aires) para bombardear la Casa Rosada. El plan llegó a serle a expuesto a Lonardi por Rivolta, Manrique y Noriega, pero aquel se negó a involucrarse como jefe militar de un golpe de ese estilo, sin ningún apoyo militar.

Algunas semanas más tarde, en cambio, Lonardi sí aceptó tratar de aportar fuerzas del Ejército para apoyar otra iniciativa de oficiales de la Marina: Este plan consistía en detener a Perón y a todas las autoridades nacionales (incluyendo los presidentes de ambas cámaras legislativas y el jefe de la policía federal) que subieran con él al crucero insignia de la flota de mar que ingresaría al puerto de Buenos Aires con motivo de las celebraciones del 9 de julio. Los detalles del proyecto fueron ajustados por el capitán de navío (retirado) Adolfo Estévez, que contaba con la colaboración del capitán de fragata Carlos Bruzzone, segundo comandante de la nave insignia, que era el crucero 9 de Julio[6], de grupos civiles dirigidos por el capitán del Ejército (retirado) Walter Viader, y de pilotos de la Fuerza Aérea que comprometieron cazas Gloster Meteor de la Base Aérea de Morón para mantener a raya cualquier intento de reacción militar o popular.

Pero cuando Lonardi comprobó que no podía obtener suficiente apoyo en el Ejército, les comunicó a los marinos – para gran desilusión de estos – que desistía de participar del plan. Perón finalmente desistió de visitar el buque, pero la negativa de Lonardi lo apartó de los marinos rebeldes hasta 1955[7].

En otro orden de cosas, fue también en la primera mitad de 1953 que por iniciativa del ministro de Educación Armando Méndez San Martín (no confundirlo con el ministro de Aeronáutica, brigadier Juan Ignacio San Martín) se fundó la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), la que aglutinó a estudiantes de ambos sexos de escuelas secundarias públicas. Casi desde el comienzo, Perón, con la excusa que la organización carecía de un campo de deportes propio, propuso que utilizaran las instalaciones de la quinta de Olivos. Más allá de los resquemores y rumores que de inmediato surgieron a partir de la presencia de jovencitas en su residencia, el trasfondo del enfrentamiento con la Iglesia fue por la competencia que la UES le empezó a hacer en la captación de la juventud.

Hacia fines del año muchos detenidos recuperaron la libertad merced a una ley de amnistía sancionada por el Congreso. Esta medida tuvo que ver en parte con los intentos que Perón estaba haciendo entonces para mejorar las relaciones con los EE.UU.[8]


1954

Una elección para renovar parcialmente la cámara de diputados y elegir al vicepresidente que reemplazaría al fallecido Hortensio Quijano le permitió a Perón obtener otra arrolladora victoria. Como para remarcar quien mandaba y la clase de democracia que existía, al día siguiente de la elección fue detenido quien había sido el principal candidato a vicepresidente por la oposición, Crisólogo Larralde[9].

En las tres fuerzas, pero en especial en la Marina, crecía el número de oficiales asqueados con el régimen de Perón. Tanto en la aviación naval, como en la flota, las bases y escuelas se hacían ejercicios que, sin decirlo, eran preparatorios de situaciones de rebelión. Los oficiales navales más resueltos siguieron buscando apoyos en la Fuerza Aérea y en el Ejército. En ambas fuerzas encontraron eco en algunos oficiales retirados y, también, en muchos en actividad, pero de rango intermedio. Cuando buscaron la adhesión de jefes de mayor graduación y/o con mando de tropas, solo chocaron con negativas, evasivas y hasta amenazas. Ni en la Armada encontraron almirantes receptivos. Isaac F. Rojas, ya contralmirante y ahora director de la Escuela Naval, toleraba en su unidad ciertas críticas al gobierno, pero él se mantenía en un silencio tan enigmático que hacía imposible conocer pensamiento.

El conflicto de Perón con la Iglesia – iniciado a partir de la creación de la UES el año anterior – fue escalando a lo largo de 1954. El acto organizado por la iglesia de Córdoba para el día de la primavera (21/9), que reunió 200.000 personas fue interpretada por Perón como un desafío directo a su gobierno. Y más todavía la creación del Partido Demócrata Cristiano en Rosario. El ministro de Educación, primero, y el secretario general de la CGT, después, fueron las voces elegidas por Perón para iniciar la denuncia de la “acción disolvente” de los sacerdotes y a exhortar a no tolerarla. Perón insistirá en que su conflicto no es con “la iglesia”, sino con “los malos curas”, pero las acusaciones con nombre y apellido alcanzaban a muchos sacerdotes y por lo menos a tres obispos. Las declaraciones cada vez más violentas denunciándolos e instando a los buenos peronistas a “ser peronistas más que ninguna otra cosa” y “sacar a los malos curas de la circulación”, no hacían sino agravar el conflicto.

En represalia por lo que el gobierno interpretaba como desafíos de “los malos curas”, el 2/12 se suprimió por decreto la enseñanza religiosa en las escuelas públicas. Días después (el 8/12) el gobierno trató de sabotear la procesión del día de la Inmaculada Concepción instando al pueblo a recibir en Ezeiza al boxeador Pascual Pérez, que acababa de coronarse campeón mundial de peso mosca en Japón. Solo unos cientos fueron a Ezeiza, en tanto que 80.000 personas participaron de la procesión[10]. Entonces vinieron tres nuevas represalias: El 21/12, por ley del Congreso, se prohibieron los actos no oficiales en lugares abiertos, el 22/12 se aprobó la ley de divorcio vincular y el 30/12 se legalizó el funcionamiento de prostíbulos.

Mientras tanto había crecido de tal manera la acción antiperonista en las universidades, que en octubre el gobierno mandó allanar los centros de estudiantes y detener a cerca de 200 de sus dirigentes.


Notas

[1] Según Robert Potash, Menéndez había pretendido liderar el golpe militar que derribó al Dr. Ramón Castillo de la presidencia de la Nación el 4 de junio de 1943.

[2] En un gigantesco “cabildo abierto” organizado por el partido peronista y por la CGT y llevado a cabo el miércoles 22 de agosto en la intersección de las avenidas 9 de Julio y Belgrano.

[3] El “avance” de Menéndez no pasó de El Palomar, donde, después de conferenciar con los aviadores rebeldes, decidió rendirse en el Colegio Militar: Eran las 9 de la mañana.

[4] Otros sesenta y seis se exiliaron, totalizando 177 los implicados en el complot.

[5] Ese mismo día el cirujano George Pack, traído expresamente desde los EE.UU., operaba a Evita de un cáncer de útero.

[6] Gemelo del 17 de Octubre (más tarde, General Belgrano), esta fue la nave que el lunes 19 de septiembre de 1955 a las 07:00 bombardearía los depósitos de combustible de YPF en Mar del Plata.

[7] Hacia fines de 1953, a los oficiales navales ya nombrados se habían unido Perren, Molinari, Hermes Quijada, Barilari, Rawson, Oliva Day, Marotte (sin relación con el aviador del mismo nombre), Castiñeiras Falcón, Dietrich, Solari, Nielsen Enemark, Suárez Rodríguez, Siro de Martini y otros.

[8] Debe recordarse que 1953 fue también el año de la firma de los tratados de defensa entre los EE.UU. y la España de Franco.

[9] El triunfo fue para el Almirante (retirado) Alberto Teissaire, quien era senador y presidente del partido peronista.

[10] La de Córdoba el 21/9 y la de Buenos Aires el 8/12 fueron las primeras manifestaciones masivas hechas desde 1945 en lugares públicos, no organizadas por el gobierno o por la CGT.

2. La conspiración y el golpe del 16 de junio de 1955






A comienzos de 1955, pese al sustancial apoyo popular que conservaba, el rechazo de la figura de Perón y su régimen había logrado unir a toda la oposición: Conservadores, radicales, socialistas y comunistas; nacionalistas y liberales, católicos, masones, laicistas, etc. Un numeroso grupo de civiles, algunos de ellos dirigentes políticos, otros universitarios, etc. – que más tarde sería el núcleo de los “comandos civiles” – fue tomando contacto con los conspiradores de la Marina y estos lo siguieron haciendo, a su vez, con oficiales retirados o en actividad de la Fuerza Aérea. En busca de apoyo dentro del Ejército y de un oficial superior que encabezara el alzamiento, marinos y aviadores volvieron a tantear a diversos oficiales, entre ellos Aramburu, Ossorio Arana, Labayru y Bonecarrere. Pero estos, por lo general, mantenían su escepticismo sobre las perspectivas de una revolución.

Finalmente, mientras los civiles acordaron los nombres del triunvirato que tomaría el poder tras el golpe[1], marinos y aviadores llegaron, a través del capitán de corbeta Suárez Rodríguez, al contralmirante Samuel Toranzo Calderón, jefe del Estado Mayor del cuerpo de Infantería de Marina, quien tras una reunión con los conspiradores de mayor rango (la mayoría capitanes de fragata) aceptó encabezar un movimiento[2].

Tras algunos contactos con los futuros triunviros, con los que se puso rápidamente de acuerdo en un programa general de gobierno, Toranzo Calderón no logró, en cambio, atraer a Aramburu a su movimiento, quien seguía siendo escéptico sobre la posibilidad de sublevar efectivos del Ejército. En esta oportunidad tampoco Bonnecarrere, ni Labayru pudieron convencer a Aramburu de plegarse al golpe.

En materia de rango de los conspiradores, la situación en la Fuerza Aérea era todavía peor que en la Marina y en el Ejército. Los pilotos más decididos a alzarse contra Perón no pasaban de teniente, 1er teniente, capitán y mayor, equivalentes a teniente de corbeta, de fragata, de navío y capitán de corbeta en la Armada, pero debajo de los vicecomodoros y comodoros, que son los grados equivalentes a teniente coronel y coronel en el Ejército y capitán de fragata y de navío en la Marina. Los aviadores más activos en esta etapa de la conspiración eran los mayores Dardo Eugenio Ferreyra, Agustín Héctor de la Vega y Eduardo Correa, los capitanes Julio Cesar Cáceres y Lisandro Suárez y los primeros tenientes Carlos Enrique Carús y Orlando Arrechea.

Fue el grupo civil el que, a través de los doctores Mario Amadeo y Luís María de Pablo Pardo, concluyeron que el general Justo León Bengoa podría ofrecer lo que los marinos y aviadores necesitaban[3]. Bengoa era a la sazón (marzo de 1955) comandante de la III División de Infantería con sede en Paraná. Aceptada la propuesta por Toranzo Calderón, un grupo de civiles, incluyendo a Amadeo, partió a entrevistar a Bengoa en Paraná. Eran los primeros días de abril. Impuesto del complot, Bengoa manifestó compartir todas las inquietudes y propósitos de los revolucionarios, pero consideraba que el “clima civil” debía agravarse todavía más antes que un golpe tuviera posibilidades de éxito. Días después, el domingo 23/4, Bengoa y Toranzo Calderón se reunieron en Buenos Aires y cerraron – en palabras de este último – un acuerdo “básico”, dejando detalles para más adelante.

Mientras se desarrollaban estas tratativas, el ministro de Marina, almirante Olivieri, cada día más asqueado del gobierno del que formaba parte desde hacía cuatro años, trataba de convencer a los otros ministros militares de presionar a Perón para obligarlo a hacer cambios importantes en su elenco y en la orientación general del gobierno. Pero si Perón y sus colaboradores tenían alguna intención de cambiar, era en sentido contrario al que Olivieri imaginaba: El 1ro de mayo de 1955, al inaugurar el período ordinario de sesiones del Congreso, Perón, refiriéndose a la Constitución, dijo: “Si la más encumbrada de nuestras leyes fuese un obstáculo en el camino que sigue nuestro pueblo con sus banderas de justicia, de libertad y de soberanía, marchando hacia las altas cumbres de su destino, no deberíamos dudar ni un solo instante en declararla caduca en nombre de la Doctrina Nacional”[4].

A fines de mayo un enviado de Bengoa, el teniente coronel auditor Horacio Mainar mantuvo reuniones con los principales marinos y aviadores complotados, para explorar planes, objetivos y posibilidades. El plan de revolucionario incluía los siguientes elementos:

- Toda la aviación de la Base Aeronaval Punta Indio (situada a unos 150kms de Buenos Aires) participaría del asalto inicial contra la Casa Rosada, en tanto que la infantería de marina de dicha base, embarcada en aviones de transporte, capturaría el aeropuerto de Ezeiza para usarlo como base de alternativa.

- Las unidades de infantería de marina de Río Santiago o, eventualmente, las apostadas en la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires, tendrían a su cargo la operación terrestre contra la sede del Gobierno.

- Los complotados de la Fuerza Aérea coparían la base de Morón, de la que luego se haría cargo el vicecomodoro (retirado) Jorge Rojas Silveyra. Esta era la sede de la VII Brigada Aérea de Caza equipada con los únicos aviones a reacción existentes entonces en la Argentina: Los Gloster Meteor Mk IV. Contar con estos aparatos aseguraría a los sublevados el control total del aire.

- Sobre apoyos en el Ejército, solo existía el acuerdo básico de Bengoa. Se previó entonces que, lanzado el ataque a las sede gubernamental, algunos aviones de la Armada sobrevolarían los cuarteles de Palermo (regimientos 1 y 2 de infantería) en apoyo de los oficiales retirados que tratarían de copar y sublevar estas unidades.

- Finalmente, se fijó el sábado 9 de julio de 1955 como fecha tentativa.

El viernes 10/6 a las 03:30 Toranzo Calderón y de Pablo Pardo partieron en automóvil para entrevistarse con Bengoa que estaba en Rosario. El jefe militar prefirió, sin embargo, que esta segunda reunión se llevara a cabo al día siguiente (sábado 11) en su domicilio de Paraná[5]. Allí Bengoa, por considerar que Toranzo Calderón era quien había liderado la conspiración, no quiso asumir la responsabilidad de encabezar el movimiento, cediéndole el honor al almirante. Tras ponerse de acuerdo sobre la fundamentación del golpe (la ilegítima vigencia del estado de guerra y la persecución religiosa), Bengoa consideró que los efectivos que tenía Toranzo Calderón eran suficientes como para voltear al gobierno. No obstante, teniendo él que viajar a Buenos Aires en los próximos días, se comprometió a tratar de sumar al alzamiento al general Heraclio Ferrazzano, comandante de la II División de Infantería con sede en La Plata. Cuando el almirante le dijo que podría verse obligado a pronunciarse de acuerdo al desarrollo de los acontecimientos, Bengoa le respondió: “Bueno, muy bien. Vd. produzca los hechos y yo desde acá lo apoyo”.

A Toranzo Calderón no se le escapaban las debilidades de su plan, pero mucho pesaba en él la presión para lanzarse que ejercían sus subordinados. Poniendo todo sobre la balanza, el almirante esperaba que frente a un hecho consumado, el resto de las fuerzas armadas lo seguiría o, por lo menos, no se opondría al nuevo estado de cosas.

En los días posteriores a la reunión Bengoa-Toranzo Calderón (sábado 11/6) el país todo vivió toda la conmoción resultante de:

a) La masiva procesión del “Corpus Christi” que tuvo lugar ese mismo día;

b) Las acusaciones cruzadas, repercusiones e investigaciones que se desataron en torno a la quema de una bandera nacional en horas del anochecer de ese sábado;

c) El asedio por parte de elementos pro-gubernamentales a un numeroso grupo de fieles que el domingo 12 por la mañana ocuparon la Catedral Metropolitana en defensa de un rumoreado ataque e incendio y

d) La deportación de los prelados monseñores Ramón Novoa y Manuel Tato (decidida el martes 14 y ejecutada el miércoles 15).

Si bien fueron todos hechos que indignaron al arco opositor antiperonista, el hecho que llevó a Toranzo Calderón a lanzar su golpe de manera prematura fue la información que recibió el lunes 13 por la noche: Agentes del Servicio de Informaciones y Seguridad Aeronáutica tenían filmaciones de personas ingresando y saliendo de su departamento en la calle Cuba 2230.

El martes 14 de junio por la mañana el almirante se reunió en su despacho del Ministerio de Marina con los principales conspiradores. Ante lo que todos interpretaban como la antesala de una redada que los llevaría a la cárcel, evaluaron dar el golpe de manera inmediata. Cuando el jefe de la aviación de ataque de Punta Indio confirmó que estaría listo para salir en 48 horas, Toranzo Calderón tomó la decisión de lanzarse el jueves 16.

Los intensos preparativos llevados a cabo en la tarde de ese día (martes 14/6) y en el siguiente (miércoles 15/6) incluyeron no solo el aprestamiento de los efectivos de la aviación naval y de la infantería de marina que participarían en el golpe inicial y las comunicaciones que se enviarían a otras bases navales (con órdenes de movilización simulando la firma de Comandante de Operaciones Navales), sino también los avisos a los grupos de “comandos” civiles que colaborarían en el copamiento de radios y, también, de la Casa Rosada, a los oficiales de la Fuerza Aérea y la imprescindible coordinación del alzamiento con el general Bengoa.

Es importante subrayar y recordar cuatro hechos que tuvieron lugar la víspera del golpe, o sea el miércoles 15 de junio, hechos que se encadenarían para que el jueves 16 de junio de 1955 tuviera lugar uno de los episodios de armas más insólitos y dramáticos de la historia política argentina.

1) En Punta Indio, el oficial de meteorología (comprometido con los rebeldes) le advirtió al jefe de los pilotos: “Señor, mañana va a ser un día pésimo… ¡Tiene que hacer lo indecible para parar esto!”, pero aquel le contestó que era imposible, que el plan estaba descubierto y que el gobierno iba a meter presa a mucha gente.

2) Toranzo Calderón impuso a su jefe inmediato, el almirante Benjamín Gargiulo, Comandante del Cuerpo de Infantería de Marina, de lo que iba a ocurrir. Gargiulo no había participado de la conjura, pero no podía ignorar las reuniones y conciliábulos que se habían desarrollado en el mismísimo despacho de su subordinado. Cuando Gargiulo transmitió la noticia al ministro Olivieri, este le rogó que “detuviera esa locura”. Los dos sabían que ya era demasiado tarde, pero tampoco estaban – ninguno de los dos – dispuestos a denunciar a los conjurados. Esperaron los hechos pasivamente y así fue como pagaron las consecuencias[6].

3) Cuando la persona enviada a Paraná a avisarle del cambio de fecha a Bengoa llegó a destino, después de viajar todo el día descubrió con horror que se habían cruzado. En efecto, Bengoa había elegido ese día miércoles 15 para viajar a Buenos Aires con la intención de apurar los contactos militares que se había comprometido a hacer. Si bien la tan repentina decisión de Toranzo Calderón (de lanzarse a la acción) no le daría tiempo de actuar a la inteligencia oficial, tampoco se lo daría al Gral. Bengoa: Al anochecer de la víspera del alzamiento, el único jefe del Ejército con quien los marinos y aviadores rebeldes podían contar como apoyo se hallaba a 500kms de su comando.

4) La treintena de tenientes, capitanes y mayores complotados dentro de la Fuerza Aérea se encontraron con solo 24 horas para imaginar como coparían la base de Morón, en un día (el jueves 16 de junio) en el cual toda la plana mayor estaría presente para presenciar un desfile en desagravio de la bandera.


Jueves 16 de junio, primera hora – Buenos Aires: El almirante Toranzo Calderón y su estado mayor rebelde toman el control del edificio del Ministerio de Marina con el concurso de la compañía de infantería que presta seguridad en la sede. El Ministerio funcionaba entonces en la intersección de la Av. Madero y Cangallo, a solo cuatro cuadras de la Casa Rosada[7].

Primera hora – Punta Indio: La base aeronaval, ubicada en esta localidad a 150kms al S.E. de la ciudad, es copada por los oficiales complotados. Salvo el jefe de la base y un oficial – que quedan detenidos – la totalidad de los oficiales y suboficiales, fueran tripulaciones o personal de tierra, acatan las órdenes de los sublevados.

10:00 – Punta Indio: Con tiempo malo, nubes bajas y su dotación completa de bombas y armamento, despegan los aviones de la Escuadra de Ataque Nº 3. Son cinco bimotores Beechcraft T-11B Kansan (bombarderos livianos tripulados por cuatro hombres, con capacidad de portar dos bombas de 110kgs para ser arrojadas en vuelo horizontal) y veintidós monomotores North American T-6G Texan (entrenadores biplazas capaces de actuar como bombarderos en picada portando bajo sus alas dos bombas de 50kgs). Pese a corresponder a diseños anteriores al ingreso de los EE.UU. en la Segunda Guerra Mundial, en 1955 estos 27 aviones eran perfectamente operables por tripulaciones bien adiestradas. Debe señalarse, no obstante, que eran aparatos “livianos”, sin la capacidad destructiva de los bombarderos cuatrimotores. Mientras seis Texan se dirigirían a patrullar el espacio aéreo sobre los cuarteles militares de Palermo y otros del Gran Buenos Aires – con el objeto de alentar posibles sublevaciones o, al menos, neutralizar movimientos hostiles – los cinco Beechcraft y los restantes dieciséis Texan arrojarían sus bombas sobre la Casa Rosada, blanco al cual estimaban llegar alrededor de las 10:30.

10:10 – Punta Indio: Tras los aviones de combate despegan los Douglas DC3 y DC4 de la Escuadra de Transporte Nº 4. Llevan a bordo con equipo completo a la compañía de Infantería de Marina que prestaba seguridad en la Base Aeronaval y ponen rumbo al Aeropuerto Internacional de Ezeiza, que todavía se hallaba en construcción.

10:10 – Apostadero Naval Buenos Aires, Dársena Norte: El capitán de fragata Juan Carlos Argerich, jefe del Batallón 4 de Infantería de Marina, embarca sus 150 efectivos en camiones y los traslada al Ministerio de Marina. Inmediatamente después del bombardeo (como se dijo, estimado para las 10:30), el Batallón 4 – auxiliado por comandos civiles que merodearían la Plaza de Mayo – avanzaría para ocupar lo que hubiera quedado de la sede presidencial y tratar de capturar a Juan Domingo Perón y su entorno ministerial. La unidad acababa de recibir los entonces modernísimos fusiles automáticos belgas “FN” (antecesor del “FAL”).

10:30 – Río de la Plata: Las nubes bajas y la visibilidad cero a baja altura (condiciones climáticas que se mantendrían hasta pasado el mediodía) impiden a los veintisiete aviones de combate atacar su objetivo y los obliga a sobrevolar el río en círculos en espera de una mejoría.

10:45 – Ezeiza: Aterrizan los DC3 y DC4 provenientes de Punta Indio. Con los efectivos desembarcados poco le cuesta al capitán de fragata Bassi – autor intelectual del plan rebelde – neutralizar a las autoridades del aeropuerto, desplegar a sus hombres en un perímetro defensivo y hacerse cargo de las operaciones.

Horas de la mañana - Morón: Varias escuadrillas de Gloster Meteor Mk IV desplegados en esta base de la Fuerza Aérea se preparan para participar de un desfile en homenaje y desagravio a la bandera quemada el sábado anterior (11/6). En medio de tanta actividad, los pilotos y oficiales complotados (tenientes, capitanes y mayores) no encuentran resquicio para apoderarse de la base. Los birreactores Meteor, primeros jets de combate británicos, habían sido adquiridos por la Argentina en 1948 y si bien para 1955 eran ya algo anticuados, con su velocidad de 950kph y sus cuatro cañones de 20mm eran los aviones de combate más veloces y peligrosos que poseía el país.

11:00 – Ministerio de Marina: No obstante la inquietud provocada por la demora en el bombardeo de la Casa Rosada y la carencia de noticias de Morón, Toranzo Calderón hace despachar órdenes de movilización a todas las bases y unidades de la Armada falsificando la identificación del Comandante de Operaciones Navales, almirante Brunet. Si bien en estos destinos había marinos comprometidos, la precipitación del movimiento hace que los llamados no tengan casi eco. Solo se pliegan tres PBY Catalina de la Base Aeronaval Comandante Espora en Bahía Blanca.

12:00 – Casa Rosada: En conocimiento del anormal despegue de la aviación naval de Punta Indio y del copamiento del aeropuerto de Ezeiza por parte de la Infantería de Marina, de los movimientos extraños que tenían lugar en el Ministerio de Marina y habiendo detectado las falsas órdenes de movilización que habían sido enviadas a las dependencias navales de todo el país, cerca del mediodía el Gobierno va disponiendo:

- Que el personal civil evacue la Casa Rosada y Perón se traslade al Ministerio de Guerra;
- Que el Escuadrón del Regimiento de Granaderos a Caballo “Gral. San Martín” a cargo de la custodia de la Casa Rosada fuera reforzado y montara ametralladoras pesadas en las ventanas y armas antiaéreas livianas en las azoteas;
- Que los restantes escuadrones de Granaderos y otros regimientos del Ejército (en Palermo y La Tablada) se movilizaran hacia la Plaza de Mayo, hacia Ezeiza y hacia la Escuela de Mecánica de la Armada y
- Que en la base aérea de Morón dos escuadrillas de la VII Brigada Aérea, cada una compuesta por cuatro interceptores Gloster Meteor, fueran armadas con munición de guerra y despegaran con orden de derribar a cualquier avión naval que volara sobre la ciudad.

12:00 – Ministerio de Marina: La total ausencia de noticias y contacto con los aviones navales de la escuadrilla de ataque y la evidencia de haber perdido el factor sorpresa llevan a Toranzo Calderón a dar la operación por fracasada. Ordena al Batallón 4 de Infantería de Marina replegarse a sus cuarteles de Dársena Norte.

12:30 – Ministerio de Marina: Al recibir la noticia (retrasmitida por los rebeldes de Ezeiza) que los aviones estaban prestos a atacar, ya que se había abierto levemente la capa de nubes, Toranzo Calderón cambia de opinión y da la orden de ataque.

12:40 – Casa Rosada: El primer Beechcraft entra en vuelo rasante horizontal desde el Río de la Plata y lanza sus bombas sobre la Casa Rosada. Tras el ataque de los otros cuatro bimotores, es el turno de los dieciséis Texan que bombardean en picada. Aunque la mayoría de las bombas caen sobre el blanco, al menos una hace impacto directo en un trolley-bus que circula por la Av. Paseo Colón: Mueren todos sus ocupantes. Las bombas destrozan partes de las azoteas y pisos altos – causando las primeras bajas militares y entre los civiles que todavía permanecían en la residencia – pero no logran neutralizar el dispositivo de defensa desplegado por los Granaderos. Descargadas las bombas, los aviones navales se dirigen a Ezeiza, donde la Infantería de Marina y el personal de tierra los esperan para reabastecerlos y rearmarlos.

13:00 – Buenos Aires: Los primeros cuatro Gloster Meteor que han despegado de Morón con órdenes leales avistan entre las nubes a dos Texan que patrullan la vertical del Aeroparque. Con una diferencia de velocidad máxima de 950kph vs. 350kph es casi un milagro que uno de los dos aviones navales se salve ocultándose entre las nubes. El otro es derribado en el acto, su piloto salta en paracaídas y es rescatado del Río de la Plata por una lancha de la Prefectura.

13:30 – Ezeiza: Otro Gloster Meteor leal ametralla las pistas y plataformas de Ezeiza donde repostan los aviones navales recién llegados de su incursión sobre la Casa Rosada. Un Beechcraft es destruido y dos aviones civiles (uno de la línea aérea sueca S.A.S. y otro de Aerolíneas Argentinas) son averiados. Los Gloster Meteor leales pudieron haber causado mucho más daño a la aviación rebelde, tanto en tierra como en el aire, pero – como se verá más abajo – la mayoría de los pilotos de la Fuerza Aérea tienen el corazón más cerca de sus camaradas de la Armada, que del gobierno de Perón.

13:30 – Casa Rosada: Tras la explosión de las últimas bombas, los 150 efectivos del Batallón 4 – que han regresado presurosamente al Ministerio de Marina – reciben la orden de avanzar sobre la Casa Rosada. Una compañía ataca desde la Plaza Colón, en tanto que la otra lo hace frente a la explanada de la calle Rivadavia. Los Granaderos reciben a los infantes de Marina haciendo fuego con las ametralladoras pesadas emplazadas en varios puntos estratégicos de la todavía humeante estructura. Al comprobar la imposibilidad de avanzar sin riesgo de ver a sus hombres aniquilados, Argerich ordena el repliegue de sus efectivos, pero sin dejar de combatir. La orden demora en llegar a la compañía que está sobre la Plaza Colón, la que queda bajo fuego cruzado desde la Casa Rosada y desde el Ministerio de Guerra.

14:15 – Ministerio de Marina e inmediaciones: La infantería de marina combate ahora en defensa de la sede Ministerio. Lo hacen la compañía que presta seguridad al edificio y los efectivos del Batallón 4 que se van replegando.

14:30 – Ministerio de Marina: Enterado del estallido revolucionario, el Ministro de Marina, almirante Olivieri, abandona el Hospital Naval en Parque Centenario y se dirige a la sede de su Ministerio. Al llegar y ver que el edificio ya esta siendo acosado por el fuego del Ejército y amenazado por civiles armados, Olivieri se hace cargo del mando, quedando comprometido con la sublevación.

14:30 – Morón, 14:30: Treinta y tres oficiales de la Fuerza Aérea (con grados entre teniente y mayor) actuando con destacable audacia y valentía logran copar la base, encierran en hangares a varios comodoros, brigadieres y unos 500 suboficiales leales y dan aviso a los marinos en Ezeiza que a partir de ese momento los veloces y temibles Gloster Meteor apoyan la revolución. Con tan inesperado como bienvenido refuerzo – recuérdese que un rato antes estos cazas habían derribado un Texan naval y ametrallado Ezeiza – los aviadores navales coordinan el segundo ataque aéreo a la Casa Rosada con sus colegas de la Fuerza Aérea.

15:00 – Ministerio de Marina: Con el Ejército y civiles armados de la Alianza Libertadora Nacionalista acribillando el edificio del Ministerio de Marina, una total carencia de refuerzos[8], aislado y desconociendo lo que ocurría con la aviación, el almirante Olivieri llama al Ministro de Guerra, Gral. Lucero, para detener la lucha.

15:10 – Casa Rosada: Un soldado de la sección antiaérea de Granaderos desplegada en la azotea de la Casa Rosada grita: “¡Aviones!”. Son los Beechcraft y Texan navales que se aproximan para el segundo ataque. Vuelan bajo, pero esta vez no desde el río, sino desde la Avenida de Mayo. Se les han unido los tres hidroaviones PBY Catalina provenientes de la Base Aeronaval de Comandante Espora, improvisadamente cargados con bombas en Ezeiza. Si bien los Gloster Meteor ya no los amenazan, los aviones navales son recibidos por una cortina de fuego mucho más intensa que la de la mañana, ya que el Ejército ha reforzado las ametralladoras del Regimiento de Granaderos con cañones antiaéreos Oerlikon y Bosfors.

15:30 – Casa Rosada: Tras el segundo ataque de los aviones de la Armada – que ha interrumpido el diálogo iniciado por Olivieri – los partidarios del gobierno tienen la desagradable sorpresa de ver llegar varias escuadrillas de Gloster Meteor de la Fuerza Aérea, ahora plegados a los rebeldes. Estos no portan bombas, pero disparan munición explosiva desde los cuatro cañones Hispano-Suiza de 20mm que llevan en su trompa.

Horas de la tarde – Buenos Aires: Haciendo numerosas salidas desde sus bases de Ezeiza y Morón, una inusual fuerza aérea combinada de cerca de cuarenta aviones navales y militares ataca a lo largo de dos horas y con inusitada violencia no solo la Casa Rosada, sino también el Ministerio de Guerra, la artillería antiaérea emplazada en la Plaza de Mayo, las tropas que hostigan al Ministerio de Marina, las antenas de las radios oficiales, el Departamento Central de Policía, las avanzadas del Regimiento 3 de La Tablada y de unidades blindadas de Campo de Mayo que amenazan a sus propias bases de Ezeiza y Morón y hasta un edificio en la calle Gelly y Obes al 2200 en el cual Perón poseía un departamento[9].

16:30 – Buenos Aires: Con las balas todavía silbando y bombas cayendo, ya a esta hora comienza el saqueo e incendio de los templos por parte de bandas de civiles. Ante la pasividad de policías, bomberos y tropas del ejército, la Catedral y la Curia metropolitanas son las primeras víctimas[10].

16:30 – Ezeiza: Tras ser ametrallado por la aviación naval rebelde, el Regimiento 3 de Infantería (con sede en La Tablada) recaptura el aeropuerto de Ezeiza.

17:00 – Buenos Aires: Pese a la virulencia y a las víctimas que provoca[11], el segundo ataque aéreo solo sirve para demorar el final durante un par de horas. Tras una tenaz y denodada resistencia de los infantes de Marina, rodeados y acribillados en el Ministerio de Marina por fuerzas del Ejército muy superiores en número y armamento, incluyendo vehículos blindados, y carente – aparte de la aviación – de todo apoyo externo, Olivieri retoma el contacto con Lucero, parlamenta con los generales Arnaldo Sosa Molina y Juan José Valle y – recibidas las garantías del caso (en particular, que el edificio no fuera entregado a civiles) – rinde sus efectivos. Merece destacarse el notable comportamiento en combate de los oficiales, suboficiales y soldados del Ejército que participaron de la lucha de esa tarde (pertenecientes a los regimientos “Buenos Aires”, “Granaderos” y 1, 2 y 3 de infantería), los que pese al incesante fuego que recibieron desde el Ministerio de Marina y el feroz acoso que sufrieron por parte de la aviación rebelde, no cejaron ni por un instante en dominar los focos rebeldes[12].

17:20 – Buenos Aires: Mientras Perón está hablando por radio anunciando la rendición, los últimos cuatro Gloster Meteors despegados de Morón (y ya camino al Uruguay) generan nuevas corridas y temores al descargar sus cañones contra el Departamento Central de Policía, la Casa Rosada y el Ministerio de Guerra.

17:30 – Morón: Unidades blindadas de Campo de Mayo recuperan para el gobierno la base aérea de Morón. El último avión rebelde en despegar, un DC3 naval, lo hace en medio del fuego de las armas leales. Había venido desde Ezeiza a rescatar a aviadores y civiles que han apoyado el golpe.

18:00 – República Oriental del Uruguay: Ya oscureciendo, treinta y seis aviones militares y navales argentinos transportando a 122 hombres se posan en aeródromos uruguayos. Los pilotos, otros oficiales navales y aeronáuticos rebeldes y algunos civiles que no escapan en los aviones de combate, lo hacen en los DC3 y DC4 de transporte.

Horas del anochecer - Ministerio de Marina: Los oficiales rebeldes capturados son detenidos e incomunicados en sus despachos y en diversos lugares del detrozado edificio, el que queda ocupado y custodiado por el Ejército.

Madrugada del viernes 17 – Ministerio de Marina: Un oficial del Ejército les ofrece un arma a los almirantes Toranzo Calderón, Olivieri y Gargiulo. Mientras los dos primeros rechazan la insinuación, el Almirante Benjamín Gargiulo escribe una carta a su familia y se quita la vida.


Notas

[1] Miguel Ángel Zavala Ortiz (por la UCR), Adolfo Vicchi (por el partido conservador) y Américo Ghioldi (por el socialismo).

[2] Toranzo Calderón había egresado como subteniente del Colegio Militar, pasando a la Infantería de Marina cuando este cuerpo se creó. No era, pues, un oficial “barquero” y ni siquiera egresado de la Escuela Naval. Pero los conspiradores apreciaban en él que era un decidido antiperonista, que – por añadidura – tenía mando de tropas. Lo cierto, además, es que no habían encontrado a ningún otro.

[3] En 1953 Bengoa, de extracción nacionalista moderada, había conducido de manera enérgica la investigación ordenada por Perón sobre el caso Duarte.

[4] ¡Menos mal que se trataba de la Constitución peronista de 1949…!

[5] Nótese que era el mismo día en el que en Buenos Aires se llevaría a cabo la tensa procesión del “Corpus Christi”.

[6] El disgusto de Olivieri y su costumbre de fumar sin control le provocaron esa tarde (del miércoles 15) una crisis cardíaca tal que debió ser internado en el Hospital Naval con un preinfarto.

[7] El edificio que es actualmente sede del comando de la Prefectura Naval Argentina.

[8] A primera hora de la tarde tropas del Ejército provenientes de los cuarteles de Palermo habían rodeado y neutralizado los cuarteles de la Escuela de Mecánica de la Armada, en las avenidas del Libertador y Gral. Paz. Los otros intentos hechos por los sublevados de Ezeiza para traer por vía aérea refuerzos de infantería de marina desde Mar del Plata, Azul y Puerto Belgrano también habían sido neutralizados.

[9] Se lo había regalado el empresario Alberto Dodero.

[10] Fueron victimas de saqueos y/o incendios la Catedral y la Curia Metropolitanas, las iglesias de Santo Domingo, San Francisco, San Ignacio, San Miguel, La Merced, del Socorro, San Nicolás de Bari, San Juan Bautista y la capilla San Roque. La orden dada al Jefe de la Policía, Comisario Miguel Gamboa, de mantener a la policía alejada de las calles emanó directamente del Ministro del Interior, Ángel Borlenghi.

[11] La cantidad de civiles muertos en la jornada informada por el propio Perón alcanzó a 200 personas. Posteriormente, otras fuentes peronistas elevaron la cifra, con fines de propaganda, hasta 300 o más. Si bien muchos fueron víctimas inocentes de los ataques aéreos – sobre todo del primer bombardeo, ya que luego los civiles se alejaron de la zona – la mayoría de los fallecidos fueron los militantes y activistas que atacaron al Ministerio de Marina mezclados con las tropas leales. Temerosos de los que les podría ocurrir en caso de caer en manos de estos elementos civiles, los infantes de marina tuvieron especial cuidado de hacer puntería sobre ellos. Los muertos militares de ambos bandos alcanzaron a veinte. Cabe destacar el caso del general Tomás Vergara Ruzo, alcanzado su vehículo por una bomba cuando intentaba llegar al teatro de operaciones para incorporarse a la lucha.

[12] Este comportamiento contrastaría con el que, salvo contadas excepciones, se observaría en la revolución de septiembre.

3. Los oscuros días de julio de agosto de 1955

La conspiración que dio lugar a la segunda y definitiva revolución contra Perón comenzó la noche misma del terrible 16 de junio. Los que ya antes de aquel evento experimentaban asco por Perón y su régimen, lejos de amedrentarse con los cientos de muertos o escarmentar con el enjuiciamiento de los marinos y aviadores que aquel día habían fracasado, se reafirmaron en su voluntad de liquidar al gobierno y el número de civiles y militares opositores dispuestos a jugarse la vida en un segundo intento fue en aumento. Al zigzaguear entre treguas y reconciliaciones en el mes de julio y nuevas amenazas en agosto, Perón mismo fue haciendo crecer el hastío que llevó hasta el alzamiento de septiembre. No fue, sin embargo, simple ni fácil.

Según Isidoro Ruiz Moreno en el mismo lúgubre anochecer del jueves 16 de junio, el capitán de navío Arturo Rial (de la aviación naval, pero por entonces a cargo de la dirección de institutos y escuela de enseñanza de la Armada) le comentó a su subordinado, capitán de corbeta Carlos Pujol: “Bueno Pujol, quiero que me tienda las líneas porque empezamos de nuevo” Ambos habían estado ajenos al golpe fracasado, lo que les facilitaría la labor a la que se lanzaban.

Muy pronto los contactos de Rial y Pujol (a quienes pronto se habían unido los capitanes Oliva Day, Ruiz, Duperré, Gallastegui, Mayorga, Palma, Sánchez Sañudo, Estévez, Kolungia y otros) se extendieron por toda la Armada, jugando un rol crucial el capitán de navío Jorge Perren, que como segundo jefe de la Base Naval de Puerto Belgrano, se convirtió en la autoridad máxima del complot en toda el Área Naval de Bahía Blanca (que incluía la enorme concentración de efectivos y armamentos apostados en la base naval, en la base aeronaval Comandante Espora y en la base Baterías de la infantería de marina). Y antes que terminara el mes de junio, los conspiradores recibieron el espaldarazo de saber que el almirante Rojas, director de la Escuela Naval Militar, había aceptado encabezar el próximo alzamiento de la Marina.

Mientras tanto la situación comenzó a bullir también en el Ejército. Si hasta entonces – y tal como había quedado demostrado el 16 de junio – había sido la fuerza que actuó como respaldo monolítico del régimen, la persecución religiosa y otros excesos de Perón ejercieron influencia en el espíritu de muchos oficiales, algunos de los cuales empezaron hasta sentir vergüenza de salir a la calle en sus uniformes. Uno de estos fue el coronel Eduardo Señorans, jefe del importantísimo Departamento Operaciones del Estado Mayor General del Ejército. Y otro, su subordinado en el mismo Departamento, el mayor Juan Francisco Guevara.

El rol que Rial y Pujol jugaron en la Marina fue desempeñado en el Ejército por Señorans y Guevara. Así fue creciendo el círculo de conspiradores en los niveles de teniente coroneles y mayores, hasta que a principios de julio la noticia de la conjura de Señorans llegó al general Aramburu, por entonces a cargo de la Dirección de Sanidad del Ejército y, algo más tarde, director de la Escuela Nacional de Guerra[1]. Tras tomar contacto, Aramburu, Señorans y el grupo que colaboraba con este último comenzaron a planificar la revolución actuando como un Estado Mayor paralelo. Muy pronto el círculo conspirador del Ejército entró en contacto con el de la Armada y, con las reservas del caso, Aramburu y Rojas – viejos conocidos de la Embajada Argentina en Río de Janeiro – tuvieron su primera reunión antes de la mitad del mes de julio de 1955. La experiencia y el fracaso del 16 de junio habían llevado a los conspiradores de la Marina al convencimiento de la absoluta inutilidad de lanzar un nuevo movimiento sin el concurso de las otras dos fuerzas, sobre todo del Ejército, opinión y decisión que le fue manifestada con total claridad a Aramburu por parte de Rojas.

Pero para lanzar el golpe Aramburu y Señorans tenían un serio problema: Aunque el sentimiento antiperonista y de asqueo con el régimen había hecho crecer el número de oficiales jóvenes (tenientes, capitanes, mayores, tenientes coroneles) dispuestos a sublevarse, no parecía ocurrir lo mismo entre los coroneles, comodoros, generales y brigadieres al mando de las guarniciones más importantes. En estos niveles – y con la única excepción de Cuyo – solo aparecían oficiales retirados (como los coroneles Arturo Ossorio Arana y Héctor Solanas Pacheco) o sin mando de tropas (como los generales Juan José Uranga y Dalmiro Videla Balaguer).

En Córdoba, al no encontrar receptividad en ninguno de los generales, brigadieres y coroneles allí destinados, el núcleo de capitanes y mayores del Ejército y de la Fuerza Aérea que habían comenzado a conspirar encontraron guías en el coronel Ossorio Arana (que hasta 1951 había sido director de la Escuela de Artillería) y en el comodoro Julio Cesar Krausse (que había sido relevado como subdirector de la Escuela de Suboficiales por cuestionar conceptos del Ministro Juan Ignacio de San Martín).

Aunque tampoco hubo generales o coroneles receptivos a la conspiración en las unidades blindadas desplegadas en Corrientes (Mercedes, Curuzú Cuatia, Monte Caseros y Paso de los Libres), varios mayores y capitanes dispuestos a alzarse en esas ciudades – sobre todo en Curuzú Cuatiá – lograron hacer llegar, a través de mayor Juan José Montiel Forzano, su mensaje de adhesión al coronel Eduardo Arias Duval, que integraba el grupo sedicioso de Señorans.

Peor era la situación en las grandes unidades de batalla apostadas en Buenos Aires y en el Gran Buenos Aires (Palermo, Campo de Mayo, Colegio Militar, Palomar, Morón, Ciudadela, La Tablada, La Plata), en donde los jefes eran tan manifiestamente adictos al régimen, que la actividad conspirativa de los oficiales de rango intermedio no tuvo siquiera posibilidad de extenderse y menos de fructificar.

Solamente en Cuyo, donde la antipatía hacia Perón caracterizaba a los mayores y teniente coroneles al frente de la mayoría de los batallones, la inquietud revolucionaria halló eco en los generales Julio Alberto Lagos, comandante del 2do Ejército y Eugenio Arandía, jefe del Estado Mayor de esa unidad de batalla.

Mientras tanto, a fines de junio y comienzos del mes de julio Perón pronunció varios discursos de tono conciliador. Se declaró “presidente de todos los argentinos” y no ya “jefe de una revolución”, se manifestó dispuesto a escuchar a los hombres de la oposición, les ofreció a los dirigentes de los partidos opositores la posibilidad de hablar al pueblo de la República a través de la cadena oficial de radio y ordenó la liberación de algunos de los civiles detenidos después del 16 de junio. No obstante estas iniciativas, la oposición se mantuvo muy desconfiada y las protestas en las calles, en las universidades y en la Cámara de Diputados se mantuvieron a la orden del día.

Así fue como el 27 de julio se dirigió por radio a la opinión pública el Dr. Arturo Frondizi, presidente de la U.C.R., el 9 de agosto lo hizo el Dr. Vicente Solano Lima, del Partido Demócrata (conservador) y luego el Dr. Luciano Molinas (del Partido Demócrata Progresista). Los doctores Alfredo Palacios y Nicolás Repetto, dirigentes del Partido Socialista, se negaron a someterse al previo examen del contenido de sus mensajes, por lo que eligieron publicarlos en el diario “La Nación”.

A comienzos de agosto ocurrieron dos hechos importantes para comprender cosas que pasarían más adelante: 1) El general Lonardi, retirado desde 1951, preso el año siguiente y liberado desde comienzos de 1953, les hizo llegar a Aramburu y Señorans, a través del coronel Ossorio Arana, un mensaje indicándoles su voluntad de cooperar con el nuevo alzamiento. Pero Aramburu se negó terminantemente, descolocando a Lonardi en la primera y única oportunidad en la que se encontraron, espetándole un: “yo no conspiro ni conspiraré”. Aramburu explicó su actitud a sus colaboradores diciéndoles que “no necesitaba generales retirados, sino con mando de tropas”. 2) Simultáneamente los jefes de la conspiración tuvieron que absorber la noticia del pase a situación de retiro, por propio pedido, del general Lagos. Este defendería su actitud basándose en su concepto del honor militar, pero para la revolución significó la baja del único general de división con mando de tropas. Vista la opinión de Aramburu sobre los “generales retirados”, la actitud de Lagos no contribuyó precisamente solidificar sus relaciones con el jefe de la conspiración y su entorno.

Pero fue a mediados de agosto cuando se puso en marcha la cadena de eventos que llevarían al estallido de septiembre: Sobre la base de denuncias diversas, en la madrugada del domingo 14 de agosto la Policía Federal detuvo a decenas de civiles pertenecientes a muy distintos grupos de oposición y los acusó aparatosamente de estar tramando un atentado contra la vida de Perón. El jueves 18 fue detenido el general Bengoa y el viernes 19 se dio abiertamente por terminada la tregua política, retomando Perón y sus colaboradores sus amenazantes y agresivos discursos y redoblando los opositores las protestas en todos los lugares en los cuales podían manifestarse.

El martes 30 de agosto Perón envió una larga carta al Partido Peronista ofreciéndole su “retiro” como solución y “su último servicio” en bien del país. Como era habitual, la respuesta a esta insinuación fue la disposición por parte de la C.G.T. de un paro general de actividades para el día siguiente, convocando a una gran concentración en la Plaza de Mayo. Al anochecer del miércoles 31 Perón pronunció el que sería su más violento discurso desde su llegada al poder: “A la violencia hemos de contestar con más violencia”; “Desde ya establecemos como conducta permanente para nuestro Movimiento: Aquel que en cualquier lugar intente alterar el orden en contra de las autoridades constituidas, o en contra de la ley o de la Constitución, ¡puede ser muerto por cualquier argentino!”; “¡La consigna para todo peronista, esté aislado o dentro de una organización, es contestar a una acción violenta con otra más violenta” y finalmente, “¡Cuando uno de los nuestros caiga, caerán cinco de los de ellos!”

Las palabras del presidente provocaron que esa misma noche del miércoles 31 de agosto el general Videla Balaguer anunciara abiertamente a todos sus subordinados del Comando de la IV Región Militar en Río Cuarto, Córdoba (una dependencia administrativa del Ejército), que se declaraba en rebelión frente a Perón. La imprudencia de haber hablado en esos términos delante de un oficial (el mayor Alfonso Mauvecín) ampliamente conocido por su adhesión incondicional al peronismo, tuvo como resultado su inmediata denuncia (por teléfono) al Ministerio de Guerra. Como además no contó con el apoyo del jefe del Regimiento 14 de Infantería de Río Cuarto, ni con el de los conjurados de Córdoba (capital) y Cuyo, el viernes 2 de septiembre por la noche Videla Balaguer y tres de sus subordinados debieron huir con rumbo desconocido.

En otro episodio de gran peligrosidad para los complotados, el ayudante de Aramburu, mayor Juan Carlos San Martín Benítez fue detenido por el S.I.E. (Servicio de Informaciones del Ejército). Si bien San Martín Benítez declaró generalidades tan obvias e implicó a tantos generales, incluyendo a notorios peronistas, que de nada le sirvieron al S.I.E., la vigilancia sobre los más sospechosos de conspirar (Aramburu, Señorans, Lonardi, Rial y otros) se hizo muy intensa.

El discurso de Perón del 31/8 ejerció mayor presión todavía sobre los conspiradores. Los marinos y los artilleros de Córdoba, por otra parte, temían que después de las maniobras de septiembre, la rutinaria “desactivación” de cañones y demás armamento pesado le quitaría posibilidades al alzamiento. En los primeros días de septiembre, sin embargo, Aramburu concluyó que las condiciones para lanzar la revolución con una mínima probabilidad de éxito no estaban dadas y decidió por sí postergar el movimiento para mayo o junio de 1956. La dura decisión le fue trasmitida por Señorans a los militares, marinos y aviadores complotados entre los días lunes 5 y el martes 6 de septiembre, en tanto que el miércoles 7 de septiembre, en una recepción ofrecida por la Embajada de Brasil con motivo de la fecha patria del vecino país, Aramburu se lo informó personalmente a Rojas.


Nota

[1] Este es un instituto de enseñanza militar para civiles, que no debe ser confundido con la Escuela Superior de Guerra, que forma a los oficiales de Estado Mayor.

4. Septiembre de 1955: Cronología de la Revolución Libertadora

23 de septiembre: La histórica Plaza de Mayo se llena de manifestantes en apoyo de la Revolución



Lunes 5, horas del atardecer – Buenos Aires: Al enterarse (a través de coronel retirado Cornejo Saravia) de la decisión tomada por Aramburu de postergar el alzamiento, Lonardi se indigna y comienza a meditar íntimamente la posibilidad de ponerse él al frente de la Revolución. Confía su intención al Cnel. Ossorio Arana quien lo alienta decididamente.

Viernes 9, Buenos Aires: Enviados por su padre, viajan a Córdoba Luís Ernesto y Eduardo Lonardi. Llevan la misión de tomar contacto con oficiales comprometidos y traerle a su padre la información más precisa que puedan obtener.

Sábado 10, horas del día – Córdoba: Luís Ernesto y Eduardo comprueban el fervor revolucionario que existe tanto en la ciudad, como en sus guarniciones militares y aéreas. La excepción es la poderosa Escuela de Infantería. La oficialidad contactada les advierten de los inconvenientes que para el alzamiento implicará la finalización del año militar, previsto para el viernes 16, con la consiguiente desactivación del armamento pesado.

Sábado 10, horas del anochecer – Buenos Aires: Con la información reunida por Ernesto - que ha regresado a Buenos Aires en avión - Lonardi decide lanzar la Revolución desde Córdoba. Por la cantidad de oficiales allí complotados y la potencia de fuego que le proporcionará, lo hará copando la Escuela de Artillería, una de las unidades de la guarnición que se halla en el camino a La Calera. Fija la fecha y la hora para el viernes 16 a las 00:00. El Cap. Pereyra Zorraquín, colaborador inmediato de Lonardi recibe el encargo de ubicar al Mayor Guevara, oficial que, habiendo colaborado con Señorans, tiene toda la información sobre los complotados, sus contactos y las unidades que estarían en condiciones de sublevar.

Domingo 11 – Buenos Aires: Como el Mayor Guevara ha cambiado de domicilio para eludir la vigilancia policial, Pereyra Zorraquín recién lo puede encontrar tras angustiosa búsqueda en horas de la tarde en Olivos. Lo impone de las decisiones tomadas por Lonardi y en nombre de este le pide colaboración para retomar los contactos de la conspiración. Alegrándose que otro jefe militar revolucionario hubiera tomado la posta abandonada por Aramburu, Guevara se pone de inmediato a órdenes de Lonardi, pero informa del deber que tiene de reunirse con el Cnel. Señorans, su superior inmediato, para imponerlo de la novedad.

Lunes 12, 09:00 – Buenos Aires: El Mayor Guevara concurre al despacho del Cnel. Señorans y le informa de la decisión de Lonardi. Superado el momento de sorpresa, tras reafirmar su voluntad de participar de la Revolución, Señorans objeta la fecha elegida por Lonardi. Advierte a Guevara que con motivo de sus maniobras anuales, las unidades blindadas de Curuzú Cuatiá están todavía integradas en una Agrupación de campaña bajo el mando del Gral. Lubin Arias, en vez de bajo sus mandos naturales. Hasta tanto esa Agrupación no se disuelva (en una o dos semanas), se dificulta grandemente el accionar de los oficiales comprometidos en la sublevación, poniéndose en serio peligro el éxito del levantamiento[1]. Guevara contesta que a juicio de Lonardi lo inverso pasaría en la Escuela de Artillería y otras unidades en Córdoba: Cada día de retraso aumentaría el peligro de fracaso. Señorans pide entonces hablar con Lonardi.

Lunes 12, 09:00 – Buenos Aires: A la misma hora Lonardi se reúne con el Tte. Cnel. Arribau, a quien le encomienda trasladarse a Curuzú Cuatiá para cooperar con la sublevación de las unidades blindadas de aquella ciudad.

Lunes 12, 15:00 – Buenos Aires: Lonardi y Guevara se reúnen con el Cnel. Arias Duval, subjefe de la Agrupación Blindada, quien también pide un retraso de al menos 24 horas en el lanzamiento de la Revolución en Curuzú Cuatiá. Cuando Lonardi no accede y vuelve a argumentar sus razones para lanzarse a las 00:00 del viernes 16, Arias Duval esboza los planes que tiene para facilitar la sublevación y hacer llegar allá al oficial superior que encabezará el movimiento.

Lunes 12, algún momento de día – Córdoba: El Dr. Villada Achaval, cuñado de Lonardi, hace conocer a la oficialidad complotada del Ejército y de la Aviación que el General se pondría al frente de la Revolución el viernes 16 a las 00:00. Tras la desilusión de la semana anterior y en medio de un gran entusiasmo, comienza la planificación en detalle el copamiento de las unidades.

Lunes 12, 21:00 – Buenos Aires: En casa de Teófilo Lacroze, Lonardi se reúne con el Cnel. Ossorio Arana, quien partirá para Córdoba a primera hora del día siguiente (martes 13) para tomar contacto con los oficiales del Ejército y de la Fuerza Aérea que participarán de la Revolución en aquella ciudad.

Lunes 12, 22:00 – Buenos Aires: En un auto Lonardi, el Mayor Guevara y el Cnel. Arias Duval conversan con el Cap. de Fragata Jorge Palma, formalmente representando al Cap. de Navío Rial. Este en Buenos Aires y el Cap. de Navío Perren en Puerto Belgrano son los artífices de la conspiración en la Marina. Pero Rial no puede moverse de su casa de San Isidro a esas horas sin alertar a los pesquisas que lo vigilan. Como Lonardi sabe que, escaldados por la experiencia del 16 de junio, los marinos tienen decidido no volver a sublevarse hasta que lo haga (por lo menos) un general del Ejército al mando de alguna unidad importante de esa fuerza, le comunica a Palma la decisión que ha tomado, de iniciar el alzamiento a las 00:00 del 16 de septiembre. En conocimiento que Aramburu había decidido postergar la sublevación, Palma inquiere por quien será el jefe militar rebelde. Lonardi le responde que él asumiría la responsabilidad. Inquirido a su vez sobre la actitud de la Marina, Palma compromete sin hesitar su participación. Y en cuanto al jefe de la Armada rebelde, informa a Lonardi que sería el Alte. Rojas, Director de la Escuela Naval Militar, a menos que un almirante más antiguo se plegara, en cuyo caso Rojas se le subordinará. El acuerdo de palabra es total y la confianza inspirada por Lonardi en Palma es tal, que este modifica de una manera importante su escepticismo inicial: La Marina, dice, se lanzaría el viernes 16 a las 00:00 sin esperar a confirmar que Lonardi también se hubiera lanzado.

Lunes 12, 23:00 – Buenos Aires: En casa del Cap. Garda, en Villa Devoto, Lonardi se reúne con el Gral. Uranga. Uranga habla de contactos que podrían ayudarlo a sublevar el Regimiento de Patricios (1ro. de Infantería) y el Colegio Militar de la Nación. No obstante, relata que en el caso de Colegio no ha podido convencer al Mayor Dámaso Pérez (jefe del batallón de infantería de cadetes) que se alce contra el director de la institución, Gral. Maglio.

Lunes 12, 24:00 – Buenos Aires: Camino de vuelta al centro Guevara anoticia a Lonardi de la actitud revolucionaria que en su momento, antes de dejar el Comando del 2do. Ejército desplegado en Cuyo, había manifestado el Gral. Lagos al Cnel. Señorans, Ante la falta de tiempo para reunirse personalmente con Lagos, Lonardi comisiona a Guevara para que lo entreviste al día siguiente y lo invite a unirse a la Revolución. También se encargaría Guevara de proponer al Gral. Bengoa – preso entonces por su presunta participación en los hechos del 16 de junio – que se reactive el plan previsto para que huyera del lugar detención y se trasladara a Entre Ríos o, eventualmente, a Corrientes para encabezar la sublevación en las provincias mesopotámicas.


Martes 13, 01:00 – Buenos Aires: Tras dejar a Lonardi en su casa, el Mayor Guevara se dirige a Lomas de Zamora en busca del Mayor Dámaso Pérez. Con este oficial regresa a Buenos Aires y, tras buscar a los capitanes Genta, Formigioni y Padrós (jefes de tres de las cuatro compañías del batallón de infantería del Colegio Militar), se dirige a Bella Vista, a la casa del capitán Videla, también oficial del batallón de infantería del Colegio. Guevara se enfrenta con el mismo obstáculo que halló el Gral. Uranga: Pese a su antiperonismo, estos oficiales no están dispuestos a sublevarse contra su superior, el director del Colegio Militar, Gral. Maglio.

Martes 13, por la mañana – Córdoba: Los generales Lucero y Domingo Sosa Molina, Ministro de Guerra y Comandante en Jefe del Ejército, respectivamente, llegan a la ciudad con el objeto de evaluar los rumores que han corrido sobre la existencia de un clima de inquietud entre la oficialidad joven de la guarnición. Se reúnen en la Escuela de Artillería con el Gral. Morello (jefe de la IV División de Córdoba), los coroneles Turconi (Director de la Escuela de Artillería) y Brizuela (Director de la Escuela de Infantería) y el Cap. Bruno (Director de la Escuela de Tropas Aerotransportadas). Entre estos jefes hay tanto optimismo en descartar que sus unidades puedan ser copadas por oficiales revolucionarios, que Lucero envía radiogramas al Jefe de Inteligencia, Cnel. Osinde y al propio Perón, expresándoles la confianza que le despertaban los mandos.

Martes 13, en algún momento del día – Buenos Aires: Puesto el Cap. de Navío Rial en conocimiento (por el Cap. de Fragata Palma) de la decisión de Lonardi, activa todos los contactos en la Marina para que la Escuela Naval de Río Santiago, la Escuela de Marinería y unidades de Infantería de Marina de la isla Martín García, las bases navales de Río Santiago, Mar del Plata y Puerto Belgrano, la base aeronaval Comandante Espora y la Flota de Mar (fondeada por esos días en el Golfo Nuevo, frente a Puerto Madryn) se subleven el viernes 16 a partir de las 00:00.

Martes 13, 15:00 – Buenos Aires: Lonardi y el Cnel. Señorans se encuentran en el consultorio de un dentista amigo. Este último insiste en la dificultad de sublevar a las unidades de caballería blindada de Curuzú Cuatiá mientras no se desmovilice el comando de maniobras y cada unidad recupere su libertad de acción. Cuando Lonardi se mantiene firme en la fecha – argumentando entre otras cosas lo avanzada que está la conspiración en Córdoba y en la Marina – Señorans le vuelve a advertir sobre la posibilidad de un fracaso. No obstante se pone a su disposición y le propone que, en la eventualidad que el Gral. Bengoa no quisiera unirse al plan, sea Aramburu quien se haga cargo de la sublevación en la zona. Superando cualquier resentimiento y solo pensando en los beneficios que tal cosa significaría para la Revolución, Lonardi acepta.

Martes 13, 15:00 – Buenos Aires: El Mayor Guevara visita al Gral. Lagos en su domicilio de Martínez, lo impone de la decisión de Lonardi y le pregunta si estaba dispuesto a sublevar el 2do Ejército de Cuyo. Aunque tan sorprendido como Señorans y los oficiales de la Marina, Lagos responde afirmativamente y se compromete sin hesitar a iniciar la sublevación de Cuyo el viernes 16 a las 00:00.

Martes 13, 16:30 – Buenos Aires: Lonardi se encuentra por última vez con el Mayor Guevara en la estación de donde entonces salían los ómnibus para Córdoba. Allí Guevara lo impone de las novedades: Malas: 1) Ni Patricios, ni el Colegio Militar se sublevarán, al menos de inmediato y 2) Bengoa no acepta el plan de fuga que le propusieron. Buenas: 1) La Marina está presta a sublevarse en masa; 2) El Tte. Cnel. Arribau ya salió para Curuzú Cuatiá; 3) El Cnel. Arias Duval, el Tte. Cnel. Ayala y el Cap. de Fragata Molinari lo harían en un pequeño avión militar monomotor DHC Beaver, el jueves por la tarde desde Don Torcuato; 4) Señorans tomaría la última balsa Zárate-Puerto Constanza[2] del jueves 15 para encontrarse en la madrugada del viernes 16 en Gualeguay con el grupo de Arias Duval y proseguir todos juntos por vía aérea hacia Curuzú Cuatiá y 5) El Gral. Lagos partiría esta misma noche en automóvil hacia San Luis para sublevar el 2do Ejército.

Martes 13, 17:00 – Buenos Aires: El Gral. Lonardi y su mujer parten en ómnibus para Córdoba, donde ya se encuentra Ossorio Arana.

Martes 13, 20:00 – Buenos Aires: El Gral. Lagos, su hermano, Carlos, y el Dr. del Carril parten en el automóvil del segundo de los nombrados con destino a San Luis. Para eludir controles policiales que hubieran fácilmente identificado a Lagos en la habitual ruta 8 vía Río Cuarto (faltaban varios años para que se completara la pavimentación del tramo Junín-Villa Mercedes de la ruta 7 ), viajarán por la ruta 5 hasta Trenque Lauquen, para desviar luego por caminos de tierra hacia a San Luís.

Martes 13, 21:00 – Buenos Aires: El Cnel. Señorans cita a Aramburu en el Petit Café. Para no despertar demasiadas sospechas ambos concurren con sus esposas. Enterado de la decisión tomada por Lonardi, Aramburu no puede ocultar su contrariedad, pero dando también una gran muestra de desinterés, compromete su presencia en Curuzú Cuatiá. Anticipando la respuesta afirmativa, Señorans le informa que ha sacado pasajes para embarcar en la última balsa nocturna Zárate-Puerto Constanza que parte el jueves 15.


Miércoles 14, primeras horas de la madrugada – San Luís: El auto en el que viajan Lagos y sus acompañantes por caminos de tierra, sufre un desperfecto en un solitario lugar cerca de Justo Daract. Un desconocido que surge de la nada en medio de la oscuridad resuelve el problema, posibilitando que los viajeros prosiga el viaje junto a sus acompañantes.

Miércoles 14, 08:00 – Buenos Aires: El Ministro Lucero llama al Gral. Raviolo Audisio en San Luís, segundo comandante del 2do. Ejército, para inquirirlo sobre la actitud del Gral. Arandía, jefe de Estado Mayor de aquella unidad (y, también, uno de los principales conspiradores). Raviolo Audisio tranquiliza a Lucero dándole seguridades de la lealtad de los jefes a su mando.

Miércoles 14, 09:00 – Córdoba: Lonardi llega a la ciudad y se reúne con el Cnel. Ossorio Arana en casa del Dr. Calixto de la Torre.

Miércoles 14, 12:00 – San Luís: Mientras Lagos y el Dr. del Carril esperan en la cuesta o quebrada del Gato cerca de la ciudad, el hermano del primero prosigue en busca del Gral. Arandía. Este tiene malas noticias: 1) Las tropas de Mendoza están de maniobras en la cordillera. 2) La fracasada asonada que el Gral. Videla Balaguer había intentado días atrás en Río Cuarto había desatado investigaciones y vigilancia de la Policía Federal sobre los oficiales de la guarnición. 3) Como consecuencia de ambos hechos, más las directivas que la semana anterior se habían recibido del Cnel. Señorans, todos los contactos revolucionarios estaban interrumpidos. 4) Tampoco estaba allí el Gral. Epifanio Sosa Molina, Comandante del 2do. Ejército, a quien Lagos había pensado capturar y poner preso. Convienen que Lagos siga hacia Mendoza por un camino secundario a través de la Provincia de San Juan y que una vez allí trate de establecer contacto con el Cnel. Elizondo.

Miércoles 14, 12:30 – Corrientes: En Curuzú Cuatiá el Mayor Montiel Forzano, Jefe del Destacamento de Exploración Blindado de esa localidad (equipado con vehículos semioruga) y principal contacto de la sublevación, recibe el mensaje que le confirma el estallido de la Revolución el viernes 16 a las 00:00. Comunica la noticia a los oficiales subalternos (todos de graduación inferior a Mayor) complotados, los que – sin la presencia de ningún oficial superior – tendrán el gran desafío de copar varias unidades mecanizadas y blindadas, con centenares de suboficiales conductores, artilleros, radiotelegrafistas, mecánicos, armeros, etc., la mayoría de fuerte filiación peronista.

Miércoles 14, a media tarde – Córdoba: Lonardi se reúne con el Gral. Videla Balaguer, quien, tras su fallida intentona, está escondido en una casa de Alta Córdoba. Lonardi le pide que tome el mando de los civiles insurrectos de la ciudad, pero le encarga especial y encarecidamente que estos no se muevan hasta que la situación militar se halle consolidada.

Miércoles 14, al anochecer – Zarate: Convencido que el Gral. Bengoa se trasladará a Curuzú Cuatiá, el Cnel. Solanas Pacheco y dos amigos cruzan en la balsa nocturna de Zárate a Puerto Constanza. Van en un auto en el que completarán el viaje hasta Corrientes.

Miércoles 14, 22:00 – Córdoba: En casa del Dr. Calixto de la Torre, Lonardi se reúne con los oficiales comprometidos de las guarniciones militares y aéreas. Repasa el plan que ejecutarán el viernes 16 a partir de las 00:00. Tras escuchar de Lonardi su famosa exhortación de “proceder inicialmente con la máxima brutalidad”, la reunión termina a las 00:00 de jueves 15, es decir solo 24 horas antes de la hora “H”.

Miércoles 14, 22:00 – Buenos Aires: Rial reúne en su casa de Olivos a algunos oficiales complotados de la Marina para coordinar los próximos movimientos. Todos partirán el día siguiente (jueves) a los destinos en los cuales se prevén sublevaciones.

Miércoles 14, 22:00 – Puerto Belgrano: Se reúnen en las cercanías de la base aeronaval Comandante Espora los aviadores navales que la sublevarán.

Miércoles 14, al anochecer – San Luís: Lagos y sus acompañantes hacen noche en una hostería de la pequeña localidad de San Jerónimo, al norte de San Luís. Se reúne allí por segunda vez en el día con el Gral. Arandía, esta vez acompañado de los coroneles Eppens y Ávila y planifican la acción para el día siguiente: Lagos y Elizondo en Mendoza y ellos tres en San Luis.


Jueves 15, 11:00 – Buenos Aires: Rial desorienta a sus pesquisas y parte en el automóvil de un amigo con destino a la base aeronaval Comandante Espora. Otros – como el Cap. de Navío Robbio y los capitanes de fragata González Vergara, Bruzzone y Patrón Laplacette – van por la misma ruta a colaborar con la sublevación de aquella base y de la base naval Puerto Belgrano. Un tercer grupo esperará que un avión naval de transporte los busque en la madrugada del viernes en la estancia del Dr. Agote, en Brandsen.

Jueves 15, por la mañana – Buenos Aires: En su despacho de Director de la Escuela Nacional de Defensa, Aramburu se franquea al Gral. Tassi, subdirector, respecto de sus dudas sobre el éxito de alzamiento y le encarga se ocupe de su mujer e hijos.

Jueves 15, 15:00 – Buenos Aires: Después que el Gral. Salinas, comandante de la Agrupación Blindada, saliera de su despacho en la Capital y minutos antes de partir él mismo para Don Torcuato, el Cnel. Arias Duval envía un radiograma al Cnel. Sánchez Reynafé – Comandante de la Agrupación Blindada Escuela de Curuzú Cuatiá – indicándole que “se presente en la mañana del viernes 16 en este comando para recibir nuevas instrucciones”. Sánchez Reynafé es prestigioso y decididamente legalista y el Mayor Montiel Forzano no tiene dudas que si permanece en Curuzú Cuatiá hará fracasar la sublevación. Por eso ha pedido que se recurra a algún ardid que lo saque de allí.

Jueves 15, 15:00 – Buenos Aires: El Tte. Enrique Méndez, de la Aviación de Ejército, llega a Aeroparque. Nota clima tenso y le informan que toda la actividad aérea está suspendida. Apelando también a un engaño – dice que solo va a hacer un carreteo en tierra – despega en el monomotor DHC (de Havilland Canada) Beaver del Grupo Antártico. Aterriza por error en San Fernando, pero enseguida – evitando atender un llamado telefónico que pretenden pasarle – sigue a Don Torcuato. Allí lo esperan el Cnel. Arias Duval, el Tte. Cnel. Ayala, el Cap. de Fragata Molinari y dos personas más (un teniente y un civil) que trepan al avión para despegar de inmediato rumbo a Gualeguay. Apenas han remontado cuando un avión de observación de la Prefectura se les pone a la par y les hace señas que regrese a tierra. Pero Méndez se escabulle entre las nubes y sigue su rumbo.

Jueves 15, 15:00 – Mendoza: Lagos y sus acompañantes llegan a la casa del Dr. de la Vega Ocampo en plena ciudad. Cambiando varias veces de ubicación para eludir a la policía, Lagos logra ubicar y enviarle un mensaje al Cnel. Elizondo. Acuerdan reunirse a las 21:00.

Jueves 15, por la tarde – Buenos Aires: Aramburu le dice a su hijo que saldrá a pelear pese a las dudas que tiene. “Si no nos largamos todos a la vez, va a pasar lo del 51, así que hay que seguirlos porque no hay otra posibilidad de triunfo”.

Jueves 15, por la tarde – Puerto Belgrano: El Cap. de Navío Perren envía a varios suboficiales “dudosos” en diversas comisiones a Bahía Blanca.

Jueves 15, 17:00 – Entre Ríos: El DHC Beaver del Tte. Méndez, con el Cnel. Arias Duval, el Tte. Cnel. Ayala, el Cap. de Fragata Molinari y dos pasajeros más, aterriza en Gualeguay. El Mayor Cáceres Monié, a cargo de un Haras y Depósito de Caballos del Ejército cercano a esa ciudad (unidad que quedará para la historia como la primera en sublevarse en oportunidad de la Revolución libertadora) les presta ayuda y protección. Aunque Arias Duval debe partir para Puerto Constanza (a buscar a Aramburu y al Cnel. Señorans) recién diez horas más tarde (a las 03:00 de la madrugada del viernes), Cáceres Monié ocupa la comisaría del lugar y, al hacerlo, pone a la policía de Entre Ríos en estado de alerta.

Jueves 15, 20:00 – Buenos Aires: Ya informado el Cnel. Señorans del ardid utilizado por el Cnel. Arias Duval para sacar al Cnel. Sánchez Reynafé de Curuzú Cuatiá, él y Aramburu parten en tren desde Retiro rumbo a Zárate. Allí embarcan en la última a balsa a Puerto Constanza, cruce que les llevará buena parte de la noche. Al cruzarse con la balsa que va en sentido contrario, Señorans reconoce el auto color verde oliva de Sánchez Reynafé y se lo señala a Aramburu.

Jueves 15, 21:00 – Buenos Aires: El Gral. Uranga y una cincuentena de oficiales jóvenes comprometidos con la Revolución, pero sin destino ni tropas, ya que eran profesores y alumnos de las escuelas Superior de Guerra y Superior Técnica y no había en Buenos Aires unidades del Ejército que se sublevarían, se dirigen en autos y trenes a La Plata para incorporase al alzamiento de la Escuela Naval.

Jueves 15, 21:00 – Mendoza: Lagos se reúne con el Cnel. Elizondo y recibe otras dos malas noticias: 1) Los coroneles Ávila y Eppens han sido detenidos en San Luis y 2) Las tropas siguen de maniobras, siendo imposible reunirlas para sublevarlas. Elizondo tratará, tanto como le sea posible, de restablecer los contactos, pero Lagos se desespera al comprobar que no podrá cumplir con el compromiso que asumió con Lonardi.

Jueves 15, 22:00 – Puerto Belgrano: Con el objeto que el personal estuviera descansado para un día que presumía sería largo y cansador, el Cap. de Navío Perren decide que tanto en la base naval como en la aeronaval la sublevación se hiciera efectiva a las 04:00 del viernes 16, Entonces, confiado en que todo estaba preparado, se va a dormir.

Jueves 15, 22:00 – Corrientes: El auto que lleva al Cnel. Solanas Pacheco cruza todo Entre Ríos, entra a Corrientes y ya de noche se detiene en la estancia “El Carmen” cerca de Curuzú Cuatiá. Solanas Pacheco todavía confía que el Gral. Bengoa llegará en la mañana siguiente.

Jueves 15, 23:00 – Corrientes: El Mayor Montiel Forzano y sus camaradas complotados se reúnen en el depósito de intendencia del Destacamento de Exploración Blindado de Curuzú Cuatiá (la unidad de semiorugas que comanda Montiel) para esperar la hora de la sublevación. Deberán copar, además del Destacamento en el que se hallan, un regimiento de caballería, uno de artillería, uno de ingenieros o zapadores y dos cruciales unidades ubicadas a dos kilómetros: La Agrupación Blindada Escuela (con 50 tanques Sherman) y su Taller de Mantenimiento anexo.


Viernes 16, 00:00 – Buenos Aires: Varios grupos de civiles – armados y preparados – inutilizan las antenas trasmisoras de las radios Splendid, Excelsior, Belgrano, Rivadavia y otras en Ezeiza, Pacheco y Ciudadela.

Viernes 16, 00:00 – Río Santiago: Rojas, jefe de la Escuela Naval en Río Santiago, reunido con sus oficiales ordena todo lo necesario para la sublevación: Los buques de la Escuela y de la Base deberán alistarse para salir y bloquear el puerto de Buenos Aires y los marineros y cadetes serán despertados a las 03:00, algunos para embarcarse y otros para desplegarse en un perímetro defensivo que abarcaría la Escuela y la Base – dentro de la isla Santiago – y el Astillero Río Santiago, enfrente de la Escuela y de la base, pero en tierra firme.

Viernes 16, 00:00 – Corrientes: El Mayor Montiel Forzano y sus colegas complotados, con la colaboración de unos pocos suboficiales y soldados antiperonistas, detienen a tres tenientes coroneles y cinco mayores y copan el Destacamento de Exploración Blindado, así como las cercanas unidades de caballería, artillería e ingenieros. Deben también detener (y encerrar en un depósito de materiales) a cerca de 150 suboficiales que se niegan a plegarse a la Revolución.

Viernes 16, 00:30 – Buenos Aires: El Ministro Lucero recibe en su casa un mensaje del empresario Jorge Antonio: Un empleado de la Mercedes Benz ha escuchado que el Tte. Cnel. Brenner (de la Escuela de Guerra) ha “tomado previsiones para su esposa” ya que él debe participar en un movimiento revolucionario en las primeras horas del 16. Lucero no quiere correr riesgos y parte de de inmediato a su despacho en el Ministerio de Guerra.

Viernes 16, 00:30 – Córdoba: Una treintena de oficiales de la Fuerza Aérea (todos de baja graduación, ya que había dos mayores, pero la mayoría eran capitanes y tenientes) copan la Escuela de Aviación Militar, la Fábrica Militar de Aviones (contigua a la Escuela) y la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea (a quinientos metros al oeste de las dos anteriores). Las tres unidades aéreas rebeldes están ubicadas sobre la ruta que saliendo hacia el sudoeste, une a Córdoba con Villa Carlos Paz.

Viernes 16, 00:30 – Córdoba: En forma simultánea al copamiento de unidades aéreas, oficiales del Ejército (en número también cercano a treinta) copan la Escuela de Tropas Aerotransportadas (paracaidistas) y ocupan puestos clave en varios puestos de guardia de la Escuela de Artillería (90 oficiales y 3.000 efectivos distribuidos en 19 baterías de artillería) a la espera de Lonardi. Estas dos unidades militares se hallan sobre el camino que une Córdoba con La Calera, unos cinco kilómetros al norte de la guarnición aérea.

Viernes 16, 00:30 – Corrientes: El Mayor Samyn es destacado por el Mayor Montiel Forzano para copar la Agrupación Blindada Escuela, a dos kilómetros de los cuarteles que se acaban de sublevar. Acompaña a Samyn, pero como subordinado, el Tte. Cnel. Arribau. Tras tomar la guardia y despertar al personal, copan la unidad, pero deben encerrar en la enfermería al 70% de los suboficiales que no quieren plegarse al alzamiento.

Viernes 16, 01:00 – Corrientes: Mientras los comandos civiles antiperonistas ocupan todos los edificios públicos de Curuzú Cuatiá, el Mayor Montiel Forzano trata por teléfono de obtener el apoyo del Regimiento 9 de Caballería, integrante de la División de Mercedes bajo el mando del Gral. Giorello[3]. No tiene éxito.

Viernes 16, 01:00 – Córdoba: Lonardi, el Cnel. Ossorio y otros oficiales revolucionarios llegan a la Escuela de Artillería, ingresan sin inconvenientes por los puestos de guardia ocupados por otros complotados, apresan al Director, Cnel. Turconi (que pernoctaba en la Escuela y que al abalanzarse sobre Lonardi casi recibe un balazo accidentalmente salido de la pistola de este), toman el mando y ordenan el inmediato aprestamiento de todas las tropas y armas livianas y pesadas de esa Escuela, así como las de la vecina Escuela de Tropas Aerotransportadas, también sublevada.

Viernes 16, 01:00 – Buenos Aires: Cuando los comandos civiles que han inutilizado radios vuelven a la ciudad y se dirigen – por indicación de un marino – al Hospital Naval, son sorprendidos por la policía, rodeados y apresados.

Viernes 16, 01:00 – Buenos Aires: En el trayecto de su casa al despacho, el Ministro Lucero observa en las calles grupos de civiles que le resultan sospechosos. Apenas llega a su despacho convoca a los generales Domingo Sosa Molina, Wirth, Embrioni, Sánchez Toranzo, Robles y otros y hace alertar a los organismos de seguridad. Le anotician de los arrestos de gente armada y más que una Revolución, piensa en un alboroto o asonada armada principalmente por civiles. No obstante telefonea a varios jefes militares, entre ellos al Gral. Morello en Córdoba.

Viernes 16, 01:30 – Córdoba: El Mayor de la Fuerza Aérea Tanco – el oficial de la Aviación más antiguo que participó de los copamientos de unidades de esa fuerza – comisiona al Cap. Bonangelino para que se dirija al domicilio del Comodoro Krausse (que vivía cerca, pero no había participado de la conjura por estar intensamente vigilado) y lo invite hacerse cargo del componente aéreo rebelde. Krausse acepta y a esa incivilizada hora su esposa, embarazada y a punto de parir, lo lleva en auto hasta la Escuela de Aviación Militar.

Viernes 16, 01:50 – Puerto Belgrano: Un avión bimotor de Havilland Dove de la Fuerza Aérea (velocidad de crucero 300kph) con seis oficiales de esa fuerza y uno de la Marina aterriza en la base aeronaval Comandante Espora. Despegó sin permiso del Aeroparque de Buenos Aires (actualmente: Jorge Newbery) exactamente a las 00:00. Los aviadores navales que estaban en Espora o en sus cercanías esperando el horario fijado por Perren (las 04:00) lo despiertan por teléfono en su casa para advertirle que la huída y el despegue del de Havilland Dove en Aeroparque podría haber alertado a las autoridades.

Viernes 16, 02:00 – Córdoba: Tas la llamada del Ministro Lucero, el Gral. Morello comienza a llamar a los regimientos y escuelas bajo su mando. Al Cnel. Brizuela, Director de la Escuela de Infantería (80 oficiales y 2.500 efectivos, vecina de las de Artillería y Tropas Aerotransportadas), lo encuentra enseguida y le advierte que algo puede estar pasando. Cuando quiere hablar con el Cnel. Turconi, Director de la Escuela de Artillería, el oficial rebelde que lo atiende le dice que “el coronel está recorriendo”.

Viernes 16, 02:00 – Corrientes: Tras copar la Agrupación Blindada Escuela, el Mayor Samyn va por los Talleres de Mantenimiento. Tiene éxito en el copamiento, pero se encuentra con el mismo problema que el de las demás unidades militares de Curuzú Cuatiá: Solo 2 de 80 suboficiales aceptan plegarse al movimiento.

Viernes 16, 02:10 – Córdoba: El Gral. Morello intenta nuevamente hablar con el Cnel. Turconi en la Escuela de Artillería. Cuando recibe otra respuesta evasiva intuye que la unidad puede haber sido copada. Entonces llama al Cnel. Brizuela en la Escuela de Infantería, lo previene y lo insta 1) a prepararse para resistir un ataque desde la vecina Escuela de Artillería, y 2) eventualmente contraatacar. Pero Morello hace algo más: Llama al Jefe de Tropas de la Escuela de Artillería, Tte. Cnel. Frías, que pernocta en su casa, y lo instruye para que se dirija a su destino, preferentemente acompañado por una escolta de suboficiales, para averiguar si está ocurriendo algo anormal.

Viernes 16, 02:30 – Córdoba: En la Escuela de Infantería, el Cnel. Brizuela hace despertar a las tropas y ordena el alistamiento de armas y munición.

Viernes 16, 02:30 – Puerto Belgrano: Tras las llamadas recibida desde la base aeronaval Comandante Espora y de otros oficiales que se hallan en la inmediaciones, el Cap. de Navío Perren decide adelantar la hora que había fijado para poner en marcha la sublevación de la enorme área naval y su población aledaña (3.000 hectáreas), la base aeronaval, los buques surtos en el puerto y hasta el aeropuerto de Bahía Blanca.

Viernes 16, horas de la madrugada – Puerto Belgrano: Tras violentas discusiones, Perren detiene o hace detener y trasladar al viejo acorazado Moreno (que oficiaría de cárcel) a los almirantes Fidanza y Chamorro, jefes de la Base y del Área Naval, respectivamente, que no quisieron plegarse a la Revolución. Contando oficiales y suboficiales, en esta gran unidad de batalla deben ser detenidos solo 63 hombres, o sea solo el 1,05% del total de 6.000 efectivos.

Viernes 16, 02:45 – Córdoba: Aunque antiperonista, el Tte. Cnel. Frías obedece la orden del Gral. Morello y parte hacia la Escuela de Artillería. Soldado enérgico como era, cuando en plena ruta es interceptado por una patrulla de paracaidistas rebeldes, baja del auto y enfrenta a los oficiales de menor graduación. “¡No se mueva, mi teniente coronel!” “¡Por favor no se mueva, mi teniente coronel, que lo mato!” Mientras intenta desenfundar su pistola, Frías cae bajo la ráfaga de una pistola ametralladora. Inmolado por una causa que no le era propia, es la primera baja mortal de la Revolución.

Viernes 16, 02:45 – Córdoba: El tableteo de la ametralladora que mató a Frías causa alarma en la Escuela de Infantería, donde se encienden todas las luces. Perdido el factor sorpresa que hubiera permitido (al menos intentar) copar la unidad, Lonardi hace llamar por teléfono a su Director, el Cnel. Brizuela, para convencerlo que se que se pliegue a la Revolución. Pero Brizuela se niega a atender cuando es informado que es Lonardi quien está del otro lado de la línea.

Viernes 16, 03:00 – Entre Ríos: Cuando el Cnel. Arias Duval parte de Gualeguay a Puerto Constanza a buscar a Aramburu y al Cnel. Señorans, observa, en los 70kms de camino que debe recorrer, a policías con armas largas y muchos signos de alarma. Son sin dudas resultados de la imprudencia del Mayor Cáceres Monié al ocupar la comisaría de Gualeguay la tarde anterior. Cuando llega a Puerto Constanza aparece el comisario de Gualeguay, quien le dice que debe comunicar a la superioridad la presencia de militares y, eventualmente, conducirlos a Paraná. Al desembarcar Aramburu y el Cnel. Señorans vuelven las discusiones con los policías. Los militares inventan que son una comisión que va a presenciar las maniobras, pero el comisario insiste en cumplir sus órdenes. Entonces Aramburu le propone (al comisario) dirigirse al Regimiento 3 de Caballería de Gualeguaychú, a 100kms de distancia, para aclarar las cosas.

Viernes 16, 03:00 – Córdoba: Tras otros dos intentos fallidos de hablar con el Cnel. Brizuela, Lonardi ordena el ataque general de las Escuelas de Artillería y de Tropas Aerotransportadas contra la vecina Escuela de Infantería. Toma decididamente la iniciativa antes que su oponente lo aplaste imponiendo la abrumadora ventaja que tiene en materia de infantería. Bajo un huracán de fuego de artillería, Brizuela ordena a sus hombres refugiarse en las caballerizas del fondo. Los infantes salen llevando todo el armamento que pueden y comienzan a responderles a los artilleros y paracaidistas con fuego de morteros y ametralladoras. Lonardi se comunica con las unidades aéreas, los advierte de desplegar su propio perímetro de defensa y les pide cualquier apoyo que le puedan hacer llegar.

Viernes 16, 03:00 – Río Santiago: Rojas ordena que se despierte a los cadetes y personal de marinería y comienza su despliegue en tierra y buques.

Viernes 16, 04:00 – Entre Ríos: Al llegar al Regimiento 3 de Caballería, Aramburu y los coroneles Señorans y Arias Duval se adelantan al auto policial e imponiendo su jerarquía logran que la guardia impida el ingreso del comisario. Tienen la suerte que el oficial de servicio, Tte. Chasseing, apenas impuesto del propósito revolucionario que los trae, les brinda apoyo. Aunque el regimiento está de maniobras, el Tte. Cnel. Day, a cargo del cuartel en ese momento, les provee lo necesario para regresar a la pista de Gualeguay, distante otros 80kms. Pero como no han quedado camiones en el cuartel, pierden más tiempo buscando uno en el pueblo. Finalmente los tres militares complotados parten con Chasseing y un grupo de soldados de escolta, pero sin impedir que la policía los siga.

Viernes 16, 04:00 – Buenos Aires: Alerta General difundida por el Director General de Seguridad, Gral. Robles, a través de la Policía Federal: “Accionar enérgicamente y reprimir cualquier conato de alteración del orden”.

Viernes 16, 05:00 – Buenos Aires: El Gobierno ya sabe que el Gral. Lonardi y el Cnel. Ossorio Arana están en Córdoba y que en la Escuela Naval hay movimientos sospechosos. El Ministro Lucero participa estas novedades a Perón, quien concurre de inmediato al Ministerio de Guerra.

Viernes 16, 05:00 – Puerto Belgrano: Por su mayor antigüedad sobre el Cap. de Navío Perren, desde su puesto de Jefe de la base aeronaval Comandante Espora, el Cap. de Navío Rial se hace cargo de la jefatura de todas las unidades navales sublevadas en el área naval Bahía Blanca. Los rebeldes tienen en la base aérea 2 Martin Mariner; 5 PBY Catalina; 5 Beechcraft Kansan T11B (bombarderos); 29 North American Texan T6G (entrenadores livianos) y 9 biplanos Grumman de observación

Viernes 16, 05:30 – Puerto Belgrano: Desde la base aeronaval Comandante Espora decola un Douglas DC-3 (velocidad de crucero 300kph) con destino a la estancia del Dr. Luis Agote en Brandsen. Tras aterrizar en un camino de tierra convenientemente balizado, llevará de regreso a Puerto Belgrano a varios oficiales que se han reunido en el lugar.

Viernes 16, 06:30 – Córdoba: El Cnel. Brizuela recupera la iniciativa y lanza su infantería contra las escuelas de Artillería y de Tropas Aerotransportadas. Ordena un movimiento envolvente muy bien ejecutado. El Cap. Claisse, que conduce un grupo de oficiales rebeldes del Liceo General Belgrano que se han sumado a las escuelas sublevadas, aprovecha el momentáneo desguarnecimiento del frente de la Escuela de Infantería y ordena a sus hombres ingresar al predio de la unidad.

Viernes 16, 07:00 – Córdoba: Con los infantes leales rodeando la Escuela de Artillería y acribillándola a balazos, algunos aviones rebeldes, todavía sin armamento, sobrevuelan la unidad. Son dos de los tres Gloster Meteor a reacción que estaban en la Fabrica Militar de Aviones para reparaciones y algunos aviones livianos de entrenamiento de la Escuela de Aviación (Beechcraft Kansan T11B, North American Texan T6G, Percival Prentice y FMA DL).

Viernes 16, 07:30 – Córdoba: Un oficial de la Escuela de Infantería con bandera de parlamento se adelanta e intima rendición a la Escuela de Artillería. Lonardi le manda decir que luchará hasta morir. El combate se reanuda con total intensidad. La infantería avanza disparando con lo que tiene (ametralladoras y morteros) y retrocede cuando los artilleros les vomitan encima todo lo que pueden. Pero la mayor movilidad y el número de la infantería, que obliga a los cañones a permanentes y difíciles cambios de frente, parecen inclinar la batalla a favor del Cnel. Brizuela y en contra de Lonardi.

Viernes 16, 07:30 – Entre Ríos: Más de tres horas después de haber salido de Gualeguay hacia Puerto Constanza y tras un recorrido de 250kms (en vez de los 140kms previstos de ida y vuelta), el Cnel. Arias Duval regresa a la pista donde lo aguardan el Tte. Méndez con su DHC Beaver y demás acompañantes. Llega con Aramburu, Señorans y la escolta provista por el Tte. Chasseing, pero más atrás – sin ellos sospecharlo – viene la policía de Entre Ríos. Aunque Méndez tiene el motor del avión en marcha, hay otra pérdida de tiempo porque el DHC Beaver no puede trasladar a todos y Señorans debe discutir con el civil y el Teniente 1º para que se bajen del aparato.

Viernes 16, 08:00 – Entre Ríos: Cuando el DHC Beaver del Tte. Méndez despega (llevando ya a bordo a Aramburu, a los coroneles Señorans, Arias, Duval, al Tte. Cnel. Ayala y al Cap. de Fragata Molinari), es alcanzado por el fuego de los policías que habían perseguido al camión del Tte. Chasseing. No logran dañar el avión, pero sí herir en una pierna a Molinari. El monomotor Beaver no supera los 230kph de velocidad crucero, pero sobrecargado como va, vuela todavía más despacio. Pierden, además, valioso tiempo al tener que desviarse para esquivar tormentas.

Viernes 16, 08:00 – Isla Martín García: Llega una lancha torpedera desde Río Santiago con órdenes de Rojas de que toda la infantería disponible (de la Infantería de Marina y de la Escuela de Marinería) sea trasladada a Río Santiago en lanchas BDI y BDM.

Viernes 16, 08:00 – Río Santiago: Mientras se completa el perímetro defensivo con los oficiales del Ejército que han llegado desde la noche anterior, los destructores La Rioja y Cervantes de la flota de ríos, con sus tripulaciones de marinos y cadetes, salen al Río de la Plata con la misión de bloquear el puerto de Buenos Aires. También parte el rastreador Drummond para proteger la base desde el río y dar cobertura a las lanchas que traerán infantería desde Martín García.

Viernes 16, 08:00 – Golfo Nuevo y Puerto Madryn: En los buques de la Flota de Mar (los cruceros 17 de Octubre y La Argentina, cuatro destructores, tres fragatas y dos buques auxiliares fondeados en aguas del Golfo Nuevo) y en la Escuadrilla Naval de Observación que la acompaña (viejos aviones anfibios Grumman estacionados en una pista cercana a Puerto Madryn), se capta la transmisión de Radio Puerto Belgrano: “En conocimiento de que fuerzas del Ejército y la Aeronáutica se han alzado en armas a fin de deponer el actual Gobierno del país, la Marina de Guerra en pleno se ha adherido a dicho movimiento…”

Viernes 16, 08:00 – Corrientes: Hace varias horas toda la ciudad y las guarniciones militares de Curuzú Cuatiá están bajo control rebelde, pero al mando de un hombre con solo el grado de Mayor (Montiel Forzano) y con centenares de suboficiales detenidos en lugares precarios. Los sublevados esperan nerviosamente la llegada de Gral. Bengoa y su Estado Mayor para ponerse al mando de la guarnición y preparar su salida hacia el sur. Montiel Forzano envía a la pista una fracción de tropas armada con una ametralladora pesada y una ambulancia. Esta última es la señal que han pactado con el Cnel. Arias Duval para que desde el avión se sepa que tiene todo bajo control.

Viernes 16, 08:00 – Puerto Belgrano: Aviones rebeldes de la base aeronaval Comandante Espora comienzan a realizar observación sobre las unidades militares de Bahía Blanca, Tandil, Olavarría y Azul.

Viernes 16, 08:00 – Buenos Aires: Para esta hora el Gobierno ya conoce que se han sublevado Río Santiago, Puerto Belgrano, varias guarniciones militares y aéreas de Córdoba y Curuzú Cuatía y que las comunicaciones con la Flota de Mar en Puerto Madryn se hallan interrumpidas, no sabiéndose con precisión que está ocurriendo allí. El Ministro Lucero designa a los generales Ferrazzano para operar contra Río Santiago, Molinuevo (con la colaboración del Gral. Boucherie) para operar contra Puerto Belgrano, Salinas (con la colaboración de los generales Giorello y Lubin Arias) para operar contra Curuzú Cuatiá y Epifanio Sosa Molina (con la colaboración de los generales Morello, Moschini e Iñiguez) para operar contra el foco de Córdoba.

Viernes 16, 08:30 – Puerto Madryn: Sin esperar órdenes del Comandante de la Flota, Alte. Basso, a quien presume leal al Gobierno, el Tte. de Navío Vasallo, a cargo de la Escuadrilla Naval de Observación, hace despegar todos sus biplanos Grumman, los que ponen rumbo a la sublevada base aeronaval Comandante Espora.

Viernes 16, 08:30 – Buenos Aires: El Brig. Fabri, Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, está en la Base Aérea de Morón, asiento de los veloces cazas a reacción británicos Gloster Meteor. Ya sabe que las unidades aéreas de Córdoba se han sublevado, pero tiene todavía mucho poder de fuego para tratar de cumplir con la misión que le han ordenado: Reprimir a los rebeldes en tierra, aire y agua. Cuenta no solo con varias decenas de Gloster Meteor (velocidad máxima 950kph), sino también con diez bombarderos pesados cuatrimotores Avro Lincoln (velocidad de crucero 360kph) llegados de Villa Reynolds, San Luís y doce bombarderos livianos FMA Calquin (velocidad de crucero 400kph) llegados El Plumerillo, Mendoza.

Viernes 16, 08:30 – Buenos Aires: Enviado directamente por Perón desde el Ministerio de Guerra (muy conciente del riesgo que creaba la sublevación de buques de la Armada) y con órdenes personales del Presidente, se incorpora a la base de Morón el Cap. de Fragata (aviador naval) Crexell, uno de los pocos marinos peronistas. Crexell es un conocedor a fondo de las tácticas de ataque aéreo a buques de guerra y, para sorpresa de sus colegas de la Fuerza Aérea, se muestra muy dispuesto a ayudar a esta Fuerza a liquidar a sus camaradas marinos embarcados.

Viernes 16, 08:30 – San Luís: Llegado esa mañana desde Río Cuarto, el Gral. Epifanio Sosa Molina ordena como medida inmediata la partida de un regimiento de artillería antiaérea liviana destacado en San Luis hacia aquella ciudad cordobesa. Luego ordena alistar las unidades militares de Mendoza y San Juan y parte él mismo hacia la primera de estas dos ciudades. El Gral. Arandía, que está en San Luís y conoce la presencia del Gral. Lagos en Mendoza, evalúa distintas opciones para sublevar a todas las fuerzas de Cuyo.

Viernes 16, 09:00 – Buenos Aires: Al partir el Cnel. Señorans, la División Operaciones del Estado Mayor General del Ejército – centro natural de la organización para reprimir el movimiento sedicioso – había quedado acéfala. El subjefe del Estado Mayor, Gral. Imaz, designa entonces al Mayor Conesa y luego al Tte. Cnel. Rosas para hacerse cargo de dicha División. Ambos – como el mismo Imaz y varios otros oficiales del Estado Mayor – no son particularmente afectos al régimen peronista, por lo que, en lo que pueden, tratan de interferir en la represión.

Viernes 16, 09:00 – Buenos Aires: El Cnel. Sánchez Reynafé llega al Ministerio de Guerra para enterarse que la orden que había recibido la víspera era falsa. Enseguida sospecha del Cnel. Arias Duval y se dispone a viajar de inmediato a Corrientes junto al Gral. Salinas y al Cnel. Tabanera. El avión bimotor (¿De Havilland Dove? ¿Vickers Viking?) que los lleva es mucho más veloz que el DHC Beaver en el que viajan Aramburu, Señorans, Arias Duval y otros y porta una gran cantidad de panfletos “legalistas”.

Viernes 16, 09:00 – Córdoba: Pese a que el Gral. Videla Balaguer tiene instrucciones de Lonardi de no actuar con los civiles de la ciudad hasta que la situación militar se encuentre controlada, hace varias llamadas telefónicas, incluso una en la cual se intercambia amenazas e insultos con el Gobernador Luchini. Tantas llamadas hechas sin ninguna precaución permiten a la policía localizar la casa en Alta Córdoba en la cual Videla Balaguer se halla escondido, acompañado de varias decenas de civiles armados con revólveres, escopetas y fusiles de caza. La policía rodea la casa, intima rendición y comienza a balearla. Pero como la policía – tampoco muy sagaz – no ha cortado la línea telefónica, desde el interior de la casa logran pedir ayuda a la Escuela de Aviación.

Viernes 16, 09:00 – Río de la Plata: Mientras en Río Santiago se aprestan los patrulleros King y Murature como posiciones de fuego defensivo, hace una hora que los destructores La Rioja y Cervantes patrullan el río navegando en triangulo entre La Plata, Punta Indio y el límite marítimo con Uruguay. Obligan a regresar al puerto de Buenos Aires a los barcos que intentan salir y virar y alejarse aguas afuera a los que vienen de alta mar.

Viernes 16, horas de la mañana – Mar del Plata: Ante la decisión del Cap. de Fragata Plater, Comandante de la Base de Submarinos de esta ciudad, de no adherir al alzamiento, se sublevan los comandantes y tripulaciones del submarino San Luis y del buque-taller Gadda y escapan mar afuera.

Viernes 16, 09:00 – Buenos Aires: Despega de Morón la primera sección de cuatro Gloster Meteor que atacarán a los destructores de Río Santiago.

Viernes 16, 09:00 – Mendoza: El Gral. Raviolo Audisio, 2do. Comandante de 2do. Ejército, acata la orden del Comandante, Gral. Epifanio Sosa Molina y dispone la inmediata movilización hacia la ciudad de las unidades de San Juan y Mendoza que se hallan en maniobras en la cordillera.

Viernes 16, 09:30 – Río de la Plata: Los Gloster Meteor se abalanzan sobre el La Rioja y el Cervantes escupiendo munición explosiva por sus cuatro cañones de 20mm y recibiendo lo que puede disparar la débil artillería antiaérea de los buques. Más tarde otros cuatro Meteors ejecutan un segundo ataque. Hay por lo menos ocho heridos graves en los buques.

Viernes 16, 09:30 – Río Santiago: Oficiales del Ejército incorporados a la Escuela Naval (incluyendo el Gral. Uranga) y marinos al frente de infantes cruzan el río Santiago, establecen nidos de tiradores alrededor del Astillero y exploran los caminos que a través de Berisso y Ensenada conducen a La Plata. Tantean la idea de avanzar hacia esa ciudad, pero pronto encuentran resistencia de civiles armados y policías con ametralladoras. Ante la escasez de sus fuerzas (no más de 400 hombres) y sobre todo su limitado armamento (no tienen artillería ni morteros) desisten de la idea de llegar a La Plata. Se refuerza la idea de defender y resistir el perímetro de la Escuela, la base y el Astillero.

Viernes 16, 10:00 – Córdoba: De la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea y embarcados en dos ómnibus, parten el Cap. Avalle y sesenta aspirantes con la misión de liberar la casa de Videla Balaguer.

Viernes 16, 10:00 – Corrientes: El Cnel. Solanas Pacheco, que espera al Gral. Bengoa en la cercana estancia El Carmen, se arrima a Curuzú Cuatiá a conversar con el Mayor Montiel Forzano, pero ante la falta de noticias regresa a la estancia.

Viernes 16, 10:00 – Puerto Belgrano: Respondiendo a una invitación cursada por el Cap. de Navío Rial para que se pliegue al alzamiento, el Tte. Cnel. Albrizzi, Jefe del Regimiento 5 de Infantería, hizo saber que no lo haría, pero que su regimiento permanecería en sus cuarteles.

Viernes 16, 10:30 – Buenos Aires: En la isla Martín García comienza el embarque de las compañías de la Escuela de Marinería y de una compañía de Infantería de Marina en los buques BDI y BDM.

Viernes 16, 10:30 – Córdoba: Tras un furioso intercambio de fuego con las fuerzas policiales (durante en el cual el Cap. Avalle cae prisionero y el área es sobrevolada por un Gloster Meteor), los aspirantes de la Escuela de Suboficiales de la Aviación logran liberar al Gral. Videla Balaguer y su grupo.

Viernes 16, 10:30 – Córdoba: En el Parque Sarmiento, cerca del centro de la ciudad, el Gral. Morello junta todas las fuerzas y armas que puede: 500 hombres del Batallón de Comunicaciones, del Liceo, suboficiales que venían de los barrios militares de La Calera y hasta personal y armas del Hospital Militar. Embarca la fuerza en varios ómnibus y camiones para marchar en ayuda de la Escuela de Infantería por el sur, desde Yocsina. Cuando esta columna es detectada por aviones rebeldes de entrenamiento de la Escuela de Aviación (North American Texan T6G y FMA DL), es de inmediato bombardeada, ametrallada y dispersada por esos mismos aparatos, bombarderos livianos Beechcraft Kansan T11B (también de la Escuela) y los Gloster Meteor que estaban en la Fábrica Militar de Aviones. Esto hace que Morello tome conciencia de la gravedad de la situación y de la determinación de los rebeldes de emplear a fondo cualquier medio a su alcance. Entonces detiene el avance en espera de refuerzos.

Viernes 16, 10:30 – Buenos Aires: Tras cinco horas y media de permanencia, Perón se retira del edificio del Ministerio de Guerra. A primera hora envió al Cap. de Fragata Crexell a Morón, con su orden personal “limpiar el Río de la Plata” organizando los ataques de la Fuerza Aérea a los destructores de Río Santiago. Pero tras esa iniciativa, Perón ha vuelto a su actitud de limitarse a la espera de los acontecimientos. Desde entonces no dará más órdenes, no hablará con los jefes militares que le son leales, ni tampoco con o a sus partidarios.

Viernes 16, 10:45 – Córdoba: Dos compañías de la Escuela de Infantería atacan a su par de Artillería siendo rechazadas por el fuego horizontal y casi a quemarropa de piezas de 75mm.

Viernes 16, 11:00 – Córdoba: Cuando los artilleros y paracaidistas de Lonardi prevén su final, los infantes del Cnel. Brizuela suspenden el fuego. Por un lado, Brizuela sabe que sus efectivos están cortos de munición, pues, ante el violento bombardeo de los cañones de Lonardi, no habían podido alistar sus equipos completos. Por otro lado, está combatiendo aislado contra varias unidades rebeldes y sin que nadie venga en su auxilio o le envíe refuerzos. Por último, Brizuela ha comprendido – al igual que el Gral. Morello – que los rebeldes combaten (y combatirán) con una determinación excepcional.

Viernes 16, 11:00 – Puerto Belgrano: Arriban a la base aeronaval Comandante Espora los aviones Grumman que venían del apostadero de la Flota en Madryn. Cuando los pilotos inquieren al Cap. de Navío Rial por la sublevación de aquella, este les informa que vuelan hacia Madryn, en un avión PBY Catalina que acaba de despegar (velocidad crucero 210kph), los capitanes Robbio, Bruzzone y Mallea.

Viernes 16, 11:00 – Corrientes: En el Curuzú Cuatiá rebelde, cada hora que pasa sin que lleguen los jefes o sin que el alzamiento se expanda y tenga un objetivo preciso, contribuye a su debilitamiento. Más cuando de los jefes no hay ninguna noticia y cuando las radios de Buenos Aires propalan noticias negativas respecto de Córdoba y Río Santiago. El contraste entre las situaciones de los rebeldes de Curuzú Cuatiá y de Córdoba no puede ser más notable.

Viernes 16, 11:00 – Buenos Aires: En la leal base aérea de Morón el “clima” es tenso. Todos recuerdan que el 16 de junio dos decenas de pilotos de Gloster Meteor se sublevaron contra Perón y que, junto con sus colegas de la Aviación Naval, ametrallaron y bombardearon la Casa Rosada. El Comandante en Jefe, Brig. Fabri – él mismo sospechado de no tener simpatías por el régimen – sabe de esta situación y percibe, tanto como el Cap. de Fragata Crexell, que todos sospechan de todos.

Viernes 16, 11:00 – Río de la Plata: El Cap. de Fragata Crexell sugiere a los vicecomodoros Marotte y Síster, dos de los pilotos más leales, que los cazas no ametrallen a los buques por las bandas, sino que lo hagan volando al ras del agua y siguiendo la línea de popa a proa. Empleando esta técnica los Gloster Meteor leales atacan por tercera vez a los destructores La Rioja y Cervantes. Con veinte heridos y un muerto en cada buque y especulando con la reducida autonomía de vuelo de los Meteors, los comandantes de los destructores, capitanes Gnavi y Palomeque, piden autorización a Rojas para patrullar más cerca del límite exterior del Río de la Plata.

Viernes 16, 11:00 – La Plata: Habiendo movilizado varios regimientos de infantería y artillería y contando con el apoyo aéreo de la base leal de Morón, el Gral. Ferrazzano imparte la orden de ataque a las rebeldes escuela y base naval de Río Santiago.

Viernes 16, 11:15 – Córdoba: En un jeep con bandera blanca se adelanta el Cnel. Piñeiro, Subdirector de la Escuela de Infantería y pide parlamentar con Lonardi. Le solicita a este una reunión con el Cnel. Brizuela, a lo que Lonardi accede. Piñeiro entonces regresa a buscar a Brizuela y luego los tres jefes conversan en un banco situado en la plazoleta de la Escuela de Artillería. Lonardi abre el dialogo expresándole a Brizuela el dolor con el cual dio la orden de abrir fuego contra su Escuela, la admiración que le provocaba la resistencia de esta y su capacidad para luchar y contraatacar y el porque él se había empeñado en esta lucha a muerte. Cuando Brizuela lo increpa por haber iniciado una sublevación que considera injustificada, Lonardi le contesta: “Vd. y sus hombres están actuando en forma sincera, pero equivocada” y pasa a hacerle un racconto de los aspectos más degradantes del régimen peronista. Prosigue luego Lonardi: “Reflexione bien, por favor, y demos por terminada esta lucha para felicidad de la Patria. La Escuela de Infantería ha salvado su honor y ha cumplido acabadamente con su deber…” Entonces Brizuela dice: “Mi general: En homenaje a la vida de mis hombres y con la esperanza que esta situación sea resuelta en la mejor forma posible para el bien de la República, daré por terminada esta lucha…”

Viernes 16, 11:20 – Buenos Aires: Despegan de la base aérea de Morón dos bombarderos pesados Avro Lincoln. A diferencia de los que atacan a Río Santiago, estos no portan bombas pues su misión es hacer observación sobre la zona rebelde de Córdoba y regresar. El Brig. Fabri comprueba sus temores: No más despegar las dos tripulaciones deciden plegarse a la Revolución apenas lleguen a Córdoba. En horas nomás, Fabri, lleno de resentimiento, comprobará que las tripulaciones de seis de los diez Avro Lincoln que habían llegado esa mañana de San Luís estaban comprometidas con el alzamiento.

Viernes 16, 11:30 – Córdoba: Lonardi ordena que la Escuela de Artillería rinda honores a la de Infantería “por el brillante desempeño en la lucha y por haber prestigiado la Institución…” Los infantes forman y desfilan ante los artilleros, paracaidistas y aviadores sublevados, cuyos efectivos presentan armas. Luego, los primeros entregan sus armas y quedan libres bajo palabra de honor de no participar en el resto de la lucha.

Viernes 16, 11:30 – Golfo Nuevo: El Cap de Navío Lariño, Comandante de la División Fragatas de la Flota de Mar y el oficial de mayor rango comprometido con la Revolución, se llega hasta el crucero 17 de Octubre, nave insignia de la Flota, se apersona al Comandante en Jefe, Alte. Basso, y sin ambages le dice: “Señor: Mis comandantes subordinados están muy inquietos y quieren ir en apoyo de sus camaradas”. Alterado, Basso le contesta que su crucero hará fuego sobre cualquier buque que pretenda abandonar el fondeadero. Llama enseguida al comandante del crucero y le ordena cubrir los puestos de artillería. Lariño: “Señor: Si Vd. hace fuego sobre los buques, lo hará sobre mi, porque yo voy a ir a la cabeza de ellos”. Basso: “Capitán, vaya a calmar a sus comandantes”. Lariño regresa a su fragata Hércules, pero la agitación crece en varios buques de la flota.

Viernes 16, 11:45 – Córdoba: Tras el regreso de los aspirantes que rescataron al Gral. Videla Balaguer, el Comodoro Krausse envía a otras dos compañías al mando del Cap. Quiroga a apoderarse de las antenas transmisoras de LV2 en Ferreira y LV3 y LW1 en Cerro de las Rosas. Tras varias incidencias con la policía – que retrocedía cuando era enfrentada por militares decididos – las tres radios quedan en manos de los rebeldes, pero solo LV2 queda condiciones de transmitir. Así nace “La Voz de la Libertad” y a través de sus ondas y de las de su colega de Puerto Belgrano cada foco rebelde sabe del otro.

Viernes 16, 12:00 – Corrientes: Siendo el avión bimotor que lleva a los leales Gral. Salinas y coroneles Sánchez Reynafé y Tabanera mucho más veloz que DHC Beaver monomotor del Gral. Aramburu y los coroneles Señorans y Arias Duval, aquel llega a Curuzú Cuatiá media hora antes que este. Si bien desde el aire no observan indicios de anormalidad, los tres oficiales peronistas deciden prudentemente seguir viaje y aterrizar en Mercedes, no sin antes haber arrojado sobre Curuzú Cuatiá los volantes “legalistas” que llevaban.

Viernes 16, 12:00 – Corrientes: Los volantes arrojados desde el avión leal unidos a 1) el desánimo que había cundido entre los rebeldes menos “convencidos” por la ausencia de un jefe oficial superior, 2) las noticias que propalaban las radios oficiales sobre “triunfos” del Gobierno y 3) los temores a las eventuales consecuencias negativas de haberse rebelado, precipitan una crisis. No en los cuarteles donde mandaba el Mayor Montiel Forzano (exploración, caballería, artillería e ingenieros), pero sí en los de la Agrupación Blindada Escuela y Taller de Mantenimiento, distantes a dos kilómetros de aquellos y a cargo de los mayores Samyn y Mallea Gil. Aprovechando una ausencia transitoria de estos dos mayores – que habían concurrido a conversar con Montiel Forzano – “se dan vuelta” un capitán, tres tenientes y casi todos los suboficiales. Este grupo libera a 180 prisioneros y pone presos a dos de los oficiales rebeldes. Cuando Samyn y Mallea Gil regresan, juzgan imposible cualquier resistencia y se repliegan. A doce horas de iniciada, la Revolución perdía un poderoso componente blindado.

Viernes 16, 12:00 – Río Santiago: Tras un cuarto ataque a los destructores, que agrava el saldo de bajas y los daños, los Gloster Meteor comienzan a concentrar su fuego en la base y en la Escuela Naval de Río Santiago. Durante las siguientes horas, estas dos unidades, que ya recibían fuego desde tierra, serían bombardeadas desde Morón por cuatrimotores pesados Avro Lincoln y bimotores livianos FMA Calquin. Río Santiago tiene escaso armamento antiaéreo, por lo que la aviación puede hacer estragos. Pero, pese a los esfuerzos de Crexell y de los vicecomodoros Marotte y Síster, las bombas no mellan el espíritu de resistencia de los rebeldes. Varios pilotos de bombardeo – además – desvían deliberadamente a último momento su línea de vuelo para que las bombas caigan en los canales o lejos de los edificios.

Viernes 16, 12:00 – Buenos Aires: El Regimiento 1 de Artillería de Junín se pone en movimiento hacia Río Santiago. La unidad dispone de la artillería de mayor calibre y alcance que existe en el Ejército.

Viernes 16, 12:30 – Corrientes: El DHC Beaver del Tte. Méndez (con Aramburu, los coroneles Señorans y Arial Duval, el Tte. Cnel. Ayala y el Cap. de Fragata Molinari) sobrevuela finalmente Curuzú Cuatiá. No ven en la pista la ambulancia que el Mayor Montiel Forzano había prometido estacionar como prueba que dominaba la situación[4]. Aún así y aunque en el avión han escuchado por la radio los comunicados oficiales dando cuenta del aplastamiento de los focos rebeldes de Córdoba y la Marina, deciden aterrizar.

Viernes 16, 12:30 – Golfo Nuevo: Una decena de oficiales complotados con rangos de capitanes de fragata y de corbeta se presentan al Cap. de Fragata Grunwalt, Jefe de Operaciones del Estado Mayor de la Flota. Grunwalt está comprometido con la Revolución, pero a diferencia de Lariño está embarcado el crucero 17 de Octubre. Sus camaradas menos antiguos lo intiman a encabezar el movimiento, bajo la amenaza que si no lo hace él, lo harán ellos. Tras alguna vacilación, Grunwalt se decide: Empuña su pistola y dirige con el grupo a la cámara del Alte. Basso. Allí, afirmando que la Flota no puede permanecer indiferente a lo que está ocurriendo, le anuncia a Basso la sublevación de la oficialidad, lo invita a plegarse y le advierte que si no lo hace será arrestado. En medio de severas recriminaciones (“Guarde esa pistola, que le queda mal”, Basso le dice a Grunwalt) el almirante se niega a plegarse, siendo en el acto arrestado e incomunicado. Escenas similares se registran en otros buques y tras la sublevación de la nave insignia y la detención de los dos almirantes de la flota y tres capitanes de Navío, Lariño – único Capitán de Navío que ha quedado en la Flota – asume el mando en calidad de “Oficial en Comando Táctico”. Cuando Basso, detenido, es desembarcado, Lariño ordena rendirle honores de Comandante. Entonces el Almirante da su última orden: Mirando al tope del palo ordena: “Segundo Comandante: Haga arriar esa insignia, que no puede seguir izada en un buque revolucionario”.

Viernes 16, 12:40 – Corrientes: No bien los recién llegados Aramburu y coroneles Señorans y Arial Duval toman contacto con el Mayor Montiel Forzano, se apersona el Mayor Samyn con la tremenda noticia de lo que ha pasado en la Agrupación Blindada Escuela. Ahí nomás Montiel Forzano – otro ejemplo de determinación – abandona la reunión y manda alistar siete semiorugas de su Destacamento de Exploración, más cuatro piezas de artillería liviana.

Viernes 16, 13:00 – Corrientes: La fuerza rebelde de Montiel Forzano cruza el pueblo a toda velocidad y se enzarza en violento combate con los efectivos leales que han recuperado y defienden los cuarteles de la Agrupación Blindada Escuela y de su Taller de Mantenimiento. Hay un fenomenal intercambio de disparos entre los siete semiorugas y cuatro cañones rebeldes y dos tanques y ametralladoras movilizados por los leales (con una secuela de muertos y heridos). Cuando Montiel Forzano ya ha ordenado al regimiento de Artillería (distante 2 kms) que bombardee la unidad leal con sus obuses de 105mm reglados para disparar en comba o parábola por encima de las casas del poblado, llega el Cnel. Arias Duval y ordena un cese del fuego. Portando bandera de parlamento se adentra en el cuartel recuperado por los leales donde se inicia un tenso diálogo. Los leales exigen la liberación del Cnel. Frazier, Subdirector de la unidad, que ha sido detenido al iniciarse el alzamiento. Arias Duval accede y cuando llega Frazier acuerdan “neutralizar” la Agrupación Escuela y su Taller, desactivando todas sus armas pesadas.

Viernes 16, 13:00 – Río Santiago: Crece en intensidad el combate entre los efectivos rebeldes de la Escuela, de la base (desde cuyos muelles hacen y reciben fuego los patrulleros King y Murature ) y del Astillero, por un lado, y las primeras compañías leales movilizadas por el Regimiento 7 de Infantería estacionado en La Plata, reforzadas por fuerzas policiales y civiles armados. También se suceden numerosos ataques de aviones Gloster Meteor (cazas), Avro Lincoln y FMA Calquin de la Fuerza Aérea (bombarderos) despegando de Morón, respondidos por las armas antiaéreas livianas de los patrulleros. Hay destrozos y bastantes heridos, pero ya sea por falta de pericia y/o determinación, o por simple y llana complicidad de los pilotos, los ataques aéreos siguen sin mellar la resistencia de la guarnición sublevada.

Viernes 16, 13:10 – Río Santiago: Aviones FMA Calquin y Gloster Meteor despegan de la base aérea de Morón y atacan a las lanchas BDI y BDM que traen infantes desde la isla Martín García, averiando a una de ellas.

Viernes 16, 13:30 – Córdoba: Los dos bombarderos pesados Avro Lincoln que se han plegado a la Revolución tras despegar de la base aérea de Morón aterrizan en la rebelde Escuela de Aviación, cambiando de bando.

Viernes 16, 14:00 – Puerto Belgrano: En contraste con la pasividad que había mostrado su jefe hasta ahora, la base naval rebelde intercepta un mensaje del leal Regimiento 5 de Infantería de Bahía Blanca solicitando ayuda a sus pares de Azul y Olavarria.

Viernes 16, a media tarde – Buenos Aires: El Gral. Molinuevo ordena, por instrucciones del Ministro Lucero y para reprimir la sublevación de Puerto Belgrano, la movilización de los regimientos de la III División de caballería, más las unidades infantería y artillería en La Tablada, Tandil, Azul, Olavaria y otras localidades de la provincia y – por si fuera poco – la IV División de Montaña de Neuquén bajo el mando del Gral. Boucherie[5].

Viernes 16, 16:00 – Río Santiago: La vanguardia de militares y marinos rebeldes que defienden el Astillero reciben un fuerte ataque aéreo leal. Las bombas destrozan instalaciones ferroviarias y provocan pánico entre los pobladores civiles de Ensenada, que comienzan a evacuar la ciudad.

Viernes 16, 16:00 – Río Santiago: La isla que aloja a la Escuela y la base naval comienza a recibir fuego de morteros del Regimiento 7 de Infantería. Estos son imposibles de contrarrestar porque los sublevados carecen de armas similares. En este momento los rebeldes de Río Santiago empiezan a creer que pueden perder la batalla.

Viernes 16, 16:00 – Bahía Blanca: La infantería de Marina proveniente de la base Baterías en Puerto Belgrano ocupa sin resistencia la ciudad. Pero el Tte. Cnel. Albrizzi y su Regimiento 5 de Infantería siguen siendo una silenciosa incógnita.

Viernes 16, 16:00 – Golfo Nuevo: Completados los mandos con los tres oficiales llegados desde Puerto Belgrano en un avión PBY Catalina, la flota de mar deja su fondeadero de Golfo Nuevo frente a Puerto Madryn y navega plegada al alzamiento con rumbo norte. Antes de levar anclas, 85 tripulantes (en su mayoría conscriptos) de un total de 5.800 pidieron ser desembarcados para no plegarse a la Revolución.

Viernes 16, 16:30 – Océano Atlántico Sur frente al Golfo San Matías: Ya en navegación la Flota trasmite al Ministerio de Marina (sin utilizar ninguna clave) el siguiente mensaje: “La Flota de Mar con todas sus unidades navega a máxima velocidad en demanda del Río de la Plata para unirse al resto de las unidades de la Marina de Guerra sublevadas contra el Gobierno, y lista para iniciar las acciones bélicas que sean necesarias”. Tan poco confidencial fue el mensaje, que Radio Carve de Montevideo lo intercepta y lo pone al aire de inmediato. Por esta razón – el no uso de claves – ni el Ministro de Marina leal, Alte. Cornes (en Buenos Aires), ni el Alte. Rojas rebelde (recibiendo fuego graneado desde tierra y aire en la Escuela y base naval de Río Santiago), le dan crédito. Lariño procede de esta manera justamente para confundir al Gobierno, pero por haber perdido las claves y códigos fijadas previamente con los revolucionarios, no puede – aunque quiera – informar a Rojas ni a Puerto Belgrano la verdadera situación de la flota.

Viernes 16, 16:30 – Corrientes: Tras el pacto alcanzado entre rebeldes y leales en la Agrupación Blindada Escuela, la situación en Curuzú Cuatiá se mantiene inmóvil y tensa. La radio local, en manos de los rebeldes, desafía abiertamente al Gral. Giorello, que está en Mercedes con el Estado Mayor leal del Gral. Salinas y los coroneles Sánchez Reynafé y Tabanera: “¡General Giorello, cumpla con su compromiso!”, le espetan por radio, dejándolo en posición incómoda frente a sus pares[6]. Molesto y agresivo, Giorello ordena movilizar en dirección a Curuzú Cuatiá un regimiento de caballería y otro de artillería, ambos montados, pese que sus pares le advierten que podrían ser destrozados por los blindados. Giorello entonces les aclara que su intención no es atacar de inmediato a los rebeldes, sino aproximarse en horas de la noche para ganar terreno. Los jefes leales de Mercedes deciden también mandar a Curuzú Cuatiá a un grupo de suboficiales en ropa civil con el objeto de recoger información.

Viernes 16, 17:00 – Córdoba: Al frente de una fuerza pequeña, pero bien pertrechada, parte desde la Escuela de Artillería hacia la ciudad, con la intención de apoderarse de ella, el Gral. Videla Balaguer. Luego de su aventura mañanera, había llegado a dicha Escuela justo cuando se rendían y desfilaban los efectivos de la Escuela de Infantería.

Viernes 16, 17:00 – Bahía Blanca: Tras una nueva negativa a plegarse del Jefe del Regimiento 5 de Infantería, aviones procedentes de la base aeronaval Comandante Espora bombardean la unidad. Aunque no cuenta con ningún armamento antiaéreo, el Tte. Cnel. Albrizzi se mantiene inmóvil y en silencio, confiando en la ayuda que le han prometido el Ministro Lucero y el Gral. Molinuevo.

Viernes 16, 17:00 – Río Santiago: Comunicaciones interceptadas le permiten a Rojas conocer la aproximación de las baterías de cañones pesados del Regimiento 1 de Artillería de Junín. Según esta información estos obuses estarían en condiciones de atacar la Escuela y la Base en horas de la madrugada del día siguiente.

Viernes 16, 17:00 – Mendoza: Procedente de Buenos Aires llega a esta ciudad el Gral. Iñiguez con las órdenes del Ministro Lucero para el Gral. Epifanio Sosa Molina, a cargo de la represión de la sublevación en Córdoba. Sosa Molina tiene bajo sus órdenes al propio Iñiguez, que comandará a efectivos provenientes de la provincia de Santa Fe que se están concentrando en San Francisco, a este de la ciudad, y a los generales Morello y Moschini, que mandan tropas movilizadas al sur y al norte de la ciudad, respectivamente. Las órdenes de Lucero para Sosa Molina le indican que “no debe atacar a Lonardi hasta no haber reunido una masa crítica de fuerzas que no admita fracasos”. Trasmitida la orden, Iñiguez parte hacia San Francisco. Sosa Molina, en cambio, regresará a San Luís, para seguir directamente a Río Cuarto y Alta Gracia, donde lo espera Morello con los efectivos que ha podido sustraerle a Lonardi en Córdoba.

Viernes 16, 17:00 – Mendoza: La llegada a la ciudad de las unidades de San Juan y de las que estaban haciendo maniobras en la cordillera y las tareas de alistamiento que hacen para partir en columna hacia San Luis y Río Cuarto a primera hora del día siguiente, permiten al Gral. Lagos y al Cnel. Elizondo retomar los contactos con los jefes comprometidos con la Revolución (coroneles Labayru, Fonseca, Aguirre, López Rosas, Piantamura, Salinas, Trogliero, Ávila, mayores Santamaría, Martos, Capitán Blanco, etc.).

Viernes 16, 17:15 – Río de la Plata: Un bombardero pesado Avro Lincoln y una formación de bombarderos livianos FMA Calquin llevan a cabo el último ataque del día sobre los destructores Cervantes y el La Rioja. Les arrojan bombas desde gran altura que no dan en los blancos. Imposible saber si es impericia o complicidad.

Viernes 16, 17:30 – Río Santiago: Rojas imparte la orden de retirar y replegar sobre la isla a la infantería naval y los militares que defienden la zona del Astillero. Pero también comienza a considerar y planear la evacuación por agua de toda la guarnición sublevada.

Viernes 16, 17:30 – Corrientes: Cuando los suboficiales “espías” enviados más temprano de Mercedes a Curuzú Cuatiá informan que los rebeldes no han desplegado fuerzas en las afueras de la ciudad, el mando leal (generales Salinas y Giorello y Cnel. Sánchez Reynafé) organiza la columna de caballería y artillería montadas que avanzará hacia el foco rebelde.

Viernes 16, 18:00 – Córdoba: En la plaza central (San Martín) las tropas del Gral. Videla Balaguer se trenzan a balazos contra policías y civiles peronistas que hacen fuego nutrido desde las ventanas del Cabildo y edificios vecinos. Tras largos momentos de confusión y un frustrado intento de rodear el edificio, la fuerza rebelde mezclada con civiles revolucionarios avanza frontalmente a través de la plaza disparando sus cañones y ametralladoras y toma la Jefatura de Policía. Pocos minutos después y también después de un breve, pero nutrido fuego de cañón, se captura la Gobernación, para comprobar que el Gobernador Luchini ha huido.

Viernes 16, 18:00 – Corrientes: Un piloto civil de Curuzú Cuatiá observa la columna leal de unos treinta vehículos provenientes de Mercedes y avisa a los jefes rebeldes. Aramburu dispone que decole el DHC Beaver del Tte. Méndez para tener información radial en tiempo real. Al rato Méndez informa por radio que también ve tropas de artillería despachas por tren desde Paso de los Libres. De inmediato se organiza en Curuzú Cuatiá una columna de 14 semiorugas (del Destacamento de Exploración Blindado), 7 piezas de artillería y varios camiones con tropas. Debido al pacto que ha neutralizado a la Agrupación Blindada Escuela, los rebeldes no disponen de tanques. Dejando al Cnel. Solanas Pacheco a cargo de los cuarteles rebeldes en Curuzú Cuatiá, la columna sale al mando de Aramburu, el Cnel. Señorans y el Mayor Montiel Forzano.

Viernes 16, Viernes 16, 18:30 – Corrientes: El Cnel. Solanas Pacheco recorre los cuarteles rebeldes de Curuzú Cuatiá y nota intranquilidad – o como mínimo, confusión – entre la tropa de suboficiales y soldados. Igual que en la Agrupación Blindada Escuela, había aquí preocupación y flaqueaba la convicción sobre la posición asumida.

Viernes 16, 18:30 – Río de la Plata: Estando los destructores rebeldes cerca de Montevideo, el Cervantes, con pérdida de velocidad por un impacto en sus máquinas y escorado, comunica al La Rioja que abandonará la lucha internándose en la República Oriental del Uruguay. Antes, el La Rioja logra trasvasarle sus heridos y muertos por medio de un remolcador uruguayo al que luego elude para huir a toda máquina hacia el medio del Río y continuar la lucha. Mientras están realizando estas operaciones son sobrevolados por aviones North American Mustang P 51 de la Fuerza Aérea del Uruguay, que algunos cadetes toman por máquinas “leales” con el consiguiente susto. Entonces el Cervantes entra a puerto con tres marinos argentinos muertos, siendo recibido por una tan numerosa como acongojada multitud.

Viernes 16, 19:00 – Corrientes: El Mayor Montiel Forzano se adelanta en el primer carrier para explorar el terreno y, convencido que la columna leal retrocederá apenas vea a los blindados rebeldes y escuche los primeros disparos, planea una emboscada. Cuando expone su plan a Aramburu y sus oficiales superiores, estos le plantean diversas dificultades: Los vehículos tienen poco combustible, la columna leal no está en movimiento, sino detenida y atrincherada en Baibiene. Temen también que en el combate nocturno los emboscados sean ellos mismos. Montiel Forzano entonces propone un ataque con solo cinco semiorugas armados cada uno con cuatro ametralladoras pesadas, a lo que Aramburu tampoco accede. En un momento, sin embargo, concede, pero luego, cuando aquel se halla preparando vehículos y armamentos con sus más que entusiastas oficiales jóvenes, Aramburu le vuelve a ordenar que desista. Es que Señorans ha descubierto que los suboficiales de Curuzú Cuatiá les han hecho un sabotaje: Él había ordenado completar los tanques de combustible de los carriers antes de salir y se le había dado el informe de cumplimiento de la orden. Sin embargo, ahora había menos de lo necesario para operar y combatir. Con la contrariedad del caso, la columna retrograda a los cuarteles de Curuzú Cuatiá.

Viernes 16, 19:30 – Corrientes: Al llegar a los cuarteles, los oficiales rebeldes reciben de parte de un capitán la noticia que los suboficiales han derramado todos los depósitos de combustible.

Viernes 16, 20:00 – Corrientes: Aramburu envía al Cnel. Solanas Pacheco a tratar de convencer al Gral. Giorello que se pliegue a la Revolución. A 30kms de Curuzú Cuatiá y antes de poder encontrar a Giorello, Solanas Pacheco es detenido y llevado preso a Mercedes.

Viernes 16, 20:00 – Córdoba: A esta hora los rebeldes completan la ocupación de los puntos principales del centro de la ciudad y la neutralizan las amenazas militares más cercanas. La escasez de personal militar, sin embargo, sobretodo de infantería, hace vulnerable tanto a la ciudad, como a su guarnición militar, frente a cualquier ataque desde el sur, este o norte.

Viernes 16, 20:00 – Río Santiago: Aprovechando la oscuridad y que todos sus efectivos han retrogradado a la isla, Rojas da la orden para que el grueso del personal militar y naval de la base y de la Escuela Naval sea embarcado. Quedando en tierra solo los conscriptos y suboficiales que no adhieren a la Revolución, un total de 1.130 efectivos sublevados – entre oficiales, suboficiales, infantes de marina y cadetes, incluyendo varios heridos – navegan aguas afuera en el patrullero Muratore (el King, que carecía de propulsión, queda en su amarra) y en las lanchas o buques BDI y BDM. Una vez en el Río de la Plata, parte de los efectivos embarcados son trasbordados a los rastreadores Drummond, Py, Robinson y Granville. Terminada esta operación, la flotilla rebelde pone rumbo al este para encontrarse con los castigados destructores Cervantes y La Rioja.

Viernes 16, 20:00 – Buenos Aires: Cesa la actividad bélica en la base aérea de Morón.

Viernes 16, 20:30 – Córdoba: Tres bombarderos Avro Lincoln más procedentes de la base aérea de Morón se pliegan a la Revolución aterrizando en la Escuela de Aviación. Como esta base aérea militar no tiene ni las facilidades necesarias (longitud de pista) ni las reservas de combustible adecuadas para la operación de los enormes cuatrimotores de bombardeo, el Comodoro Krausse dispone su traslado al aeropuerto civil de Pajas Blancas y hacerlos operar desde allí. Krausse toma cierto riesgo porque Pajas Blancas, que recién ha sido tomado por los efectivos rebeldes del Gral. Videla Balaguer, se halla al norte de la ciudad y bastante alejado del perímetro relativamente seguro controlado por Lonardi.

Viernes 16, 21:00 – Río Santiago: Los efectivos leales a las órdenes del Gral. Ferrazzano – sin saber lo que ocurre en la isla – toman precauciones para pernoctar y esperar las primeras horas del día siguiente para lanzar el asalto final,

Viernes 16, 22:00 – Corrientes: Mientras Aramburu y los coroneles Señorans y Arias Duval planean con el Mayor Montiel Forzano otra salida nocturna con unos pocos carriers rebeldes (que serían repostados con el combustible de los otros vehículos), esta vez en dirección de Paso de los Libres, una sublevación generalizada de suboficiales de todas las unidades que estaban todavía en manos rebeldes pone en libertad a sus compañeros detenidos. Armados, muchos de estos suboficiales se dirigen a rodear ell Casino de Oficiales. Aramburu se considera vencido y deja en libertad de acción a los oficiales que lo han secundado. En medio de la noche de ese viernes 16, cada uno huye como y hacia donde puede.

Viernes 16, 22:00 – Puerto Belgrano: Ante la incierta actitud del Regimiento 5 de Infantería de Bahía Blanca, un avión PBY Catalina de la base aeronaval Comandante Espora vuelve a arrojar bombas sobre sus cuarteles.

Viernes 16, 22:00 – Córdoba: Aterriza en el aeropuerto de Pajas Blancas el sexto bombardero Avro Lincoln que habiendo despegado de la base aérea de Morón se pasa a los rebeldes en pleno vuelo.

Viernes 16, 22:00 – Córdoba: Los tripulantes del último bombardero Avro Lincoln llegado a Pajas Blancas desde la base aérea de Morón advierten al mando rebelde de una operación que se estaría planeando en Morón para destruir los aviones pasados a los rebeldes. Para ello se utilizarían varios Gloster Meteor que, habiendo sido recién repasados y alistados en el Taller Regional de Reparaciones de la Fuerza Aérea en Las Higueras (Río Cuarto), están listos en esa base. En base a esta información, el Comodoro Krausse dispone que a primera hora de la mañana del día siguiente (sábado 17) un Avro Lincoln bombardee esa pista y los Gloster Meteor y otros aviones que allí hubiera.

Viernes 16, 22:30 – Corrientes: Mientras la columna leal, ignorante de lo que ocurre en el bando rebelde, vivaquea en Baibiene, el Cnel. Sánchez Reynafé – con la sangre en el ojo por la trampa que le habían tendido la noche anterior – desobedece órdenes y con la sola compañía de un oficial avanza hasta Curuzú Cuatiá No solo no halla ni un solo rebelde, sino que se encuentra con sus propios hombres que lo reciben en triunfo.

Viernes 16, 22:30 – Río Santiago: Al quedar en libertad, el Cap. de Navío ingeniero Giménez Figueroa, director de Astillero uno de los pocos marinos que no habían querido plegarse a la Revolución, da aviso a las fuerzas del Ejército atrincheradas al otro lado del río Santiago que la isla ha sido abandonada por los rebeldes.

Viernes 16, 22:30 – Buenos Aires: Un avión Douglas DC3 despega de la base aérea de Morón con destino al Taller Regional de Reparaciones de la Fuerza Aérea en Las Higueras, Río Cuarto, Córdoba. El transporte lleva tres pilotos de Gloster Meteor con una misión especial: En la pista de Las Higueras (leal) hay varios Gloster Meteor que, diferencia de los que están en la rebelde Fábrica Militar de Aviones, se hallan en óptimas condiciones de mantenimiento y operación. Los pilotos procedentes de Morón tienen orden del Brig. Fabri – muy enojado con las tripulaciones “panqueques”, o sea, que se han “dado vuelta” en el aire – de despegar con los Meteors de Las Higueras y destruir los Avro Lincoln que tras haber defeccionado han aterrizado en el aeropuerto de Pajas Blancas.

Viernes 16, 24:00 – Puerto Belgrano: Tras siete horas de navegación a plena máquina (33 nudos o 61 kilómetros por hora) desde Golfo Nuevo, Chubut, entran a la base naval los cuatro destructores de la Flota de Mar. No bien en los muelles y bajo la luz de reflectores, comienzan la tarea de repostar combustible y completar munición. También a marcha forzada se completa en la base el alistamiento del crucero 9 de Julio. Mientras tanto el resto de la flota (los cruceros La Argentina y 17 de Octubre y la fuerza de fragatas) continua navegando rumbo al Río de la Plata.


El viernes 16 concluye con dos victorias para el Gobierno (Curuzú Cuatiá y Río Santiago); tres victorias para la Revolución (Córdoba, Puerto Belgrano y la Flota de Mar) y dos indefiniciones (Cuyo y la Fuerza Aérea).



Sábado 17, 00:00 – Córdoba: Aterriza en la pista del Taller Regional de Reparaciones de Las Higueras (Río Cuarto) el avión Douglas DC3 leal trayendo a los tres pilotos de Gloster Meteor que participarán de la incursión sobre el aeropuerto de Pajas Blancas para destruir los bombarderos Avro Lincoln rebeldes.

Sábado 17, 01:00 – Córdoba: Un bombardero Avro Lincoln rebelde despega del aeropuerto de Pajas Blancas portando al Cap. de Fragata García Favre, enlace de la Marina con Lonardi y Krausse. Cargado con bombas, tratará de arrojarlas sobre las pistas de Morón, antes de poner rumbo definitivo a su destino final: Puerto Belgrano.

Sábado 17, 02:00 – Puerto Belgrano: El crucero 9 de Julio (gemelo del 17 de Octubre) y la fuerza de destructores (con cuatro buques) se hacen a la mar. Llevan munición para los demás buques que navegan rumbo al Río de la Plata, pero hasta tanto se encuentren con ellos operarán como fuerza de tareas separada frente a Mar del Plata.

Sábado 17, 07:00 – Mendoza: La Agrupación de Montaña Cuyo (leal, formada por unidades de Mendoza y San Juan), que se ha puesto en marcha al alba, cruza el arco que marca la frontera entre las provincias de Mendoza y San Luis. Su destino es esta última ciudad y eventualmente, Río Cuarto y Córdoba, para reprimir a Lonardi.

Sábado 17, 07:00 – Córdoba: De acuerdo a la orden impartida por el rebelde Comodoro Krausse, otro bombardero Avro Lincoln procedente del aeropuerto de Pajas Blancas arroja bombas y ametralla las pistas y áreas de dispersión del Taller Regional de Reparaciones de Las Higueras (Río Cuarto). Alcanza a destruir un Avro Lancaster (antecesor de los Lincoln) y a averiar otro avión, pero quedan intactos los tres Gloster Meteor con los que los leales planean llevar adelante la incursión ordenada por el Brig. Fabri contra Pajas Blancas.

Sábado 17, 08:30 – Puerto Belgrano: Aterriza en la base aeronaval Comandante Espora el Avro Lincoln rebelde procedente de la Escuela de Aviación en Córdoba transportando al Cap. de Fragata García Favre. La falta de plafond sobre Buenos Aires le ha impedido bombardear la base aérea Morón.

Sábado 17, 08:30 – Puerto Belgrano: Tercer bombardeo de la aviación naval rebelde con base en Comandante Espora sobre el Regimiento 5 de Infantería de Bahía Blanca (leal).

Sábado 17, 08:30 – Neuquén: Por orden del Ministro Lucero, bajo el mando del Gral. Boucherie (subordinado al Gral. Molinuevo a cargo de la represión de Puerto Belgrano), se ponen en marcha la mayor parte de los efectivos de la Agrupación de Montaña Neuquén. Los destacamentos de montaña 5 y 7; los regimientos de infantería 10 y 21 y el destacamento de exploración blindado 6, lo hacen en dos trenes que han partido de las ciudades de Zapala y Neuquén. Por su parte, el regimiento de caballería 4 y el batallón de comunicaciones 6, marchan por sus propios medios para asegurar la transitabilidad de vías férreas y puentes.

Sábado 17, 09:45 – Puerto Belgrano: Patrullas de Infantería de Marina rebeldes salidas de la base naval comienzan a destruir y volar puentes carreteros y ferroviarios 100kms a la redonda Bahía Blanca. Estando en esta tarea, cerca de Sierra de la Ventana una patrulla naval se topa con cinco vehículos del Ejército. Tras un breve tiroteo, los oficiales del Ejército huyen y 40 efectivos, entre suboficiales y soldados se rinden, siendo trasladados a la base naval en carácter prisioneros. La voladura de puentes se prolongará todo el día.

Sábado 17, horas de la mañana – Río de la Plata: La flota de ríos rebelde – integrada ahora por un solo destructor (el La Rioja, ya que el Cervantes ha ingresado la tarde anterior al puerto de Montevideo), pero reforzada por los rastreadores Drummond, Granville, Py y Robinson, el patrullero Muratore, los buques BDI y BDM, lanchas torpederas y las dos unidades llegadas de Mar del Plata (el submarino Santiago del Estero y el buque-taller Ingeniero Gadda) – sigue bloqueando el puerto de Buenos Aires navegando en las cercanías del Pontón Recalada y fuera del alcance de los cazas a reacción leales de la base aérea de Morón.

Sábado 17, horas de la mañana – Córdoba: Tropas rebeldes se extienden y despliegan su perímetro defensivo hasta incluir dentro de él a la Escuela de Aviación y la Fábrica Militar de Aviones. Completada la operación a las 11:00, Lonardi traslada su puesto de mando de la Escuela de Artillería a la Escuela de Aviación Militar, disponiendo ahora de una pista de aterrizaje para rápidos contactos y desplazamientos.

Sábado 17, 10:30 – Bahía Blanca: El Regimiento 5 de Infantería se rinde y es ocupado por la Infantería de Marina. Quedan en sus cuarteles 570 conscriptos, en tanto que sus oficiales y suboficiales son llevados a Puerto Belgrano en calidad de detenidos.

Sábado 17, 11:00 – Río Santiago: La Escuela y la base naval, ubicadas en la isla Santiago y evacuadas por los rebeldes, son ocupadas por tropas del Ejército.

Sábado 17, 12:00 – San Luís: La plana mayor de San Luís y de las unidades movilizadas desde San Juan y Mendoza se reúne con los generales Raviolo Audisio y Arandía en la sede del Comando del 2do. Ejército. Con la excepción de Raviolo Audisio y los corones Botto y Crocce, todos los reunidos se manifiestan en contra del Gobierno. Tras algunas exhibiciones de armas y disparos aislados, Arandía asume el mando de inmediato, en tanto que los oficiales leales Raviolo Audisio, Botto y Crocce son dejados en libertad bajo palabra.

Sábado 17, horas de la mañana – Córdoba: El Regimiento de Artillería Antiaérea Liviana, enviado por el Gral. Epifanio Sosa Molina desde San Luís antes que los efectivos del 2do. Ejército de Cuyo se hubieran sublevado, refuerza los efectivos leales que bajo el mando del Gral. Morello hostigan desde el sur al foco rebelde de Lonardi.

Sábado 17, horas del día – Córdoba: Las fuerzas leales del Gral. Morello en la zona de Alta Gracia son observadas y hostigadas por la aviación rebelde que opera desde la Escuela de Aviación Militar. Los refuerzos de artillería antiaérea recibidos por Morello desde San Luis obligan a los pilotos rebeldes a extremar precauciones[7].

Sábado 17, 12:30 – Puerto Belgrano: El Avro Lincoln rebelde que había llegado de Córdoba con el Cap. de Fragata García Favre despega rumbo a su punto de origen. Nuevamente el mal tiempo y las nubes bajas le impide descargar sus bombas sobre una columna del Ejército en cercanías de Tres Arroyos.

Sábado 17, 15:00 – Buenos Aires: La noticia de la sublevación del 2do. Ejército de Cuyo llega a Buenos Aires antes que a Córdoba. Cuando en el Comando de Represión se tiene conocimiento de ello, Lucero instruye al Tte. Cnel. Podestá, Jefe del Regimiento 11 de Infantería en Rosario, que movilice su unidad hacia Río Cuarto para impedir la ofensiva de aquel sobre la retaguardia del Gral. Morello en Alta Gracia.

Sábado 17, 15:00 – San Luís: Unos mil efectivos de infantería y artillería de la ahora rebelde Agrupación de Montaña Cuyo ocupan sin resistencia la Base Aérea Militar Villa Reynolds, en cercanías de Villa Mercedes, unos 90 kilómetros al sudeste de la ciudad capital. Es la base natural de los bombarderos pesados cuatrimotores Avro Lincoln, los cuales operaban desde el día anterior desde la base de Morón, pero que habían ido desertando a medida que despegaban de esta base.

Sábado 17, 15:30 – Córdoba: El Gral. Iñiguez llega a San Francisco, donde toma el mando de los Regimiento 12 de Infantería y el 3er Grupo de Artillería Antiaérea de Guadalupe. Siguiendo instrucciones del Ministro Lucero, ambas unidades había dejado sus cuarteles en la Provincia de Santa Fe la noche anterior, para avanzar hacia el foco rebelde de la ciudad de Córdoba.

Sábado 17, 16:00 – San Luís: Después de ocupar la base aérea de Villa Reynolds y consultar con su Estado Mayor, el Gral. Arandía decide replegar a las provincias de Mendoza y San Juan unos dos mil efectivos de la Agrupación de Montaña Cuyo, a efectos de consolidar la Revolución en ambas jurisdicciones.

Sábado 17, 17:00 – San Luis: La radio LV13 de esta provincia propala – en conexión con LV2 “La Voz de la Libertad” y Radio Puerto Belgrano – la noticia de la sublevación del 2do. Ejército.

Sábado 17, 17:00 – Córdoba: En conocimiento de que la base aérea de Villa Reynolds – asiento natural de los bombarderos pesados Avro Lincoln – esta en manos de las tropas sublevadas de San Luís, un Lincoln rebelde despega del aeropuerto de Pajas Blancas con destino Reynolds. Va en procura de combustible y bombas, que escasean en Córdoba, y repuestos que solo hay en aquella base. El aparato sufre un desperfecto y cae a tierra en las cercanías de Río cuarto, pereciendo sus nueve tripulantes.

Sábado 17, 18:00 – Córdoba: Minutos después que aterrizara en el aeropuerto de Pajas Blancas el bombardero Avro Lincoln (con carga completa de bombas) que trae al Cap. de Fragata García Favre de Puerto Belgrano, los tres Gloster Meteor leales procedentes de la base de Las Higueras (Río Cuarto) ametrallan la zona de dispersión de Pajas Blancas y destruyen dos de los tres bombarderos pesados allí estacionados. Regresados los veloces cazas a reacción a Las Higueras, los pilotos reciben orden de Buenos Aires de volar de inmediato a la base de Morón en un avión de transporte, ante el temor que Las Higueras sea ocupada por las tropas sublevadas en Cuyo.

Sábado 17, 18:30 – Córdoba: Un Gloster Meteor rebelde de la Fábrica Militar de Aviones ametralla a las tropas que bajo en mando del Gral. Iñiguez avanzan desde San Francisco hacia la ciudad de Córdoba. Cuando minutos más tarde el mismo aparato repite el ataque en manos de otro piloto, los alertados los cañones del 3er Grupo de Artillería Antiaérea (de Guadalupe, Santa Fe) lo contraatacan con precisión. El Meteor puedo regresar a la base, pero con 17 impactos en sus alas y fuselaje. Los efectivos de Iñiguez harán noche en Monte Cristo.

Sábado 17, horas de la tarde – Puerto Belgrano: Los capitanes de Navío Rial y Perren reciben informaciones de radioaficionados dando cuenta del avance en dirección a Bahía Blanca de trenes procedentes del Neuquén con tropas. Mientras aviones de la base Comandante Espora salen a explorar, las patrullas de Infantería de Marina redoblan las voladuras de puentes ferroviarios de las vías provenientes de Neuquén y Río Negro.

Sábado 17, 20:00 – Mendoza: Cuando la columna de la Agrupación de Montaña Cuyo llega al puente sobre el Río Mendoza en la localidad el Palmira, Lagos se hace cargo de su mando y del mando de la Revolución en las tres provincias cuyanas.

Sábado 17, 20:00 – Córdoba: El Gral. Moschini, también obedeciendo órdenes del Ministro Lucero, ha movilizado el grueso de la V División. Ahora hace noche en Dean Funes al frente de cuatro regimientos de infantería (el 15 de La Rioja, el 17 de Catamarca, el 18 de Santiago del Estero y el 19 de Tucumán), uno de caballería (el 5 de Salta), uno de artillería (el 5 de Salta) y el batallón 5 de comunicaciones de Tucumán. Junto a las unidades bajo el mando de los generales Iñiguez (en Monte Cristo) y Morello (en Alta Gracia), atacarán el foco rebelde de Córdoba en horas del domingo 18.

Sábado 17, 20:00 – Sur de la Provincia de Buenos Aires: El Gral. Molinuevo, a cargo de la represión del área naval de Puerto Belgrano, ha movilizado los regimientos 1 y 2 de caballería (desde Azul y Tandil, respectivamente) y el destacamento de comunicaciones 3. A estas unidades, concentradas por estas horas en Pringles y Sierra de la Ventana después de una azarosa marcha bajo la lluvia, se unirán en la mañana siguiente (ya domingo 18) los regimientos 2 de artillería 3 de infantería motorizada (desde Tandil y La Tablada, respectivamente). Este último ha sido reforzado por un destacamento de seis de tanques, pero ha debido dejar sus modernos cañones antiaéreos Oerlikon para defensa de la Casa Rosada[8].

Sábado 17, 21:30 – Buenos Aires: Llegados a la base de Morón, los pilotos que atacaron el aeropuerto de Pajas Blancas son recibidos por el Brig. Fabri. Tras escuchar su informe y felicitarlos, les menciona otro ataque que se planeaba para el día siguiente empleando los dos últimos Avro Lincoln leales que quedan en Morón. Ante la advertencia sobre el peligro que estos bombarderos fueran interceptados por Gloster Meteors rebeldes, Fabri les dijo que la falta de reacción rebelde ante el ataque a Pajas Blancas de esa tarde probaba que los Gloster Meteor de la Fabrica Militar de Aviones no habían podido ser reparados.



El sábado 17 concluye con dos victorias para el Gobierno (las masivas concentraciones de tropas que rodean los focos rebeldes de Córdoba y Puerto Belgrano y la destrucción de tres bombarderos Avro Lincoln rebeldes) y dos victorias para la Revolución (la sublevación del 2do. Ejercito de Cuyo y la rendición del Regimiento 5 de Infantería de Bahía Blanca). Mientras tanto, la Flota de Mar, rebelde, prosigue su navegación hacia el Río de la Plata.



Domingo 18, 06:00 – Río Colorado, en el límite de las provincias de Río Negro y La Pampa a 170 kms de Puerto Belgrano: Arriba el primero de los dos trenes que desde la Provincia del Neuquén traen al grueso de la Agrupación de Montaña de igual nombre. El segundo tren arribará 45 minutos más tarde. Tropas y vehículos son desembarcados con la orden de ganar cuanto antes La Adela, en la margen norte del río Colorado y ya en la Provincia de La Pampa. Los dos trenes quedan estacionados en sendas vías paralelas de la estación Río Colorado, que se unen justo antes del puente sobre el río homónimo. En una atmosfera clara y límpida, que contrasta con el clima prevaleciente en la mayor parte del resto del país[9], aparece un avión PBY Catalina rebelde procedente de la base aeronaval Comandante Espora. Piloto y tripulantes observan la escena y aunque pasan volando bajo no reciben fuego de tierra, sino que observan a las tropas alejándose a la carrera de la estación. Tras un giro completo el PBY Catalina enfila hacia el puente y arroja dos bombas con tan buena puntería que explotan entre las dos locomotoras, volcándolas fuera de las vías. En una segunda pasada arroja otras dos bombas, una de las cuales estalla e incendia el último vagón de uno de las formaciones, que era un tanque lleno de combustible.

Domingo 18, 06:30 – Córdoba: Cumpliendo el requerimiento hecho la víspera por el Gral. Morello, dos cuatrimotores pesados Avro Lincoln leales – que decolaron de la base aérea de Morón a las 04:30 – bombardean desde 1.500 metros de altura las pistas de la Escuela de Aviación y de la Fábrica Militar de Aviones. La presunción del Brig. Fabri que los tres Gloster Meteor de la Fábrica Militar de Aviones no estaría operativos resulta ser una verdad a medias: Sorprendiendo a las tripulaciones de los pesados Lincoln, dos de estos Meteors que estaban en la zona de dispersión listos para entrar en combate, con sus pilotos sentados en sus cabinas y las tripulaciones de tierra preparadas para darles arranque, despegan en medio de las bombas que caen sobre las pistas. Uno sufre de inmediato la trabazón de sus cañones (producto de la premura con la que habían sido reparados y armados) y el otro, al ver que los bombarderos buscan desesperadamente la protección de las nubes en su huída hacia Morón, decide perdonarles la vida a sus dieciocho camaradas de armas (9 tripulantes en cada Avro Lincoln).

Domingo 18, 07:00 – Córdoba: Un avión FMA DL, monomotor de entrenamiento biplaza con una velocidad máxima de 270kph, hace un reconocimiento armado sobre la columna del Gral. Iñiguez en Monte Cristo. Igual que el Gloster Meteor que los atacó ayer, el FMA DL es victima del afilado 3er Grupo de Artillería Antiaérea. Regresa a la base averiado de tal forma que debe aterrizar sobre su panza. Ilesos, el piloto (Tte. Barcala) y su tripulante se ponen al instante a alistar uno de los dos bombarderos medianos bimotores FMA Calquin que se hallaban en la Fábrica para repaso y mantenimiento.

Domingo 18, 07:00 – Córdoba: Los efectivos leales al mando del Gral. Iñiguez, al este de la ciudad, así como los mandados por el Gral. Morello, al sur, reciben desde el Comando de Represión la orden de avanzar sobre el foco rebelde. Iñiguez debe recuperar la ciudad, mientras Morello hostigará al núcleo duro de Lonardi. El regimiento 11 de Infantería de Rosario, ante el repliegue a Mendoza de las tropas rebeldes del 2do. Ejército de Cuyo, recibe también la orden de avanzar a Córdoba desde la ciudad de Villa María. En cambio, y por falta de vehículos, se demora el avance de las unidades de la V División a órdenes del Gral. Moschini, estacionados en Deán Funes, al norte de la ciudad y del aeropuerto de Pajas Blancas. Para complicar las cosas, en horas de la noche grupos de civiles con la colaboración de aspirantes rebeldes de la Escuela de Suboficiales de la Fuerza Aérea vuelan la única vía férrea por la cual Moschini hubiera podido transportar sus efectivos carentes de vehículos.

Domingo 18, 08:00 – Córdoba: Ante la penetración de la infantería y artillería leales bajo el mando del Gral. Iñiguez en la zona de la estación ferroviaria de Alta Córdoba (al norte de la ciudad), comienza el combate con las unidades de civiles rebeldes, apoyadas por algunas secciones de cadetes y aspirantes de la Fuerza Aérea al mando del Gral. Videla Balaguer.

Domingo 18, Domingo 18, 09:30 – Córdoba: La vanguardia del Gral. Iñiguez (con sus tropas mejor adiestradas) captura la estación ferroviaria Alta Córdoba. Los rebeldes responden con un ataque aéreo del que participa, entre otros, el bombardero liviano bimotor FMA Calquin del Tte. Barcala. Este arroja en medio de la estación un tambor lleno de “napalm" que estalla provocando un gran incendio. En una segunda pasada con fines de reconocimiento, el FMA Calquin de Barcala no escapa de la proverbial precisión de los cañones antiaéreos de Iñiguez: Regresa a su base con varios impactos y un tanque chorreando combustible.

Domingo 18, 09:00 – Mendoza: La Agrupación de Montaña Cuyo bajo el comando del Gral. Lagos y con el II Batallón de Infantería de Montaña (de Calingasta) bajo el mando del Tte. Cnel. Aguirre en su vanguardia, entra a la ciudad. Aunque en los primeros tramos (después de cruzar el puente Palmira sobre el Río Mendoza) deben despejar la ruta de camiones y ómnibus vacíos y con las gomas pinchadas, abandonados por activistas de la CGT para obstaculizar su marcha, a partir de Guaymallén hasta el centro de la ciudad las tropas son vitoreadas por jubilosos y nutridos grupos de civiles. Semejante recibimiento ayuda a calmar los ánimos de la suboficialidad que no ha tenido oportunidad de manifestar su oposición a la Revolución.

Domingo 18, 10:30 – Río de la Plata: Los cruceros La Argentina y 17 de Octubre y la fuerza de fragatas toman contacto con los buques de la Flota de Ríos. Tras las formalidades de rigor (“Pasaré por su costado de estribor para rendir los honores correspondientes a su condición de Comandante en Jefe, Oficial en Comando Táctico”), incluyendo la salva de diecisiete cañonazos que manda el Reglamento de Ceremonial Marítimo, Rojas asume el “Comando en Jefe de la Marina de Guerra en Operaciones”. Una vez traslado del patrullero Muratore al crucero 17 de Octubre e izada allí su insignia, Rojas impone el bloqueo a todos los puertos argentinos.

Domingo 18, 11:00 – Córdoba: El Gral. Videla Balaguer pronuncia por LV2 Radio “La Voz de la Libertad” una encendida arenga afirmando la resolución de resistir y vencer.

Domingo 18, horas de la mañana – Mendoza: Tras dominar la ciudad, incluyendo una corta, pero violenta refriega en la que sindicalistas y dirigentes de menor relieve trataron de oponerse a la ocupación del local de la CGT y que provocó la muerte de dos soldados y heridas a dos oficiales, Lagos designa Gobernador de la Provincia al Gral. Roberto Nazar y envía al Cnel. Piantamura y al Tte. Cnel. Cabello con una escolta de efectivos del Destacamento de Infantería Montaña 1 a apoderarse de la Base Aérea Militar de El Plumerillo. Con la adhesión a la Revolución de todos los oficiales de la Fuerza Aérea de El Plumerillo – a excepción de su jefe – y su dotación de bombarderos livianos bimotores FMA Calquin, los rebeldes agregan a su haber doce aviones de combate y la quinta pista o base aérea apta para la operación de aviones militares. Se agrega al aeropuerto de Pajas Blancas, a las pistas de la Escuela de Aviación y Fábrica Militar de Aviones en Córdoba, a la base aeronaval Comandante Espora en Puerto Belgrano y a la Base Aérea Militar Villa Reynolds, en Villa Mercedes, San Luís.

Domingo 18, horas del día – Corrientes: El Ministro Lucero ordena a la guarnición de Curuzú Cuatiá “alistar un tren y traer a Buenos Aires mayor cantidad de elementos blindados…” El cumplimiento de la orden se ve dificultado, ya que en oportunidad de neutralizar la Agrupación Blindada Escuela en la tarde del viernes 16, el Cnel. Arias Duval se había llevado consigo las piezas fundamentales que retirara de los tanques. Se tarda todo el día en alistar 12 tanques del total de 50 que tenía la unidad y solo al anochecer se embarcan en dos trenes de 30 vagones junto al Grupo de Artillería y sus obuses de 105mm.

Domingo 18, 12:00 – Mendoza: Un avión bimotor Beechcraft Kansan T11B de la Escuela de Aviación trae desde Córdoba al Cap. de Fragata García Favre. Ante la duda sobre la situación prevaleciente en la base aérea El Plumerillo aterriza sobre la ruta 40, unos treinta kilómetros al sur de la ciudad. García Favre trae un mensaje y pedido angustioso de parte de Lonardi para Lagos: “Fuerzas del Gobierno superiores en número rodeaban la guarnición rebelde de Córdoba y, a menos de recibir urgentes refuerzos, el movimiento será dominado”. Lagos le expone las diversas dificultades que encuentra para satisfacer el pedido de Lonardi: 1) Suboficiales que regresaron a Mendoza y San Juan engañados por la promesa que no lucharían entre hermanos y que seguramente reaccionarían si eran enviados a Córdoba a pelear por la Revolución; 2) Una situación local siempre amenazada de revueltas, tal como había ocurrido en Curuzú Cuatiá y 3) Una real carencia de combustible en las rutas hacia San Luís y Córdoba para movilizar un contingente importante. Quedan por verse nuevamente a las 18:00.

Domingo 18, 12:00 – Buenos Aires: La cadena nacional de radiodifusión propala una arenga legalista del Secretario General de la Confederación General del Trabajo, Sr. Di Pietro.

Domingo 18, horas del día – Tornquist, Sierra de la Ventana, Saavedra, Cnel. Suárez, Cnel. Pringles y Tres Arroyos: Además de las columnas provenientes del Neuquén bombardeadas en Río Colorado, los aviones Grumman de observación volando desde la base aeronaval Comandante Espora detectan movimientos militares en todas las localidades de la Provincia de Buenos Aires que rodean Puerto Belgrano. A las unidades mencionadas en la crónica del jueves 17 se suman el batallón de zapadores motorizado 1 de San Nicolás, el regimiento de infantería 13 de Santa Rosa, una batería del regimiento de artillería antiaérea de Camet (Mar del Plata), los destacamentos de comunicaciones y de zapadores 3 y unidades blindadas de Campo de Mayo. Aunque muchas de estas unidades, así como los regimientos mencionados en la crónica del jueves 17, contaban con artillería antiaérea, los rebeldes apelaron a todos los PBY Catalinas y North American Texan AT6 que operaban desde Espora para atacar a cada concentración o columna leal. Si bien la artillería antiaérea obliga a los aparatos navales a cuidarse, cada pasada de los aviones provoca la detención y dispersión de las tropas, con las consecuentes demoras en el avance de las columnas. Hay muertos, heridos y muchos vehículos dañados y los jefes militares reclaman la presencia de aviones leales que ahuyenten a los rebeldes. Uno de los ataques rebeldes más importantes se concentra en una columna de seis tanques y seis carriers que estaban siendo desembarcados de un tren en la estación de Saavedra. Una y otra vez los North American Texan AT6 rebeldes arrojan en picada sus pequeñas bombas de 50kgs sobre los blindados o los hostigan con sus dos ametralladoras calibre 7,65mm. ¡El mismo calibre que el fusil Mauser! (¡Comparar con los cuatro cañones de 20mm y proyectiles explosivos que cada Gloster Meteor lleva en su morro!). Los rebeldes saben que los blindados leales son las unidades que más rápidamente pueden avanzar, atacar y destruir el perímetro defensivo del foco rebelde, el que cuenta con artillería pesada (de tierra y en los buques), pero no con artillería antitanque. En una de tantas salidas de los pilotos navales rebeldes, la artillería antiaérea leal del Ejército derriba a dos de los lentos Grumman: Los de los capitanes de corbeta Hussey y Estivariz. El primero logra aterrizar en planeo salvando su vida y la de sus dos tripulantes, pero Estivariz y los suyos no tienen la misma suerte: El Grumman se precipita a tierra falleciendo el piloto y sus dos tripulantes (Tte. Irigoin y Suboficial Mecánico Rodríguez). En todo el día se realizan desde Espora 264 “salidas” o “misiones”, por lo que al anochecer casi no quedan bombas aptas para el ataque a blindados y la reserva de combustible ha mermado considerablemente.

Domingo 18, 15:30 – Córdoba: Tras haber recrudecido en Alta Córdoba la ofensiva de los efectivos leales, ocupando la comisaría del lugar donde se establece el comando, el Gral. Iñiguez hace virar la dirección de su vanguardia hacia la zona de la guarnición militar rebelde. Esto desaira al depuesto Gobernador Lucchini, el cual, operando con un grupo armado de 100 policías, quiere una rápida y vengativa recuperación de su Gobernación y la zona céntrica de la ciudad. Pero apenas divisada la vanguardia de Iñiguez por los observadores de Lonardi, es batida por una impresionante lluvia de proyectiles de artillería mediana y pesada disparando desde el perímetro defensivo rebelde. El fuego es de tal intensidad que logra detener el avance de las fuerzas de Iñiguez y obliga a su retirada.

Domingo 18, 16:00 – Mendoza: Ante la posibilidad de disturbios provocados por elementos leales, se informa a la población por radio que a partir de las 21:00 quedará implantado el toque de queda.

Domingo 18, 16:30 – Córdoba: Seis bombarderos livianos Beechcraft Kansan T11B de la Escuela de Aviación bombardean en dos oportunidades (16:30 y 18:30) las unidades del Gral. Moschini en zonas aledañas a Deán Funes. Tras varias órdenes y contraórdenes, Moschini ordena al Regimiento 15 de Infantería (de La Rioja) desplazarse hacia Jesús María, en donde hay un Liceo Militar. Si bien la ocupación de esta localidad no es primordial en el ataque a la guarnición de Lonardi, ya que prácticamente queda a retaguardia de los efectivos del Gral. Iñiguez, su importancia radica en que amenaza directamente al aeropuerto de Pajas Blancas.

Domingo 18, 17:30 – Córdoba: Los civiles revolucionarios – siempre con apoyo de algunas secciones de cadetes y aspirantes de la Fuerza Aérea – intentan denodadamente desalojar a los efectivos leales del Gral. Iñiguez de la estación Alta Córdoba. Chocan, sin embargo, con tropas mejor equipadas, entrenadas y conducidas, que logran inclinar el peso del combate a su favor y estabilizar el frente. Entre los civiles hay varios muertos y heridos. La preocupación principal de Iñiguez, sin embargo, sigue siendo la guarnición militar rebelde, y no la ciudad.

Domingo 18, 17:40 – Puerto Belgrano: Pese a la incansable actividad de la aviación naval operando de la base Comandante Espora, a esta hora el Cap. de Navío Perren cursa el siguiente dramático mensaje a Rojas, ya embarcado en el crucero 17 de Octubre: “Base rodeada por fuerzas superiores. Inicio evacuación de mujeres y niños. Requiero urgente regreso (del crucero) 9 de Julio para cooperar con la defensa”.

Domingo 18, 18:00 – Mendoza: En la formación militar efectuada por la tarde, Lagos hace, delante del Cap. Fragata García Favre, un reconocimiento público de la actuación revolucionaria de la Armada. No se resuelve, sin embargo, la cuestión del envío de fuerzas a la guarnición rebelde de Córdoba. En cambio, sí se accede a que las tropas de infantería y artillería que ocupaban la base aérea de Villa Reynolds (en las cercanías de Villa Mercedes) avancen e intenten tomar, o por lo menos neutralizar, el Taller Regional de Reparaciones de la Fuerza Aérea (y sus pistas de aviación) en Las Higueras (Río Cuarto), unos 110 kilómetros a noreste de Reynolds. Esta base había servido la tarde del día anterior (el sábado 17) para efectivizar el ataque con Gloster Meteors leales a los bombarderos Avro Lincoln rebeldes estacionados en el aeropuerto de Pajas Blancas, al norte de la ciudad de Córdoba.

Domingo 18, 19:30 – Córdoba: En tenso diálogo telefónico Lonardi insta al Gral. Videla Balaguer a abandonar la ciudad y replegarse hacia la guarnición. Videla Balaguer se niega a aceptar el criterio de Lonardi y vuelve a hablar por radio. En esta oportunidad los principales destinatarios de su mensaje fueron los oficiales de las unidades leales, a los que vuelve a instar a cesar la lucha a favor de un líder corrupto y por añadidura, cobarde.

Domingo 18, horas el atardecer – Córdoba: Al anochecer el Gral. Iñiguez, al mando de las unidades leales que atacan a Lonardi por el norte, da órdenes a sus tropas para consolidar y mantener las posiciones conquistadas en espera de la claridad del día siguiente.

Domingo 18, horas el atardecer – Córdoba: También el Gral. Morello, cuyos efectivos ya se aproximaban a los 3.000 hombres desplegados al sur del foco rebelde de Lonardi, decide suspender sus ataques hasta el día siguiente. A diferencia de Iñiguez, temiendo que la artillería de Lonardi batiera sus posiciones avanzadas durante la noche para sembrar confusión, ordenó que, no bien oscureciese y sin prender una sola luz, sus tropas retrocedieran 3kms de las últimas posiciones alcanzadas en la tarde. Probó ser una decisión correcta, pues ese fuego fue precisamente lo que hizo la artillería rebelde en horas de la madrugada del lunes 19.

Domingo 18, horas del atardecer – Mendoza: Oficiales del 2do. Ejercito encuentran en la estación ferroviaria de la ciudad un cargamento de armas antitanque “bazookas” (cañones-cohete sin retroceso y con gran poder de penetración) provenientes de los EE.UU. con destino a Chile. Proceden de inmediato a desembalarlos para ponerlos en condiciones de uso en la eventualidad de sufrir un ataque de blindados leales.

Domingo 18, horas del atardecer – Buenos Aires: El Comando de Represión ordena para el día siguiente (lunes 19) un ataque general, concéntrico y simultáneo de todas las unidades que rodean los focos rebeldes de Córdoba y Puerto Belgrano.

Domingo 18, horas del atardecer – Córdoba: Para reforzar el dispositivo represivo de este foco rebelde, se le envían al Gral. Morello los siguientes efectivos: 1) Por vía aérea a la pista del Taller de Regional de Reparaciones de la Fuerza Aérea en Las Higueras (Río Cuarto), una compañía de infantería de la Escuela de Suboficiales “Sargento Cabral” y dos batallones de la Escuela de Mecánica del Ejército, ambas de Campo de Mayo: 2) Por ferrocarril, varios tanques, algunos a Río Cuarto y otros a Villa María y 3) Por tierra, el Regimiento 14 de Infantería de Río Cuarto.

Domingo 18, horas del atardecer – Buenos Aires: El Comando de Represión también piensa en una amenaza rebelde mucho más inminente y peligrosa para Buenos Aires que los cercados focos de Córdoba y Puerto Belgrano: La Flota de Mar. El Ministro de Marina, Alte. Cornes: 1) Cita al Vicecomodoro Lapuente (de la Fuerza Aérea) y al Cap. de Fragata Crexell (de la Armada) para encargarles la planificación de un intenso bombardeo sobre esos buques el día lunes 19, 2) Ordena al comandante accidental de la recuperada Base de Río Santiago, Cap. de Navío ingeniero Giménez Figueroa que estudie las posibilidades de atacar los buques la Flota con las lanchas torpederas que hubieran quedado en esa base y fondear en el canal de acceso minas explosivas y 3) Ordena hundir chatas y fondear el rompehielos Gral. San Martín (antecesor de Alte. Irizar) y el buque-tanque Punta Loyola en puntos del canal de acceso lo suficientemente alejados como para diluir la amenaza de los cañones de largo alcance (15.000 a 20.000 metros) de los cruceros 17 de Octubre y 9 de Julio sobre la ciudad de Buenos Aires.

Domingo 18, horas del atardecer – Córdoba: Ante la certeza de ser atacado a fondo el día siguiente y la imposibilidad de recibir refuerzos a corto plazo, Lonardi trasmite el siguiente radiograma a Rojas: “Córdoba pide acción urgente de la Marina sobre Buenos Aires”.

Domingo 18, horas del atardecer – Flota de Mar: Ante los dramáticos pedidos radiados por Lonardi (desde Córdoba) y Rial (desde Puerto Belgrano), Rojas decide dar un golpe. Tras analizar varias alternativas, se decide bombardear desde el mar los grandes tanques de almacenamiento de combustible existentes en el puerto de Mar del Plata y los cuarteles del Regimiento de Artillería Antiaérea en Camet, al norte de la misma ciudad. No solo se lograría un fenomenal golpe de efecto, sino que además se destruirían valiosas reservas de combustibles del Gobierno y una unidad militar peligrosa para la aviación rebelde. Entonces se emiten las órdenes correspondientes – para su cumplimiento inmediato – a la fuerza de tareas compuesta por el crucero 9 de Julio y los destructores Buenos Aires, Entre Ríos, San Luis y San Juan, que, desde el sábado 17 a la madrugada, navegan por fuera del cabo Corrientes. Se instruye además a la base aeronaval Comandante Espora que destaque dos aviones PBY Catalina para bombardear depósitos de combustible en los puertos de Dock Sud o Ensenada antes de las 00:40 del lunes 19.

Domingo 18, 22:30 – Fuerza Naval de Tareas frente a Mar del Plata: Al negarse a obedecer la orden recibida (bombardear los tanques de almacenamiento de combustible de Mar del Plata y el regimiento de artillería antiaérea de Camet), el comandante del crucero 9 de Julio, Cap. de Navío Benesch, se recluye en su cámara. Toma el mando el segundo comandante, Cap. de Fragata Marotte. Más trágico es el final del Cabo Principal Spera, quien tras amotinarse y atacar a un oficial, es muerto por un disparo de este. En un mensaje cursado desde el destructor Entre Ríos a la Base de Submarinos de Mar del Plata, se advierte de los ataques que se llevarán a cabo y se intima a la población civil a evacuar no menos de cinco cuadras de todo el frente marítimo de la ciudad. Se amenaza también a la emisora local que será bombardeada si no propala reiteradamente el mensaje a la población. Finalmente, tras varias discusiones y para dar tiempo a la evacuación de la población civil, se decide ejecutar la operación en las primeras horas del día siguiente (lunes 19).

Domingo 18, horas del anochecer – Mar del Plata: El inminente bombardeo naval provocó también la definición de la situación de la Base de Submarinos de la ciudad, en la cual el viernes 16 solo se habían sublevado las tripulaciones del submarino San Luís y del buque-taller Gadda, unidades que escaparon de su base para unirse a la flota de ríos el sábado 17 por la mañana. En medio de discusiones entre el Jefe de la Base de Submarinos, Cap. de Fragata Plater, y el del Regimiento de Artillería Antiaérea de Camet, Cnel. Martos, sobre quien era responsable de trasmitir el aviso de evacuación a la población civil, en este anochecer del domingo 18 varios oficiales navales subalternos copan la base y avisan a los buques de la flota que adhieren al alzamiento.

Domingo 18, 22:30 – Buenos Aires: La cadena nacional de radiodifusión propala un discurso de tono mesurado del Presidente del Partido Peronista, Dr. Lalor.



El domingo 18 los rebeldes muestran gran determinación al hostigar con sus aviones y artillería los efectivos leales que rodean sus focos de Córdoba y Puerto Belgrano. El Gobierno, sin embargo, logra cerrar y reforzar notablemente los “dispositivos cerrojo” sobre cada uno de esos focos. Tanto que – con voluntad y determinación – estaba en condiciones de liquidarlos en pocos días. Como contrapartida, los rebeldes consolidan su dominio sobre el amplio territorio de las provincias cuyanas (con sus dos importantes bases aéreas militares y su frontera internacional) y – mucho más importante para debilitar el ánimo leal – quedan en posición de amenazar a Buenos Aires con los grandes cañones de la Flota de Mar. Al día siguiente (lunes 19) se vería cual de las dos partes tendría mayor determinación para empeñarse a fondo.



Lunes 19, 00:00 – Mendoza: Destacado por Lagos, el Cnel. Fonseca parte para ocupar y hacerse cargo de la Gobernación de la Provincia de San Juan. Lo hace con el apoyo del batallón de infantería del Tte. Cnel. Aguirre, una compañía de zapadores oriunda de esa provincia y una batería de artillería cedida por el Cnel. Elizondo. Tras cinco horas de una prudente travesía nocturna llegan a la ciudad de San Juan y a pesar de lo temprano de la hora, son recibidos en triunfo por gran parte de la población civil.

Lunes 19, 06:00 – Mar del Plata: Un bombardero Martin Mariner rebelde, que había volado desde la base aeronaval Comandante Espora hasta Dock Sud y Ensenada en cumplimiento de la orden de Rojas de bombardear los depósitos de combustible de esos puertos, pero que no había podido cumplir la orden por carencia de “techo”, pide permiso al crucero 9 de Julio para arrojar sus bombas sobre los tanques de Mar de Plata. El ataque no alcanza a dañar el blanco, pero sirve de elocuente aviso para que la población civil se aleje del lugar.

Lunes 19, 07:00 – Fuerza Naval de Tareas frente a Mar del Plata: Mar adentro, distante 9 kilómetros del blanco, el crucero 9 de Julio abre fuego sobre los tanques de combustible. Sus cinco torres de tres cañones cada una disparan secuencialmente, corrigiendo el reglaje de cada salva sobre los blancos alcanzados por las anteriores. Tras diez minutos de fuego durante los cuales se dispararon 68 proyectiles, quedan totalmente destruidos 9 de los 11 tanques, uno levemente afectado y uno intacto. La precisión de la artillería naval queda de manifiesto por el hecho que 63 (de los 68) proyectiles caen dentro del perímetro del blanco que mide 200 x 75 mts., en tanto que ninguno de los restantes 5 cae a mas de 200 mts. del perímetro.

Lunes 19, 09:00 – Flota de Mar en el Río de la Plata: Tras el exitoso golpe del crucero 9 de Julio en Mar del Plata, Rojas hace avisar – “para salvaguardar a la población civil” – a la central de comunicaciones del Comando de Operaciones Navales en Buenos Aires, a Radio Pacheco y a la Prefectura de La Plata, que a las 13:00 de ese día el crucero 17 de Octubre bombardeará la destilería de petróleo que YPF tiene en Ensenada, La Plata.

Lunes 19, horas de la mañana – Buenos Aires: Las radios del Gobierno no son autorizadas a difundir la advertencia rebelde sobre el bombardeo a la destilería de Ensenada, pero la población se entera por las emisoras uruguayas. Entre las reacciones más extremas provocadas por la amenaza está la del Ministro del Interior, Abrieu, quien le propone a Perón hacer encerrar dentro de la destilería a las familias de los marinos que tripulan los buques atacantes.

Lunes 19, horas de la mañana – Neuquén: Oficiales subalternos complotados que han quedado de guardia en esta guarnición tras la partida en trenes (el sábado 17 por la mañana) de la Agrupación de Montaña Neuquén al mando del Gral. Boucherie, copan la unidad y frustran el embarque de una columna de vehículos que debía ser enviada a la Agrupación acantonada en Río Colorado, Provincia de Río Negro, a 170kms de Puerto Belgrano.

Lunes 19, horas de la mañana – Mendoza: Lagos y el enviado de Lonardi y enlace naval, Cap. de Fragata García Favre, se reúnen por tercera vez. El primero mantiene la posición de limitar el apoyo del 2do. Ejército a la incursión a realizarse contra la base aérea de Las Higueras en Río Cuarto. Acto seguido García Favre le menciona a Lagos la posibilidad de constituir un gobierno provisional soberano en el territorio controlado por las fuerza de Cuyo. García Favre argumenta que se trata de un territorio extenso, que las fuerzas rebeldes lo controlan en su totalidad y que, por añadidura, tiene frontera internacional (con Chile). La constitución de tal gobierno y el pedido de reconocimiento internacional, mejoraría la base jurídica del derecho de bloqueo por parte de la flota sublevada. Lagos le pide al Dr. del Carril que explore la idea, pero le manifiesta a García Favre que, fuera cual fuera la decisión, la cabeza del gobierno provisional soberano deber ser Lonardi, a quien reconoce como el jefe de la Revolución.

Lunes 19, horas de la mañana – Córdoba: Al sur del foco rebelde de Córdoba es prácticamente inexistente la actividad ofensiva de la IV División leal al mando del Gral. Morello.

Lunes 19, horas de la mañana – Córdoba: La aguerrida Agrupación leal bajo el mando del Gral. Iñiguez, reforzada en la mañana por el Regimiento 11 de Infantería (de Rosario) batalla desde el amanecer contra los civiles rebeldes y las tropas de apoyo de la Aeronáutica armadas de morteros y dos cañones livianos. Iñiguez ha recibido del Gral. Epifanio Sosa Molina la orden de reconquistar y ocupar el centro de la ciudad, por lo que se concentra en los puntos por donde el posible cruzar el foso por el que corre el río Primero. La fuerza aérea rebelde concentra la mayor parte de sus misiones de combate sobre estos efectivos leales, hostigándolos con todos los aparatos y armas de que dispone. Pero las tropas de Iñiguez tienen la mejor defensa antiaérea del bando gubernamental, lo que no le hace fácil la tarea a los pilotos rebeldes.

Lunes 19, 09:30 – Córdoba: Tras dos horas y media de combate contra los débiles efectivos rebeldes de la Aeronáutica que defienden el aeropuerto de Pajas Blancas, el mismo cae en manos del Regimiento 15 de Infantería (de La Rioja) y de dos secciones de artillería, pertenecientes a la V División leal al mando del Gral. Moschini, no sin antes haber sido hostigados por aviones rebeldes y bombardeados por un bimotor liviano FMA Calquin piloteado por el Tte. Barcala, quien logra alcanzar y destruir la torre del radiofaro del aeropuerto.

Lunes 19, horas de la mañana – Puerto Belgrano y sur de la Provincia de Buenos Aires: Cuando con las primeras luces del día despegan aviones de la base aeronaval rebelde Comandante Espora para comenzar a hostigar las vanguardias de los efectivos leales al mando del Gral. Molinuevo, que se suponía atacarían durante el día al foco rebelde de Puerto Belgrano, los pilotos navales se encuentran con la sorpresa de que las unidades militares no se han movido de los acantonamientos donde han pernoctado. Un tercer convoy ferroviario compuesto de vagones-tanque, que había llegado a la estación Río Colorado – en el límite entre las provincias de Río Negro y La Pampa a 170kms de Puerto Belgrano – para reabastecer a los trenes que la noche anterior habían conducido hasta ese punto a la Agrupación de Montaña Neuquén a órdenes del Gral. Boucherie, fue bombardeado y destruido por un avión rebelde PBY Catalina de la base aeronaval Comandante Espora.

Lunes 19, 11:30 – Flota de Mar en el Río de la Plata: Tal como se hizo en Mar del Plata, desde el crucero 17 de Octubre se amenaza a los operadores y responsables de las radios que no propalen la advertencia sobre el inminente bombardeo de la destilería de YPF en Ensenada (La Plata) – previsto para las 13:00 – que serán juzgados como criminales de guerra.

Lunes 19, horas de la mañana – Córdoba: 1) Ante la falta de noticias sobre el resultado de la misión encargada ayer al Cap. de Fragata García Favre (ir a Mendoza a solicitar refuerzos), 2) La inminencia de un ataque leal en toda la línea al foco rebelde de Córdoba y 3) La evidencia que cualquiera fuera el resultado de la misión de García Favre, los refuerzos que el 2do. Ejército de Cuyo enviara por tierra nunca podrían llegar a Córdoba antes de dos días, el Tte. Cnel. Godoy, del Estado Mayor de Lonardi, le propone a este que se envíen aviones de transporte a Mendoza para trasladar dichos refuerzos por vía aérea.

Lunes 19, 12:00 – Mendoza: En un avión bimotor Beechcraft Kansan T11B de la Escuela de Aviación llega procedente de Córdoba el Mayor Guevara con el especial encargo de Lonardi de urgir el envió de refuerzos desde el 2do. Ejército de Cuyo al foco rebelde de Córdoba. Guevara le trasmite a Lagos la sugerencia de Lonardi que demore la constitución de un gobierno provisional soberano en Mendoza, iniciativa que – como se vio – había partido exclusivamente del Cap. de Fragata García Favre. Acordado este punto, Guevara se reúne con el Gral. Arandía y su jefe de operaciones, Tte. Cnel. Ávila, para tratar el tema del envío de refuerzos a Córdoba.

Lunes 19, horas del día – Fuerza Naval de Tareas frente a Mar del Plata: Tras el bombardeo de los tanques por parte del crucero 9 de Julio, llega el turno de la fuerza de destructores. Desde 6 kilómetros de la costa y recorriendo una trayectoria elíptica que iba desde el cabo Corrientes hasta Camet, estos buques disparan a lo largo de la mañana unos 180 proyectiles sobre la cancha de golf adyacente a la Base de Submarinos y los cuarteles del Regimiento de Artillería Antiaérea. Esto permite: 1) Mantener a raya a fuerzas policiales y elementos civiles peronistas, que, con el apoyo de cañones antiaéreos Bosfors del regimiento de Camet, pretenden invadir la base naval; 2) Evacuar a salvo, hacia los buques rebeldes, al personal sublevado de la base y 3) Lograr a media tarde la rendición de la guarnición militar y de las autoridades de la ciudad, la cual fue ocupada por personal de marinería del crucero 9 de Julio y de los destructores Buenos Aires y San Luís.

Lunes 19, 12:50 – Flota de Mar en el Río de la Plata: Con ciertas prevenciones dado el riesgo de sufrir ataques aéreos desde la base de Morón en un canal en el cual hay poco margen de maniobra – aunque protegido de tal eventualidad por un cerrado techo de nubes que provocan una lluvia torrencial – el crucero 17 de Octubre (como se dijo ya, gemelo del 9 de Julio que bombardeó Mar del Plata), con sus 15 cañones distribuidos en cinco torres cargados y sin seguro, se pone en la distancia y rumbo necesarios para abrir fuego sobre la destilería de YPF en Ensenada.

Lunes 19, 12:50 – Buenos Aires: Radio del Estado, trasmitiendo en cadena con todas las emisora nacionales, difunde la siguiente noticia: “El Gral. Lucero, comandante en jefe de las fuerza de represión, en nombre del Presidente de la Nación y Comandante en Jefe de la Fuerzas Armadas, ante el ultimátum de bombardeo de la ciudad de Buenos Aires y de la destilería de Eva Perón (nombre que por entonces tenía la ciudad de La Plata), y para evitar mayor derramamiento de sangre, invita a los comandantes revolucionarios actuantes a concurrir a la sede del Comando en el Ministerio de Ejército, a iniciar de inmediato tratativas tendientes a solucionar el conflicto; e invita asimismo a los mismos Comandos a que cesen las hostilidades en la situación alcanzada”. Acto seguido Lucero lee un mensaje de Perón al pueblo en cual – tras largas consideraciones sobre el conflicto y su amor al país – anuncia un “renunciamiento” por el que “resigna” su cargo de Presidente de la Nación, pero como al seguir igual temperamento el vicepresidente y los legisladores hacen imposible seguir la solución constitucional, encarga al Ejército que “se haga cargo de la situación, el orden y el Gobierno”. Lucero anuncia entonces la constitución de una Junta Militar de generales que se encargará de la pacificación del país.

Lunes 19, 12:55 – Flota de Mar en el Río de la Plata: Ante los anuncios radiados por el Ministro Lucero, Rojas ordena suspender el inminente bombardeo de la destilería de YPF en Ensenada, La Plata.

Lunes 19, 13:00 – Diversos puntos del país: Pese a la lluvia y a que la situación dista de estar resuelta, en Buenos Aires y otras ciudades grandes grupos de personas se lanzan a las calles a celebrar.

Lunes 19, 13:00 – Buenos Aires: El Ministro Lucero se reúne con los generales que conforman la Junta Militar. Estos discuten sobre el significado y las implicancias del documento de Perón. Una posición sostiene que Perón, al sostener que no puede renunciar por la vía constitucional (porque también renunciarían el vicepresidente y los legisladores) y pedir que el Ejército “se haga cargo de la situación, el orden y el Gobierno”, ha descripto una virtual situación de acefalía del Gobierno, que incluye e implica su propia renuncia y abandono del poder. Otros no ven en el documento la renuncia de Perón, sino más bien un ofrecimiento para el caso que fuese indispensable para la pacificación del país. Tras largas deliberaciones, queda de manifiesto que una amplia mayoría (14 sobre el total de 19; incluyendo en este número los 17 generales de Ejército y División presentes, el Auditor General del Ejército y un general ausente) se inclina por la primera posición. Acto seguido la Junta se da por constituida y por unanimidad acepta la renuncia de Perón, asume el Gobierno y designa a tres de sus miembros para iniciar los contactos con las fuerzas de la oposición. Finalmente, da a conocer sus decisiones en un comunicado dirigido “Al Pueblo de la República” y las comunica por medio de sendos despachos a Lonardi, Rojas, Lagos y Videla Balaguer, a quienes invita a designar una delegación para iniciar conversaciones a partir de la medianoche (ó 00:00 del martes 20) en el Cabildo o en la sede la Corte Suprema de Justicia. Ese día no hubo bancos, ni colegios en ningún nivel.

Lunes 19, 13:00 – Diversos puntos del país: Los militares en los frentes a cargo de la represión toman conocimiento de la tregua solicitada por el Gobierno a través de anuncios radiales. Al Gral. Iñiguez (empeñado como está en la lucha por Córdoba) y al jefe del Regimiento 3 de Infantería Motorizado, Cnel. Quinteiro, (en Pringles) y el destacamento blindado que lo apoya (en Tornquist), prestos ambos a avanzar sobre Puerto Belgrano, los anuncios del Ministro Lucero les caen como balde de agua fría. En cambio, a los generales Epifanio Sosa Molina (a cargo de la represión de Córdoba); Morello (en Alta Gracia); Moschini (en Juárez Celman); Molinuevo (a cargo de la represión de Puerto Belgrano) y Boucherie (en Río Colorado), la tregua les viene como anillo al dedo para justificar su relativa quietud.

Lunes 19, 14:00 – Mendoza: Llegan a la base aérea El Plumerillo un avión bimotor Convair 240 y tres bimotores Douglas DC3, los cuatro de Aerolíneas Argentinas, sin asientos y preparados para el transporte de tropas con su equipo. Tras una tensa reunión con sus subordinados, el Mayor Guevara y los recién llegados de Córdoba, Lagos dispone que se envíe por vía aérea una compañía de infantería de 200 hombres provistos de ametralladoras pesadas y morteros.

Lunes 19, 14:30 – Flota de Mar en el Río de la Plata: Rojas dirige a Perón y a Lucero un mensaje en el cual exige “en nombre del Gobierno Revolucionario” que el parlamento propuesto por Lucero se lleve a cabo a bordo del buque insignia de la Marina de Guerra fondeada en la boca del Río de la Plata y que, sujeto a la respuesta que se reciba, se suspenden hasta las 24:00 del día de la fecha las “operaciones previstas”.

Lunes 19, 15:00 – Córdoba: La reacción de Lonardi es todavía más dura. Dudando de la sinceridad de Perón al usar los términos “renunciamiento” y “resignación” de su cargo, exige: “En nombre de los jefes de la Fuerzas Armadas de la revolución triunfante, comunico al señor Ministro que es condición previa para aceptar la tregua, la inmediata renuncia a su cargo del Presidente de la Nación” y firma “Jefe de la Revolución Libertadora” empleando por primer vez el nombre con que el movimiento pasaría a la Historia[10].

Lunes 19, 15:30 – Mendoza: 200 efectivos del primer batallón del Regimiento de Montaña 23 del 2do. Ejército, cargando ametralladoras pesadas, morteros y munición, embarcan en la base aérea El Plumerillo los tres Douglas DC3 y el Convair 240 de Aerolíneas Argentinas enviados por Lonardi desde Córdoba para buscarlos. Antes de partir y ante el cariz que han tomado los acontecimientos, Lagos le encarga al Mayor Guevara que trasmita a Lonardi la decisión de no constituir gobierno provisional soberano en Cuyo. Le pide también comunique a Lonardi que “cuenta con todo mi apoyo, y que resuelva lo que considere conveniente en esta emergencia; me mantengo totalmente subordinado a él”.

Lunes 19, horas de la tarde – Buenos Aires: Las radios difunden el texto de la renuncia indeclinable del Gral. Lucero a su cargo de Ministro de Guerra.

Lunes 19, horas de la tarde – Buenos Aires: Con la incorporación del Alte. Rivero de Olazábal, Comandante de Operaciones Navales y del Brig. Fabri, Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea, la Junta Militar – junto con el Gral. Domingo Sosa Molina, Comandante en Jefe del Ejército – queda completa. La Junta sufre entonces dos tensiones: 1) Presiones externas (de personas cercanas a Perón con distinta representatividad política) para que se reconsidere el gesto de Perón como un ofrecimiento y no como una renuncia y 2) Dentro de su seno, las diferencias entre los que consideran que se debía entregar el Gobierno a los rebeldes sin más y los que sostienen que la Junta debe gobernar y negociar con los rebeldes, pero reservándose el derecho de reiniciar la lucha si no se llega a un acuerdo satisfactorio. Para comenzar se designa una “Comisión de Estudios”, presidida por el Gral. Forcher, que debía fijar las condiciones que se ofrecerían al Comando revolucionario.

Lunes 19, horas de la tarde – Córdoba: Tras conversar con un parlamentario enviado por Lonardi, el Gral. Iñiguez no acepta dialogar con el jefe de la Revolución, pero ordena a sus efectivos replegarse ordenadamente desde Alta Córdoba hacia la localidad de Río Primero, al este-noreste de la ciudad. Si bien se pierde parte del terreno que se había ganado, el contingente leal conserva intacta su capacidad de combate para el día siguiente. Sin perder tiempo y a instancias de Lonardi, “La Voz de la Libertad” da la noticia del repliegue de Alta Córdoba de los regimientos de infantería 12 de Santa Fe y 11 de Rosario, así como del Grupo Antiaéreo 3 de Guadalupe, ordenando bajo severo apercibimiento a las brigadas civiles abstenerse de cualquier acto hostil contra esas tropas.

Lunes 19, horas de la tarde – Córdoba: También se retiran del aeropuerto de Pajas Blancas, en dirección de Juárez Celman, los efectivos del Regimiento de Infantería 15 de La Rioja integrantes de la División leal del Gral. Moschini. Para demostrar claramente el espíritu de tregua que anima a estos efectivos, anuncian que pernoctarán en “alojamientos de paz” visibles a la aviación rebelde.

Lunes 19, horas de la tarde – Córdoba: Ante lo precario de la tregua – que solo se había hecho explícita con el Gral. Iñiguez – el mando rebelde mantiene el patrullaje aéreo. En el frente sur, a cargo del Gral. Morello, los pilotos llevan órdenes de atacar en caso de detectar movimientos militares. En uno de estos vuelos, se planta un reactor de un caza Gloster Meteor cuando estaba próximo a aterrizar (aparentemente, como resultado del uso de nafta común tras el agotamiento del combustible tipo kerosene indicado para esos aparatos). El avión cae a tierra y pierde la vida el Tte. Morandini. Ante estos vuelos de hostigamiento, Morello solicita a Lonardi un efectivo cese del fuego, al que este accede.

Lunes 19, 17:00 – Córdoba: Aterrizan en la rebelde Escuela de Aviación los cuatro aviones de Aerolíneas Argentinas procedentes de la base aérea El Plumerillo, Mendoza, de donde habían despegado a las 15:30. En sus cabinas desprovistas de asientos y bajo el mando del Mayor Garuti y del Cap. Gianuzzi, llega el primer contingente de refuerzos frescos, bien armados y pertrechados que la guarnición rebelde de Córdoba recibe desde el pasado viernes 16.

Lunes 19, horas de la tarde – Diversos puntos del país: El “renunciamiento” de Perón y la tregua solicitada por el ahora ex-Ministro Lucero provocan súbitos cambios de bando de diversas unidades militares: Columnas de la Escuela de Suboficiales que marchaba por la ruta 3 cerca de Azul (con el objeto de apoderarse del Arsenal Naval Azopardo); la Base Aérea Militar de Tandil; el Batallón de Zapadores Motorizado de San Nicolás y – como ya se señaló – la ciudad y guarnición militar de Mar del Plata, en este caso bajo la amenaza de los cañones navales rebeldes.

Lunes 19, horas de la tarde – Corrientes: A la oleada de cambios de bando que por estas horas tienen lugar se agregan las unidades de artillería e infantería de Monte Caseros y Paso de los Libres, las mismas que el día 16 habían marchado junto con las de Mercedes (aunque con menor velocidad) contra los rebeldes de Curuzú Cuatiá. Estas tardías sublevaciones permiten a Aramburu hacer pie en Paso de los Libres – después de haber tenido que permanecer escondido por casi tres días – y pedir a Lonardi y Rojas el envío de un avión (al cercano pueblo de Bonpland) para salir de allí.

Lunes 19, horas del atardecer – Sur de la Provincia de Buenos Aires: El Gral. Molinuevo ordena a las unidades bajo su mando cesar toda lucha y – llegado el caso – rendirse a los oficiales rebeldes.

Lunes 19, 18:00 – Río Colorado, límite de las provincias de Río Negro y La Pampa: Respaldado por la orden del Gral. Molinuevo, el Gral. Boucherie, comandante de la Agrupación de Montaña de Neuquén, acepta la rendición que le intima un enviado del Cap. de Navío Rial, so pena de seguir siendo bombardeado. El enviado rebelde ha llegado a Río Colorado (desde la base aeronaval Comandante Espora) en un helicóptero, maquina que a su regreso traslada al general leal rendido a Espora.

Lunes 19, horas del atardecer – Pringles y Tornquist: La orden de rendición dada por el Gral. Molinuevo y acatada por el Gral. Boucherie, lo es también por los jefes de otras unidades, pero no por el Regimiento 3 de Infantería Motorizado, ni por el destacamento blindado de seis tanques que lo acompaña, unidades que se guarecen para seguir su lucha contra la Armada sublevada.

Lunes 19, horas del atardecer – Buenos Aires: En medio de una situación plena de dudas y confusión, el Gral. Imaz, desconfiando de la conducta que podría asumir el jefe de la custodia del Ministerio de Guerra, Cap. Phillipeaux, llama al Gral. Maglio, Director del Colegio Militar, y le solicita el envío del batallón de Infantería del Colegio para formar las guardias. Aunque poniendo algunas condiciones, Maglio accede de inmediato[11].

Lunes 19, horas del anochecer – Córdoba, Mendoza, Puerto Belgrano y Flota de Mar: Los máximos jefes rebeldes en Córdoba, Mendoza, Puerto Belgrano y en la Flota desconfían profundamente del gesto de “renunciamiento” de Perón y – más allá del relajamiento del espíritu de combate que dicho gesto y el pedido de tregua han provocado en muchas unidades de combate leales – ellos temen estar frente a una nueva maniobra de distracción para ganar tiempo. Abonan esta creencia los antecedentes de Perón y las indefiniciones y demoras en las que incurre: 1) el Comando de Represión (leal) para consolidar la tregua y 2) la Junta Militar para iniciar las negociaciones.

Lunes 19, 21:00 – Buenos Aires: Confirmando las impresiones y temores, Perón convoca a Lucero y a la Junta Militar a su residencia de la Recoleta[12]. Tras muchas deliberaciones dentro de la Junta entre los que directamente consideran que no se debe aceptar la convocatoria y otros en posiciones intermedias, se decide que asistan solo ocho oficiales: Los comandantes de las fuerzas armadas (Gral. Domingo Sosa Molina, Alte. Rivero de Olazábal y Brig. Fabri) y cinco generales más (Forcher, Bergallo, Polero, Manni y Levene).

Lunes 19, 22:00 – Buenos Aires: La Junta llega a la residencia, donde, además de Perón, están los ministros Gral. Lucero (de Guerra) y Brig. San Martín (de Aeronáutica). Perón abre la conversación tratando de convencer a sus huéspedes que él no ha renunciado y que la misión de la Junta es solo negociadora. Luego habla Lucero para afirmar que la situación militar no era desfavorable y que si bien era necesario llegar a un acuerdo, no podía hacerse a cualquier precio. Sigue el Gral. Sosa Molina, quien sorprende a sus colegas de la Junta afirmando que es pesimista respecto a un negociación con los rebeldes y que “tal vez llegaría el momento en que la Junta debiera devolver a Perón el poder para proseguir la lucha”. Cuando toma la palabra el Gral. Manni, expresa categóricamente su desacuerdo con lo expresado tanto por Lucero, como por Sosa Molina y menciona a los generales Boucherie y Molinuevo como ejemplos de la falta de espíritu de lucha que hay en la mayoría de los comandos leales. El Gral. Forcher hace una exposición equilibrada, pero cuando le toca el turno al Gral. Levene y apoya los puntos de vista de Manni, Lucero reacciona insistiendo en sus opiniones sobre lo que la Junta debe hacer o no hacer. Entonces Manni le expresa a Lucero que él no es ya ministro y que debe, por lo tanto, abstenerse de darle órdenes a la Junta. Tras un silencio incómodo llega el turno de los generales Polero y Bergallo y el Alte. Rivero de Olazábal, los que en general reiteran los puntos de vista de Manni y Levene. Tras una nueva intervención semiconciliadora, pero confusa, en la que Perón afirma que su “propósito de renunciar” era indeclinable y que cualquiera fuera el resultado de las tratativas de la Junta con los rebeldes, él no que quedaría en la Presidencia, la reunión se levanta.

Lunes 19, 23:00 – Flota de Mar en el Río de la Plata: Rojas advierte que no habiendo cesado las hostilidades puede producirse en cualquier momento el bombardeo a la destilería de La Plata y pide a los vecinos de Ensenada mantener la zona desalojada hasta nueva orden.

Lunes 19, 23:00 – San Luis y Mendoza: Aviones de observación despegados de la rebelde base aérea de Villa Reynolds (San Luís) confirman al Comando del 2do. Ejército la veracidad de un mensaje recibido en el comando revolucionario de Córdoba, informando de un tren de unos 15 vagones trasportando 10 tanques, 9 carriers, una batería antiaérea, 4 camiones y 500 efectivos avanzando en dirección a Río Cuarto. Otro mensaje recibido por estas horas en Mendoza informa del traslado de tanques de Curuzú Cuatiá hacia Zárate.

Lunes 19, horas de la noche – Córdoba y Mendoza: Ante lo indefinido de la situación y la presencia de indicios y movimientos de tropas amenazantes, Lonardi solicita a Lagos su presencia en la Escuela de Aviación en la primera hora del martes 20.



El lunes 19 quedó de manifiesto que la determinación rebelde para emplear todos los medios a su disposición – artillería terrestre, aviación y buques de guerra – aún con las razonables precauciones para evitar en lo posible la pérdida inútil de vidas humanas, debilita notablemente el espíritu de lucha de muchos (aunque no de todos) los leales. Perón confunde a propios y extraños con su extraño “renunciamiento” a favor del Ejército, gesto que si bien logra una tregua, no se traduce en ninguna salida o solución definitiva. El día termina con las armas en silencio, pero con una tensión mayúscula.



Martes 20, 01:30 – Buenos Aires: Los ocho generales que han entrevistado a Perón en su residencia regresan al Ministerio de Guerra y se reúnen con el resto de la Junta. Nuevamente y ahora a la luz de los dichos de Perón, algunos miembros “arrepentidos” quieren reabrir el debate sobre la renuncia o no renuncia de este. Cuando varios de estos sugieren recabar de Perón una renuncia categórica, en vez de conformarse con el documento que ha enviado al Ejército en horas de la mañana, estalla una crisis: El Gral. Imaz, que no integra la Junta por ser solo general de brigada, pero que por ser Subjefe del Estado Mayor está cerca de muchos de sus miembros, pensando equivocadamente que los partidarios de Perón en la Junta eran mayoría, entra al recinto con su pistola .45 en mano y acompañado por varios oficiales de rangos menores (entre teniente coronel y capitán), todos armados con pistolas ametralladoras Halcón. Cabe recordar que en las horas del atardecer del día anterior Imaz había consolidado su control del edificio del Ministerio haciendo traer a la compañía de infantería del Colegio Militar comandada por oficiales con simpatías rebeldes. Ya frente a la Junta, Imaz acusa a Perón de estar tramando una maniobra a costa del honor y prestigio del Ejército y a riesgo de degenerar en una guerra civil. En medio de la sorpresa de los generales de mayor rango, es el Gral. Forcher el que dirigiéndose al intruso y su grupo le dice: “Cálmense, Imaz. Señores, todos aquí sentimos el mismo amor a la Patria que Vds. y retírense tranquilos que no nos prestaremos a maniobra alguna”. Tras este incidente la Junta le comunica a Lucero que las decisiones votadas a primera hora de la tarde eran definitivas y no se modificarían. Entonces este hace citar al Mayor Renner, ayudante de Perón. Cuando Renner llega al Ministerio de Guerra el Gral. Manni le dice: “Esto se acabó Renner. Dígale a Perón que se vaya del país cuanto antes”.[13]

Martes 20, horas de la madrugada – Buenos Aires: Resuelto definitivamente el tema de la renuncia Perón, la Junta procede a remover y reemplazar a los directores de todos los organismos de seguridad (Dirección General de Seguridad, Policía, Prefectura, Gendarmería) y los jefes de las guarniciones porteñas. El Gral. Bergallo reemplaza al Gral. Robles en la Dirección General de Seguridad y el Gral. Tassi lo hace con el Sr. Nicolini en el Correo y su red telegráfica. Tassi se ocupa de inmediato del restablecimiento de las comunicaciones radiotelegráficas en todo el país.

Martes 20, horas de la madrugada – Corrientes: Desmintiendo el rumor de movimientos de blindados de Curuzú Cuatiá, el Gral. Giorello, el hombre que había derrotado al alzamiento en esa guarnición, irradia el siguiente mensaje: “El comando y las unidades de la IV División de Caballería permanecen en sus guarniciones manteniendo el orden y a disposición de Comando Revolucionario”.

Martes 20, horas de la madrugada – Tornquist: Contrastando con la mayoría de los jefes leales, el Cap. Giménez, jefe del destacamento blindado que refuerza al Regimiento 3 de Infantería Motorizado, hace que sus seis tanques se oculten en una arboleda al norte de Tornquist.

Martes 20, 05:00 – Buenos Aires: El Mayor Renner, asistente personal de Perón llega a la residencia de este y le comunica las decisiones de la Junta Militar que le ha manifestado el Gral. Manni.

Martes 20, 05:30 – Buenos Aires: Perón, acompañado por otro de sus asistentes, el Mayor Cialcetta, parte de su residencia rumbo a la Embajada del Paraguay, sita en la calle Viamonte, entre la Av. Callao y la calle Río Bamba. El Embajador es convocado de inmediato y apenas llega Perón le manifiesta que ha venido a solicitar asilo político.

Martes 20, 06:30 – Mendoza: En un avión Convair 240 que despega de la base aérea de El Plumerillo, Lagos parte en vuelo con destino a la Escuela de Aviación Militar en Córdoba. Lo acompañan oficiales de su estado mayor y en enlace naval, Cap. de Fragata García Favre.

Martes 20, 08:00 – Córdoba: Arribado Lagos a la Escuela de Aviación, Lonardi lo recibe de inmediato en el casino de oficiales. Considera que su situación militar sigue siendo en extremo precaria, describiéndola con la frase “solo poseo el terreno que piso”. Desconociendo el paradero de Perón por esas horas, Lonardi cree todavía que la tregua puede ser un ardid leal para ganar tiempo, estimando que al término de la misma volverá a ser atacado por las unidades leales y, tarde o temprano, destruido. Luego analiza la situación de las provincias cuyanas, sus posibilidades de resistencia y las ventajas de constituir allí un gobierno soberano con pedido de reconocimiento. Lagos insiste en que la jefatura de tal gobierno no puede recaer en nadie que no sea Lonardi. Pero este insiste: “Jamás abandonaré a mis camaradas de Córdoba, aunque en ello vaya mi vida”. Tras un nuevo repaso de la situación, Lagos se dispone a regresar a Mendoza. Ya al pie del avión, Lonardi le dice: “Cuando me hayan desecho a mi y yo haya muerto, usted debe constituir gobierno en Mendoza y luchar hasta morir también”, a lo que Lagos, tomando esas palabras como la orden de un superior, le responde: “Cuando lo hayan desecho a usted y haya muerto, yo debo constituir gobierno en Mendoza y luchar hasta morir”.

Martes 20, 08:10 – Buenos Aires: Cuando el Embajador y personal de la Embajada del Paraguay observan manifestaciones antiperonistas por las calles, deciden trasladar a Perón a su residencia en la Avenida Gaona. Allí ya están refugiados el ex-Ministro de Relaciones Exteriores, el Cap. de Navío Noguera Isler y las esposas de ambos. Entonces Noguera Isler sugiere que Perón estará mucho más seguro en la cañonera Paraguay, un buque de la Marina de ese país surto en el puerto de Buenos Aires para reparaciones.

Martes 20, 08:30 – Tornquist: Ante la amenaza de ser bombardeados por tres aviones PBY Catalina y un Avro Lincoln procedentes de la base aeronaval Comandante Espora, que cargados con bombas de 200kgs. los sobrevolaban, y ante la inutilidad de cualquier intento ofensivo o de resistencia, se rinde el destacamento blindado de seis tanques que apoya al Regimiento 3 de Infantería Motorizado.

Martes 20; 09:30 – Flota de Mar: A la vez que intima a la Junta Militar que se paralicen todos los movimientos de fuerzas militares no autorizados por el Comando Revolucionario, so pena de considerar suspendida la tregua, Rojas redacta, con la asistencia del Gral. Uranga, las condiciones que pondrá a la delegación de la Junta que se embarcará en horas de la tarde. Entre las más obvias y destacadas se encuentra la entrega del Gobierno al “Jefe de la Revolución, Gral. Lonardi, quien asumirá como Presidente Provisional de la Nación…”

Martes 20, 11:00 – Mendoza: Regresado de su reunión con Lonardi en Córdoba, Lagos informa al Dr. del Carril del pesimismo de Lonardi, al que agrega el suyo propio: “Si a Lonardi lo vencen, a mi también lo harán. No tengo ni podré tener fuerzas para resistir un ataque cuando Perón nos mande cuatro, cinco o diez mil hombres a pelear contra los mil que tenemos”.

Martes 20, 11:00 – Córdoba: También Lonardi intima a la Junta Militar: “No habiendo recibido respuesta a mis telegramas respecto renuncia Presidente, ni respecto envío de delegados a Río Santiago, exijo respuesta hoy antes de las 13:00. En su defecto a esa hora cesa la tregua automáticamente y las fuerzas armadas revolucionarias reiniciarán las hostilidades”.

Martes 20; 11:00 – Flota de Mar: Se hace presente en la nave insignia el Gral. Bengoa, pero Rojas y el Gral. Uranga convienen que no se justifica su participación en la negociación que se aproximaba[14].

Martes 20, horas del mediodía – San Luís: La comprobación a través de mensajes enviados por comandos civiles y de la observación aérea rebelde de la creciente concentración de efectivos, armas y aviación leal en la zona Río Cuarto-Las Higueras-Arsenal Holmberg bajo el mando del Gral. Falconnier, obliga al Gral. Lagos a comprometer más efectivos del 2do. Ejercito a la defensa de la base aérea de Villa Reynolds. En cinco aviones llegan a esta base los efectivos del primer batallón del Regimiento 16 de Montaña (reforzado por otra compañía de tiradores) al mando del Tte. Cnel. Cabello. Las órdenes de Cabello son hacer una exploración en dirección de Río Cuarto para evaluar la fortaleza y voluntad bélica de Falconnier y sus fuerzas. También se analiza – en el caso de una potente ofensiva leal – la posibilidad de retirar las fuerzas de San Luís hacia Mendoza.

Martes 20, 12:00 – Buenos Aires: El Gral. Domingo Sosa Molina, Comandante en Jefe del Ejército envía a Lonardi el siguiente mensaje: “Informo que la Junta Militar aceptó renuncia Sr. Presidente. Se espera su delegado hoy estación Río Santiago 11 a 15 horas. Todo movimiento de tropas suspendido”.

Martes 20, 13:00 – Flota de Mar: Rojas le confirma a Sosa Molina que es decisión del Comando Revolucionario que las conversaciones con los delegados de la Junta Militar se lleven a cabo en la nave insignia de la Marina de Guerra en operaciones. Le informa además que, habiendo decidido Lonardi no abandonar su puesto de mando ante la incertidumbre derivadas de la posibilidad de una reanudación de los combates, él (Rojas) investirá la representación personal del Jefe de la Revolución.

Martes 20, 14:00 – Córdoba: En un avión bimotor Beechcraft Kansan T11B de la Escuela de Aviación parten con rumbo a La Plata y destino final la nave insignia de la Marina de Guerra en Operaciones, crucero 17 de Octubre, los delegados de Lonardi (el Mayor Guevara) y del Comodoro Krausse (el Comodoro Landaburu). Llevan las condiciones exigidas por Lonardi a los delegados de la Junta Militar que en esos momentos se dirigen también a la nave insignia de Rojas.

Martes 20, 15:00 – Flota de Mar: Tras un agitado viaje en automóvil hasta Río Santiago y bajo la lluvia y olas del río de la Plata, los generales Forcher, Manni, Sampayo y Saccheri (este último, general auditor) abordan el crucero 17 de Octubre.

Martes 20, 15:30 – Flota de Mar: Ante la tardanza de los delegados de Lonardi y del Comodoro Krause (por el mal tiempo que demora su vuelo desde Córdoba), Rojas y el Gral. Uranga inician las negociaciones con los cuatro generales delegados de la Junta (Forcher, Manni, Sampayo y Saccheri). Se ponen rápidamente de acuerdo en que el Gobierno de Perón ha renunciado en pleno, pero a partir de allí, se atrancan en los siguientes dos puntos. Primero: Rojas no acepta que la Junta asuma el poder en plenitud y exige el inmediato reconocimiento de Lonardi como Presidente Provisional de la Nación. Tras largos cabildeos, los delegados de la Junta acceden, pero Rojas debe aceptar postergar la fecha de asunción del nuevo gobierno hasta el jueves 22. Segundo: Rojas exige la entrega de Perón, Lucero y ocho jerarcas civiles y militares más, los que deben ser trasladados a su nave insignia. Aquí los que no ceden un ápice son los generales de la Junta y hay también largos intercambios de argumentos y consideraciones. Cuando tras dos horas de reunión se hace una pausa (a las 17:00), Rojas se informa que Perón ya se ha refugiado en la cañonera Paraguay, de ese país, surta en el puerto de Buenos Aires. Sin vacilar, Rojas ordena que buques de la Armada intercepten la nave paraguaya y que, si se resiste, la hundan sin más trámite. Otras medidas exigidas por el Comando Revolucionario, como la neutralización de la aviación leal y la retrogradación de todas las unidades militares a sus bases de paz, no ofrecen mayores dificultades, aunque lógicamente los delegados de la Junta plantean su aprobación “ad referendum” del plenario de la Junta. Entonces Rojas agrega de puño y letra que “si las condiciones acordadas no han sido ratificadas por la Junta y comunicadas al Comando Revolucionario para el día siguiente (miércoles 21) a las 12:00, ambas partes quedan en libertad de acción para continuar con las operaciones”.

Martes 20, horas de la tarde – Mendoza y Córdoba: Lagos envía a Córdoba al Tte. Cnel. Ávila con un mensaje para Lonardi. Ávila se entrevista personalmente con el Jefe de la Revolución y le entrega el documento en el cual Lagos le pide: 1) Que se intime rendición incondicional al Gobierno; 2) Que se constituya Gobierno Provisional y 3) Que se reinicien las hostilidades con el bombardeo a la pista del Taller Regional de Mantenimiento de la Fuerza Aérea en Las Higueras, Río Cuarto. Lonardi manifiesta que la rendición incondicional es una de las condiciones que sus delegados han llevado a la reunión con la Junta Militar que se estaba desarrollando esa misma tarde; entrega a Ávila una copia del decreto de constitución del Gobierno Provisional y con respecto al tercer punto, pide solo el tiempo necesario.

Martes 20, 18:00 – Buenos Aires: Ante nuevos rumores propalados por agencias noticiosas extranjeras, la Junta Militar se ve obligada a ratificar nuevamente que Perón ha renunciado.

Martes 20, 20:30 – Pringles: El jefe del Regimiento 3 de Infantería Motorizado, unidad que ha permanecido todo el día enmascarada en esta ciudad vecina de Puerto Belgrano, envía un radiograma a la base naval informando: “que caducas las autoridades nacionales, el Regimiento Motorizado 3 ‘General Belgrano’ resuelve no continuar la lucha”. Desde la rebelde base aeronaval Comandante Espora, el Cap. de Navío Rial le responde al jefe militar real que, para evitar ser bombardeado, deberá presentarse en esa base a más tardar a las 12:00 de mañana (miércoles 21)

Martes 20, horas del atardecer – Córdoba: Mediante enviados y mensajes personales (y una reunión personal en el caso del Gral. Morello), Lonardi logra que los generales Morello y Moschini – comandantes, respectivamente, de los efectivos leales al sur y al norte de la ciudad, abandonen la lucha.

Martes 20, 21:30 – Córdoba: Otro enviado de Lonardi invita al Gral. Iñiguez (quien vivaqueaba con sus unidades al noreste de la ciudad, en la localidad de Río Primero) a abandonar la actitud ofensiva de sus efectivos y reintegrarlos a sus guarniciones de origen. Le advierte que si vuelven a avanzar hacia Córdoba serán bombardeados sin piedad. Iñiguez rechaza la intimación y durante la noche, tras hacer cruzar a sus unidades el Río Primero, las vuelve a desplegar para el combate.

Martes 20, horas del anochecer – Córdoba: Lonardi firma el decreto Nº1 por el cual él asume el Gobierno Provisional de la República, designándose al Cap. de Navío Rial como Secretario General de Gobierno y al Comodoro Krausse como Secretario de Relaciones Exteriores. Se pide el reconocimiento internacional y se declara a la ciudad de Córdoba como sede del Gobierno hasta que el mismo pueda trasladarse a la Capital Federal.

Martes 20, horas del anochecer – Córdoba: Se toma la decisión de bombardear la concentración de efectivos, armas y aviación leal existente en la zona Río Cuarto-Las Higueras-Arsenal Holmberg bajo el mando del Gral. Falconnier. Dos bombarderos pesados Avro Lincoln despegan enseguida con destino a la base aeronaval Comandante Espora, donde cargarán bombas de 200kgs., inexistentes en Córdoba, y volarán de regreso de modo de estar en la vertical de Río Cuarto a las 06:00 de miércoles 21.

Martes 20, 24:00 – Flota de Mar: Los delegados de la Junta abandonan el crucero 17 de Octubre tras haber cenado con Rojas, el Gral. Uranga y demás altos jefes de la Flota.


En la madrugada del martes 20 el Gobierno de Perón cesa de existir como realidad política. Perón se refugia en la Embajada del Paraguay. En esas primeras horas del día, sin embargo, no conociendo la firmeza de la posición antiperonista de la Junta Militar y el desconcierto que cunde en las filas leales, Lonardi y Lagos piensan todavía que serán atacados y muy probablemente derrotados. A lo largo de día, sin embargo, tras la reunión de los delegados de la Junta con Rojas en el crucero 17 de Octubre – y pese a que las unidades que responden a los generales Iñiguez (en Río Primero) y Falconnier (en Río Cuarto) siguen constituyendo amenazas para Córdoba y Cuyo – la maquina militar leal se disuelve rápidamente.



Miércoles 21, 01:00 – Córdoba: Recién a esta hora llegan al crucero 17 de Octubre los delegados de Lonardi (el Mayor Guevara) y del Comodoro Krausse (Comandante Landaburu), a quienes el mal tiempo ha jugado una mala pasada al demorar notablemente el vuelo del avión bimotor Beechcraft Kansan T11B de la Escuela de Aviación, que los trajo desde Córdoba. Al serle imposible a este aparato aterrizar en la pista de La Plata, debió hacerlo en la base aérea de Morón, desde donde los viajeros emprendieron el largo y lento viaje a Río Santiago y luego, en el Rastreador Robinson, hasta el crucero. Guevara y Landaburu son informados por Rojas y el Gral. Uranga de los términos de la negociación recién concluida con los delegados de la Junta Militar, tras lo cual los puntos acordados son enviados por radiograma a Córdoba.

Miércoles 21, 02:00 – La Plata: Aproximadamente a esta hora llegan a tierra los delegados de la Junta que han negociado con Rojas en el crucero 17 de Octubre El Gral. Ferrazzano, Comandante de la II División, les advierte de tener cuidado con manifestaciones de simpatizantes de Perón que pueden agredirlos.

Miércoles 21, horas de la madrugada – Buenos Aires: Miembros del grupo de choque llamado Alianza Libertadora Nacionalista, con el Sr. Kelly al frente, se arman y se atrincheran en su sede de la calle San Martín y Corrientes. El nuevo Director General de Seguridad, Gral. Bergallo, hace rodear al edificio por tropas y hasta por un tanque Sherman. Ante cierta resistencia inicial y tras una advertencia, Bergallo ordena que el céntrico edificio de la Alianza sea cañoneado, incendiado y destruido. Hace falta difundir un comunicado de la Dirección de Seguridad por las radios para tranquilizar a la población a esas horas de la madrugada.

Miércoles 21, 06:00 – Córdoba: Un decreto del Gobierno Provisional da por terminada la tregua argumentando que partidarios del ex-presidente Perón han seguido moviendo efectivos que amenazan a las fuerzas revolucionarias en Córdoba, Bahía Blanca y San Luís.

Miércoles 21, 06:00 – Río Cuarto: Los dos bombarderos pesados Avro Lincoln que han volado ida y vuelta hasta la base aeronaval rebelde de Comandante Espora, cargados cada uno con 10 bombas de 200kgs, arrojan su carga sobre las pistas del Taller Regional de Mantenimiento de la Fuerza Aérea en Las Higueras (Río Cuarto) y regresan a Espora. Este ataque termina con la voluntad de lucha de los efectivos concentrados en Río Cuarto bajo el mando del Gral. Falconnier, los que – algunos ni siquiera desembarcados – comienzan a regresar en trenes hacia sus guarniciones en Buenos Aires.

Miércoles 21, 06:30 – Puerto Belgrano y Pringles: Tras otra intimación y amenaza de bombardeo dirigida por el Cap. de Navío Rial, el jefe del Regimiento 3 de Infantería Motorizada acantonado en Pringles, Cnel. Quinteiro, responde aceptando su rendición. Como manifiesta no contar con medios para trasladarse a la base aeronaval Comandante Espora, por la tarde se envía un Douglas DC3 a Pringles para su traslado a Espora en calidad de detenido.

Miércoles 21, 08:00 – Buenos Aires: La Junta Militar convalida los términos acordados a víspera entre sus delegados y el Comando Revolucionario. Cuando se le encarga al Gral. Domingo Sosa Molina, en su carácter de Presidente de Junta, recibir al día siguiente a Lonardi cuando llegara de Córdoba, Sosa Molina y los generales más afectos a Perón se retiran del organismo. Queda a cargo el Gral. Forcher.

Miércoles 21, 09:15 – Córdoba: Pese a recibir otro enviado de Lonardi, el Gral. Iñiguez se niega a someterse al Comando Revolucionario. Se limita a retrogradar sus efectivos otros 20kms hacia el este de Río Primero, en Santiago Temple y si bien afirma que respetará a tregua, le advierte al enviado de Lonardi que si es atacado, combatirá.

Miércoles 21, 09:30 – Buenos Aires: Radio del Estado difunde la noticia de que se ha arribado a un acuerdo con el Comando Revolucionario y que al día siguiente Lonardi se haría cargo del Gobierno Provisional.

Miércoles 21, 12:00 – Puerto Belgrano: Terminada la resistencia del Regimiento 3 de Infantería Motorizado, El Cap. de Navío Rial se embarca en un avión que lo trasladará de la base aeronaval Comandante Espora a la Escuela de Aviación Militar en Córdoba, donde lo aguarda Lonardi y su estado mayor.

Miércoles 21, 12:00 – Radios del país: Se difunde por todas las radios el caluroso mensaje de felicitación que Rojas dirige a Lonardi en su carácter de Presidente Provisional de la Nación.

Miércoles 21, 13:30 – Radios del país: El Secretario General de la CGT, Sr. Di Pietro, se dirige por radio a la población en general y en particular a los empleados y obreros instándolo a mantener la calma y continuar desempeñando sus tareas.

Miércoles 21, horas de la tarde – Buenos Aires: La mejora del tiempo facilita las exteriorizaciones de júbilo callejero de grandes multitudes que habían sido opositores a Perón.

Miércoles 21, 16:00 – Buenos Aires: El patrullero Muratore trae desde el crucero 17 de Octubre y desembarca en Buenos Aires, a los generales Uranga y Bengoa, al Comodoro Landaburu, al Mayor Guevara y a personal naval que debe realizar misiones o asumir responsabilidades en tierra.

Miércoles 21, horas de la tarde - Córdoba: Lonardi pone en funciones al Gral. Videla Balaguer como interventor de la Provincia de Córdoba y acompaña luego a la viuda del Cap. Arruabarrena al entierro de su marido, muerto en combate en la Escuela de Artillería en madrugada del viernes 16. Reciben también sepultura el pequeño hijo de la viuda de Arruabarrena, su padre y un tío, muertos en un enfrentamiento con policías de Cosquín cuando, enterados de la muerte del capitán, se dirigían hacia la ciudad de Córdoba.

Miércoles 21, 17:30 – Córdoba: Recién por estas horas el Gral. Iñiguez recibe órdenes del Comando en Jefe del Ejército en Buenos Aires (ya a cargo de oficiales revolucionarios), instruyéndolo que enviara de regreso a sus guarniciones de paz a las unidades que estaban bajo su comando.


El miércoles 21 tienen lugar las últimas ofensivas aéreas rebeldes para doblegar la resistencia de 1) los efectivos concentrados en Río Cuarto al mando del Gral. Falconnier, 2) las unidades al mando del Gral. Iñiguez en Río Primero y 3) El Regimiento 3 de Infantería Motorizado acantonado en Pringles bajo el mando del Cnel. Quinteiro. Por la Radio del Estado se anuncian los términos del acuerdo alcanzado entre la Junta Militar y el Comando Revolucionario.



Jueves 22, horas de la mañana – Córdoba: Procedente de Mendoza llega Lagos para acompañar a Lonardi a Buenos Aires.

Jueves 22, 12:00 – Flota de Mar: Delante de todas las tripulaciones y personal formados en sus buques y demás dependencias de la Marina, se lee la resolución que cambia el nombre de crucero 17 de Octubre, por crucero General Belgrano[15].

Jueves 22, horas de la tarde – Córdoba: Lonardi retrasa su regreso a Buenos Aires para las primeras horas del día siguiente (viernes 23) para presidir el desfile de la victoria que se realizaría en la ciudad.

Jueves 22, horas de la tarde – Córdoba: Se realiza por la Av. Vélez Sarsfield el desfile de la victoria. En el palco, Lonardi se halla rodeado por Lagos, el Gral. Videla Balaguer, el Cap. de Navío Rial y el Comodoro Krausse. Encabeza el desfile de las tropas del Ejército y de la Aeronáutica un carrier en el que desfilan el Cnel. Ossorio Arana, por el Ejército; el Comodoro Domínguez, por la Fuerza Aérea y el Tte. de Navío Ziegler, por la Marina.



El jueves 22 Lonardi trabaja en Córdoba en la constitución de su Gobierno; asiste con Lagos, el Gral. Videla Balaguer, el Cap. de Navío Rial, el Comodoro Krausse al desfile de la victoria en esa ciudad y se prepara para trasladarse a Buenos Aires el día siguiente.



Viernes 23: horas de la mañana – Buenos Aires: Despejado de obstáculos el canal Punta Indio de acceso, el crucero General Belgrano hace su entrada triunfal a la Dársena Norte del puerto de Buenos Aires. Desde el puente, Rojas observa satisfecho una multitud que se ha dado cita para aclamarlo.

Viernes 23: horas de la mañana y del mediodía – Córdoba y Buenos Aires: Lonardi, Lagos y otros oficiales revolucionarios vuelan en un Douglas DC3 desde la Escuela de Aviación Militar (en Córdoba), hasta el Aeroparque de la ciudad de Buenos Aires. Dos cazas a reacción Gloster Meteor de la Fuerza Aérea prestan escolta al avión de transporte. Al llegar a Buenos Aires, Lonardi, Lagos y Rojas (que los ha ido a recibir al aeropuerto) viajan en automóviles hasta la Casa Rosada. Tanto en el trayecto desde el Aeroparque, como en la Plaza de Mayo, una de las más grandes manifestaciones espontáneas de las que se tenga recuerdo, aclama a los jefes de la Revolución. A primera hora de la tarde Lonardi y Rojas asumen, respectivamente, los cargos de Presidente Provisional y Vicepresidente Provisional de la Nación.








Notas

[1] Una situación semejante hallaría el Gral. Lagos para sublevar el 2do Ejército a las 00:00 el viernes 16 de septiembre. Cuando Lagos llega a San Luís el miércoles 14 al mediodía, se entera por el Gral. Arandía que las principales unidades de la agrupación se hallaban de maniobras y todos los contactos revolucionarios interrumpidos.

[2] Recién en 1978 este servicio de balsas sería reemplazado por el puente Zárate-Brazo Largo.

[3] Semanas atrás el Gral. Giorello había sido invitado a participar de la Revolución por el Cnel. Solanas Pacheco. Si bien entonces no había querido comprometerse en el alzamiento, había dado a entender que no reprimiría a los sublevados y que eventualmente se plegaría una vez iniciado el movimiento.

[4] Una nota de humor, dentro del dramatismo de la situación de los revolucionarios en Curuzú Cuatiá: Como no podía ser de otra manera dada la hora (las 12:30) ¡la ambulancia había partido en busca de comida para los soldados que custodiaban la pista…!

[5] El Gral. Boucherie declaró más tarde que si el 2do. Ejercito de Cuyo – al cual pertenecía su división – se hubiera sublevado en la madrugada del viernes 16, él se hubiera plegado al alzamiento. Sin embargo, no vaciló en obedecer la orden de movilización recibida ese mismo día de un mando leal a Perón y cuando se enteró, a primeras horas de la tarde del día siguiente (sábado 17), de la sublevación del 2do. Ejercito, consideró que ya era “demasiado tarde” para cambiar de bando.

[6] Sobre este general, ver nota 3.

[7] Pese a esas precauciones, el arrojo de los pilotos militares causa gran impresión ese día al Cap. Ernesto Lonardi, hijo del General. Es cuando sale en misión de observación en un pequeño avión biplaza Percival Prentice de entrenamiento, cuya velocidad máxima no supera los 240kph. Cuando Lonardi (hijo) le pide al piloto – un teniente de la Fuerza Aérea – que baje un poco, porque desde la altura a la que vuela no puede ver nada, el militar se pone a volar entre los hilos de luz y los alambrados. Lonardi le dice: ¡No tan bajo porque ahora no puedo ver nada, pero del susto! Más tarde cuando el avión es atacado por artillería antiaérea leal y un asustado Lonardi le grita: ¡Nos están tirando!, el piloto le dice impertérrito: “¡Y que quiere…! Si son antiaéreos nos tienen que tirar…” Lonardi: “¡Pero es que nos están llenando de agujeros!” Piloto: “No tienen importancia…” Y así todo el viaje. Concluye el Capitán Lonardi: “Yo levantaba las piernas para que no me pegaran un tiro y al tipo no se le movía un pelo… Todos estos pilotos son unos inconcientes”.

[8] Las cinco unidades de combate leales que mostraron el mejor espíritu de lucha en estos días de septiembre de 1955 fueron los regimientos de Infantería 3 (de La Tablada), 11 (de Rosario), 12 (de Santa Fe), 7 (de La Plata) y el 3er Grupo de Artillería Antiaérea (de Guadalupe, Santa Fe).

[9] En la jerga aeronáutica este clima se llama “CAVU”, por las siglas inglesas de “techo y visibilidad sin límites” (“Cieling and Visibility Unlimited”).

[10] Al conocerse un mensaje de similar tenor enviado a Perón por Rojas, la inventiva popular opositora creó la siguiente estrofa: “No ruges, ni riges; o rajas o rejas, Rojas”.

[11] Cabe recordar que en vísperas del viernes 16, los oficiales de este batallón (Mayor Dámaso Pérez, capitanes Genta, Formigioni, Padrós y Videla) se habían debatido entre la posibilidad de sublevarse y la lealtad que le debían al Director del Colegio.

[12] Una mansión ubicada en el predio delimitado por las avenidas Las Heras y Libertador y las calles Agüero y Austria, demolida en 1960 para construir la nueva Biblioteca Nacional.

[13] Manni temía que una de las exigencias de los rebeldes sería – como efectivamente fue el caso – que Perón les fuera entregado.

[14] Bengoa no es el único que en esa instancia trata de recuperar protagonismo. Desde Paso de los Libres, en donde por radio se ha enterado de la reunión, Aramburu telegrafía a Lonardi sugiriendo una reunión previa de los “jefes revolucionarios” y pidiendo un avión para su urgente desplazamiento. Pese al criterio en principio favorable de Rojas, Lonardi no satisface el pedido de Aramburu.

[15] El mismo que con la pérdida de 350 vidas fue hundido el 2 de mayo de 1982 por el submarino británico Conqueror durante la campaña de las Islas Malvinas.